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martes, 26 de junio de 2018

El Gato


De corazón amoroso;
sumerge en su mirada
de ágata y metal.

Extasía en el placer
al palpar su piel sublime y eléctrica;
ser profundo y frío.

Hipnotiza con su voz,
que brota de su fondo más tenebroso,
anegando la razón, cual verso cadencioso.

Créeme, mitigara tus más crueles males
tendidos en el fondo de tus soledades,
con mil y un éxtasis.

Amante fervoroso, que
deambula en el silencio de la noche,
condesciende a la caricia que es olvido.

Lunaoscura

jueves, 21 de junio de 2018

Justicia divina


Eran cerca de las tres de la mañana cuando Hilario llegó a su casa. Trastabillando, se dirigió a la cocina tratando de mantener una conversación tranquila con su zapato que amigablemente lleva en la mano derecha, repentinamente se detuvo, giró la cabeza y aguzó el oído, como tratando de encontrar algo, finalmente, fijo su mirada, directo a la cafetera que estaba sobre el mueble de la cocina.

Decidido se acercó y con semblante solemne le reprocho el motivo de su burla y de esa mirada, la interpelada no dijo nada, Hilario se dio media vuelta y continuo su charla.

De repente, se arrojó sobre la cafetera y de un solo movimiento la desconecto, con una expresión criminal en su rostro, la despojó de su tapa y bebió el contenido de sus entrañas, pero aún no terminaba de consumar su crimen, cuando se detuvo.

Giro, dejó el zapato sobre la mesa y con el cuerpo de la víctima en mano, dirigió a donde se hallaba el refrigerador.

Lo miro por unos instantes en silencio, su semblante se fue transformando en una mueca de dolor y culpa, con los ojos humedecidos, balbuceaba: “Dios sabe que intente razonar con ella…” El remordimiento lo hacia su presa.

-       ¡Qué diantres haces Hilario con quién hablas! - La voz se escuchó como un trueno en medio del nocturnal silencio-.

El chico dio un brinco, aturdido se dio vuelta, ahí en la puerta estaba su madre. La espada de Damocles se erguía sobre su cabeza por los crímenes cometidos.

Lunaoscura

martes, 19 de junio de 2018

Divorcio

¿Dónde estoy? ¿Qué hago yo aquí? Estas fueron las primeras preguntas que me hice cuando de repente me “desperté” de pie en lo que parecía un corredor amplio y rodeado de puertas. 

Estupefacto di unos cuantos pasos, cuando de repente, un sujeto saca la cabeza detrás de una de las puertas, dice algunas palabras ininteligibles y con la mano me indica que me acerqué. 

Cuando me tuvo frente, me recrimina. 

- ¿Dónde estaba? No ve que ya comenzamos y usted tiene que desvirtuar las aseveraciones de la contraparte. 

- Desvirtuar, aseveraciones, contraparte, eso qué es, -replique confundido-. 

El hombre no hizo el menor caso a mi desconcierto ni a mis preguntas, se dio la vuelta y entro al recinto y, yo obedientemente, lo seguí. 

Era un pequeño auditorio con unas cuantas butacas, pero en vez de escenario había un estrado, donde un sujeto vestido con una toca negra estaba sentado solemnemente, al lado izquierdo en la parte baja del estrado estaba el sujeto que me había llamado, sentado detrás de una computadora y muchos papeles y frente al estrado dos mesas, una de las cuales se encontraba ocupada por una persona que no lograba reconocer. 

Mi inspección ocular fue abruptamente interrumpida por una voz que me ordenaba que me sentara. Después de unos momentos de titubeo, entendí que tenía que ir a la mesa desocupada. 

El hombre del ordenador comenzó un monólogo, mientras yo me esforzaba por entender que estaba pasando en ese lugar y cómo demonios había terminado ahí; sentí una mirada penetrante que me saco de mi cavilación. 

Gire la cabeza a un lado, ahí estaba con una mirada fulminante, mi sorpresa fue mayúscula, no podía dar crédito de quien era. Sentí un vuelco en el estómago y mi mirada se nubló. 

