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miércoles, 10 de enero de 2018

Tierra quemada

No puedo negar
que, de vez y vez,
se estruja mi corazón
cuando recuerda que
tú serías mi último amor.

Savia

Como la arena entre los dedos 
se va la vida,
como pequeños granos de cristal
que el tiempo pulveriza.

Recuerdos de un existir
compuestos de alegrías,
lágrimas y anhelos
que vuelan por el viento.

Día a día

Con cada amanecer
la vida reinventa
vistiendo los colores
que le quieras conceder.

Todo quedó atrás,
el ayer no retornará,
día a día se vuelve
a empezar.

Cuando el sol despunta,
abre tus alas
retoma el vuelo,
libérate del miedo.

La vida es un continuo viaje, y
el puerto a alcanzar
son los anhelos,
no lo debes de olvidar.

Esos lastres que arrastras
los tienes que dejar
son nefastos fantasmas
que te van a retrasar.

La vida es un suspiro
lo debes aprovechar
tienes la fuerza
para volver a volar.


Lunaoscura


lunes, 1 de enero de 2018

Apocalipsis

En un lugar cualquiera, en un tiempo impreciso, la humanidad ha sucumbido a esa sensación fría en la nuca, una mirada gélida apuntando a cada una de sus respiraciones. Gente inerte, calles repletas de personas prefabricadas. Un enorme engranaje déspota y cruel, moviendo los hilos de vidas no vividas y sueños adaptados a un guion inflexible.

Enormes edificios que albergan los latidos de una ciudad que bombea apatía. Los sombríos pensamientos acorralados en un rincón de cada mente que es capaz de pensar se esconden temerosos por largos pasillos impersonales.

Mientras, una voz enumera montones de carne y huesos, tediosos y alienados, incapaces de despertar del letargo. La pantalla de un televisor inyecta odio catódico comprimido en dos minutos, suficientes para que toda la ciudad sucumba a los encantos de la irracionalidad guiada.

En tanto, todavía hay quien en secreto tirita pensamientos prohibidos en un cuaderno vetado por la inquisición del libre albedrío. Valiente y desamparado a la vez, en el esquirol del ruinoso rebaño, intenta ser libre dentro de unos anchos barrotes fingiendo que es feliz.

Es innegable, la peste a llegado.


Lunaoscura

Espasmos

Las cuatro de la mañana. El humo revenido en los pulmones y los pies congelados. Bostezo mientras él se ajusta la ropa. El final siempre es el mismo, la que he cambiado soy yo, pero eso él no lo sabe. Ni Mario lo sabe, aun así, siempre me deja leerlo, llorar y sentirlo luchar entre tinta.

Tengo la estúpida manía de enamorarme de los personajes, de inventarme su voz y esconderme en su eco por las noches. Dante, tan sensual y oscuro que no tuve más remedio que enamorarme de él. Aunque en el Pub descubrí que Moisés hubiera sido mejor partido, siempre nos colgamos de los chicos malos, yo lo sabía por Mamba Negra.

Y Sofía hubiese caído rendida a los pies de Steven, todas lo haríamos en realidad, pero ellos dos hubiesen congeniado. Ella le susurraría al oído que dentro de poco solo quedarán ruinas a su alrededor, él, satisfecho y lleno de orgullo la besaría mientras la ciudad se cae sobre sus propias miserias.

Todo es tan cómodo cuando ellos piensan, aman y viven. Representan sin censura los relatos y versos satánicos que arderían en la hoguera de las vanidades del mundo.

A mí, sólo me queda esperar al chico de la moto, especialista en causas perdidas como yo.


Lunaoscura

Rigoletto

Desde hacía tiempo, Rigoletto tenía sensaciones extrañas que lo asustaban e inquietaban, pero al parecer él era el único en sentirlas, los demás habitantes de la casa no habían comentado nada. Llegó a pensar que sufría los estragos del insomnio que lo aquejaba desde hace mucho tiempo, tanto que ya no tenía idea de cuándo había comenzado.  

Las voces, los pasos sobre las escaleras, las puertas azotándose y las sombras se hicieron una constante en su vida. Empezaba a dudar de su salud mental.

Una noche, que descansaba en un sillón de la sala, abrió los ojos, sintió su cuerpo entumecido, intentó incorporarse. No pudo, lo intento de nuevo, pero estaba completamente inmovilizado. La habitación estaba envuelta en una densa oscuridad y un intenso olor a incienso.

De pronto una garra atenazaba su garganta. La sensación de miles de botas golpeando rítmicamente en sus sienes desde dentro… Ya no sabía si era el calor húmedo o la histeria el que… Ese sudor le abría su espalda como un arado de hielo… La desesperación inundaba su ser.

Las preguntas morían antes de ser concebidas por su mente ya demasiado débil. La impotencia y el terror hicieron cortocircuito en su espina dorsal.

Entonces un torrente de voces bañó su cabeza. Trató de averiguar qué decían. Se concentró en una, relegando a las otras que, como moscas, zumbaron alrededor. Pero según acababa una voz, otra venía a arrebatarle el puesto en la cabeza.

Eran voces desconocidas que recitaban una especie de cantico en un idioma desconocido.

“Sancte Míchaël Archángele, defénde nos in prælio, contra nequítiam et isídas diábolo esto præsídium. Imperet illi Deus, súpplice deprecámur: tuque, Princeps milítiæ cæléstis, Sátanam aliósque spíritus malígnos, qui ad merditiónem animárum pervagántur in mundo, divína virtúte, in inférnum detrúde. Amen”

Sintió desvanecerse por un instante y de la nada una luz blancuzca y brillante se posó frente a él.

Todo lo que había hecho en su vida desfilaba ante sus ojos en un ordenado y perfecto caos, como el impredecible camino que sigue el humo de un cigarro en el aire.

Volvió a ver, entre pequeños destellos de la luz trémula de una bombilla epiléptica. Olía a chamuscado, pero fue perdiendo los sentidos, el último en desaparecer, para su desgracia fue el oído… A su alrededor sólo había oscuridad y silencio…



Lunaoscura