Cuando recobre la compostura, el hombre del ordenador estaba a mi lado, preguntándome sí me encontraba bien. Con un movimiento de cabeza le confirme que estaba bien, él se alejó y continuo con lo suyo. 

Cerré los ojos, y escuché cuando él decía: “Se le concede la voz al actor”. Acto seguido, escuche esa voz que, siendo tan familiar, hoy era totalmente extraña. 

Ahí estaba, mi otro yo con voz entrecortada, atropellando sus ideas, diciendo una serie de mentiras injustas. 

- Es una persona desconsiderada, egoísta que no tiene el menor interés de mis necesidades. Con un carácter de los diablos y tan difícil de satisfacer, su ansiedad es insufrible, la vida es un infierno señor Juez, por eso y más, exijo el divorcio. 

Su semblante estaba desencajado y rojizo, los ojos inyectados, verdaderamente denotaba una desesperación e impotencia. Me sentía bastante mal al ver en la situación tan deplorable en que estaba, pero también, me sentía herido. 

Después, de unos momentos, el mismo hombre, me concedía la palabra. Pero que decir, siempre pensé que todo estaba bien. Extrañamente, sentí como la temperatura subía por mi cuerpo, el corazón me palpitaba aceleradamente y la rabia me invadió. 

- En un grito ahogado, dije que era una vil mentira lo que se decía de mí. Es cierto, soy una persona ansiosa y difícil, pero jamás, óigase bien, jamás he hecho algo para que lo dañe, es mi principal prioridad en la vida, pero sí así lo quiere, estoy de acuerdo con el divorcio. 

Se hizo un silencio incomodo, el hombre de la computadora nos observaba, en espera de algún argumento más y el hombre de la toca, nos miraba fijamente, con sus manos entrelazadas debajo del mentón. 

Viendo que ambos contrincantes, no argumentaríamos más, el de la toga, informo que dados los autos del expediente en cuenta y las argumentaciones de las partes, procedería a dictar sentencia. 

- Dado que es irreconciliable esta situación por incompatibilidad de caracteres, además que ambos han manifestado su conformidad, declaro disuelto el vínculo que los une, ambos recobran su plena libertad. 

Al pronunciar esas palabras, yo y mi otro yo, no pudimos evitar vernos, sentí un vacío en el estómago y un sabor amargo en la boca. Tantos años, tantas historias compartidas y esas simples palabras terminaban con todo. 

Los hombres, sin más se levantaron y salieron del lugar, nosotros seguimos sentados en completo silencio, hasta que mi ex yo, de súbito y con el rostro contraído salió sin decir nada. 

Titubeé unos segundos. No estaba muy seguro de si quería salir o no. Cerré los ojos, de repente un golpe interrumpió mis emociones. Todo el cuerpo me dolía. Me había golpeado contra el suelo. El dolor era insoportable, pero aun así sonreí. 


Lunaoscura

domingo, 17 de junio de 2018

¿Quién se vengó de quién?

El ambiente cerrado, húmedo y lúgubre de la sala del velatorio, lo angustiaba, sentía sofocarse, pero tenía que mantenerse solemne dado que era el único hijo de Macaria, la difunta que, dicho sea de paso, había sido la persona más miserable y avara que se hubiere conocido en el barrio- “Dios la tenga en su seno”-.

Después de un tiempo impreciso, Gumaro, hastiado de tanto espectáculo se escabulló a los baños. Una vez que todo el ajetreo terminó, regresó a la sala del velatorio, donde únicamente se encontraba el féretro de su madre. Titubeante se acercó al cadáver.

¡Madre…!, le decía al oído, ciertamente no recibió respuesta alguna. Él siguió susurrando, ¡Madre!, cada vez más nervioso, y ella tan pálida e inmóvil. Vamos cicatera, ¿dime dónde lo escondes?, su cautela inicial había dado paso a la desesperación y los murmullos se transformaron en gritos acompañados de fuertes zarandeados que propinaba al cuerpo de Macaria.

En medio de ese arrebato, escuchó unos pasos acompañados de murmullos que provenían del pasillo, lo que lo puso alerta y corrió a esconderse tras unas pesadas cortinas. Agazapado pudo observar que se trata de Nicolás y Florencia, el chofer y cocinera de su madre.

La pareja ignorante de que era observada comentaba:

-           ¡Mira la vieja! Ya no es tan mala como en vida, quietecita y rígida empezando a olor mal- profirió Nicolás-.

-           ¡Desgraciada avara! -maldijo la mujer-.

-           Ahora ya no puedes prohibirnos nada, vieja hipócrita- dijo el hombre.

-           Vamos a enseñarle a esta bruja lo que hacíamos a escondidas- Propuso Florencia.

Con desatado frenesí, Nicolás desgarró las ropas de la mujer y la subió encima del ataúd dándole embestidas tan acompasadas, que el mismo se movía al son de una canción de cuna.

Cuando faltaba poco para llegar al clímax, un ruido de pasos interrumpió a los frenéticos amantes, “Coito Interruptus”. Y la pareja corrió a esconderse tras las cortinas.

Apareció en la sala, un niño chupando una paleta y tomado de la mano de su madre. Era Sofia y su hijo, la hermana menor de la difunta, iracunda se aproximó al ataúd.

-       Hermana ya conoces a mi hijo, sí tú sobrino gordo, aquel del que renegabas y nunca abrazaste, vieja arpía ahora él te dará tú merecido.

De un empellón puso al niño delante de la tía, diciéndole:

-       Vamos hijo, tírale el pelo a tú tía.

El niño inseguro acercó sus regordetas manitas al cabello de la tía. Al tirar de la cabellera, el cadáver sé incorporo lanzando un eructó de gases, Sofía, horrorizada lanzó un grito de terror y todos los ocupantes de las cortinas salieron despavoridos. Al unísono, gritaron:

-       ¡La vieja bruja está viva… socorro…!

El alarido colectivo calló súbitamente y los rostros de los deudos se pusieron tan blancos y traslucidos como la cera de los cirios que rodeaban el féretro, el sonido de unos pasos parsimoniosos se aproximaba a la sala.

Después de un breve tiempo, sus almas volvieron a su cuerpo cuando vieron que eran dos empleados de la funeraria que iban para cargar con el ataúd, entre risas y chistes tendieron de nuevo a la vieja Macaria.



Lunaoscura

Ven


Ven, camina a mi lado
regálame un anhelo,
haz que el olvido
nuble recuerdos.

Ven, acércate a mí
aprendamos a compartir
derrotas, anhelos,
y nuestras ganas de vivir.

Ven, conmigo
no te prometo felicidad sin fin,
pero sí un amor verdadero.

Ven, acuéstate a mi lado
y hazme olvidar
el miedo a la oscuridad.


Lunaoscura

Compañero


Andando caminos nuestros pasos se encontraron, no sé si fue coincidencia o cosa del destino, pero hoy te amo.

Te amo porque a tu lado soy una mejor versión de mí, libre y valiente, segura de que me aceptas sin censuras ni falsas expectativas. He aprendido a admirar tu valentía al compartir tu fragilidad, me proporciona la certeza que al cobijo de tus brazos estoy protegida. Respeto tu templanza forjada en la ardua lucha por la vida. Compañero, agradezco que camines a mi lado y me ofrezcas la seguridad y certeza a mi vida.

A tu lado, el tiempo se vuelve relativo, pero de algo estoy segura de que el tiempo que dure abra valido la pena.


Lunaoscura


viernes, 8 de junio de 2018

Contigo


Estar contigo me incita
a volver a amar
de formas que nunca amé...
a veces tierna, a veces sensual.

martes, 5 de junio de 2018

Una vez más


Antes de tres lunas,
arderé en espiral,
nunca deje de amar
a pesar del veneno y la hiel
de una falsa verdad.

Sin nada que perder,
me vuelvo ilusión
buscando un nuevo amanecer;
sé que me atreveré.

El salino pasado
el viento lo ha borrado
en mundos de olvido.

Hallaré unos labios
que me enseñarán a leer el sol y,
las noches de amor
tendrán un nombre
donde asir mis sentimientos.

Lunaoscura

Sueño o realidad


Luisa está llorando, Llora y sus lágrimas caen abundantemente por sus mejillas. Su boca se deforma con el llanto. Confundida, intenta ver algo que le diga qué lugar es ese, pero la densa neblina no se lo permite. Después de unos minutos, y tratando de encontrar una explicación, insegura da unos cuantos pasos. La neblina se va despejando, lo que ve es un paraje desolado con árboles petrificados y un vehículo incrustado en un árbol.

Con interés comienza a rodear el vehículo, le resulta conocido, pero no recuerda de quién pudiera ser. Súbitamente, detiene su pesquisa, trata de recordar su día, su intento es en vano, lo último que recuerda es haberse ido a la cama la noche anterior. Se pregunta de qué se trata todo eso. La respuesta es fácil. Su mente no funciona bien y está teniendo una pesadilla.

Mientras ella cavilaba una silueta se aproxima, sorprendida reconoció de quién se trataba. Era Andrés, su exmarido.  Esto era lo más loco que le podía estar pasando, pensó. Cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, advirtió que estaba en malas condiciones, su ropa estaba desalineada con rastros de tierra, su cabello revuelto y, su semblante reflejaba desorientación. Era obvio que había sufrido un percance.

Luisa, olvidando sí eso se trataba de una pesadilla o de locura, le pregunto sí se encontraba bien. Él no logro articular palabra, solo la miraba, pero sin verla. Era como si estuvieran en lugares distintos.

Desesperada comenzó nuevamente a inspeccionar el vehículo. En tanto Andrés la seguía como un zombi. En efecto, se trataba del carro de Andrés, tuvo esa certeza una vez que se asomó al interior, ahí en el asiento delantero esta el cuerpo de él.

Fuera de toda lógica, la reacción de Luisa fue reprender enérgicamente al ser que seguía parado detrás de ella.  Una vez que descargo todo lo que se le vino a la cabeza, sin que el otro argumentara algo en su defensa, el sentido común apareció.

Esto, obviamente es una pesadilla, se dijo para ella. Trato de tranquilizarse para poder despertar. Los minutos pasaban y ella seguía en ese paraje con el cuerpo y el fantasma de su exmarido. La calma se transformó en desesperación y frustración, tenía que salir de esa locura.

Comenzó a caminar sin rumbo, siempre acompañada de Andrés, que se volvió el objeto de su miedo y frustración. De repente, vislumbro a lo lejos lo que parecía un zaguán. Camino deprisa, para qué, no sabía.
Notó que llevaba cargando algo, fijo su atención, era una urna. El alma se le petrifico. Se detuvo abruptamente, y fijo su mirada en el hombre. La neblina desapareció. Ante ella había un zaguán con rejas blancas, a su lado desorientado y ausente estaba Andrés. Un dolor intenso le atravesó el corazón y las lágrimas salieron desenfrenadas de sus ojos. Estaba acompañando a su exmarido al umbral de la muerte.

Ring, ring, se escuchó a lo lejos, Luisa aguzó el oído, en efecto, era el repiqueteo de un teléfono. El sonido fue llenando el ambiente, ella abrió los ojos.  Todo había sido una maldita pesadilla. El timbre sonaba insistentemente, ella se incorporó de la cama. Al pasar frente al espejo, observó que su rostro estaba demacrado con profundas ojeras, no era para menos con esa pesadilla tan espantosa, se reconfortó, mientras levantaba el teléfono.

Hablo con la señora Luisa Macías, interrogo la voz del otro lado del auricular. Sí, ella habla. Me apena informarle que el señor Andrés Calderón, sufrió un accidente fatal, podría venir… Fue lo último que escucho antes de caer al piso inconsciente.

Lunaoscura

Último poema de amor


El cielo está cuajado
de estrellas negras,
el canto de mi alma
muere sin ser cantada
ahogando todo en mí.

Se disiparon
los intensos colores,
detrás del sol negro
y las sombras rompen
en marejadas nebulosas.

Llovieron tantas desesperanzas,
que morí como mueren
las lágrimas no derramadas
en el silencio de un amor.

Se me ha muerto la voz
ahogada en un grito de dolor,
duele, duele y duele aún más
matar mis sentimientos
en este último poema de amor.

Lunaoscura