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lunes, 10 de abril de 2017

Desaparecido

El día era interminable, los minutos las consumían entre la soledad y la impaciencia. Por fin el reloj alcanzó las ocho, en el crepúsculo del día, solo unos minutos le bastaron para salir de esa prisión.

En su huida, arrastraba a compañeros que, con cara malhumorada, eran incapaces de entender que su vida se había desmoronado.

Abatida y lagrimosa, condujo a través del arroyo luminoso de las calles. Llegó a su casa. Todo era tan confuso, tan extraño. La gente no desaparece, así como así, ¡él no se hubiera ido, así como así!

No conseguía entender nada, por más que su aturdido cerebro le daba vueltas una y otra vez, no lograba dar con la razón que explicara su súbita desaparición.

Solo la inquietante llamada de ese individuo... Los policías eran unos inútiles incapaces de llegar a nada… ¡hacemos todo lo que podemos señorita Pérez! ¡Imbéciles!

El recuerdo del sonido de su voz, llenan su cabeza y tocan a su corazón. No quiere sentir nada, pero esa añoranza, le aporta la calidez y la calma que tanto necesita. Como si no se hubiera ido nunca. ¡Ese nudo en el pecho, le va a desgarrar el alma!

Al día siguiente, nuevamente vuelve la irritante rutina. Busca dentro de su bolso, el llavero con el corazón gigante que él le regaló - ¡Bien grande para que lo encuentres entre tantas chucherías! - La melancolía, le robo un profundo y sentido suspiro.

El ambiente se impregnó de un conocido aroma, su corazón dio un vuelco y bruscamente volvió la cabeza. - ¿Qué? -  Pasa sus manos por su pelo, nerviosamente lo recoge en una coleta. - ¡Me estoy volviendo loca! -Se dice-

Gira la llave en la cerradura y entra a su departamento dando un portazo. Cuelga la gabardina y el bolso en el perchero. Suspira aliviada, estaba en el único lugar donde podía recordarle sin disimulo ni excusas.

En ese apacible silencio, volvía a sentirlo, volvía a funcionarse con él. Un escalofrío le recorre la espalda, en la oscuridad, el embriagador murmullo de su voz la envuelve como un abrazo. Paralizada, nota su presencia, sin atreverse a volver la vista atrás, solo cierra los ojos y espera.

-       ¡Por favor, no te asustes! - Le susurra con voz melosa rodeándola con sus brazos, sentir su aliento en la nuca, le electriza la piel.

Se vuelve lentamente, incapaz de articular palabra, sin saber cómo debe sentirse. La tenue luz de la noche, acaricia su anguloso rostro, enmarcando sus masculinas facciones. Suspira fascinada, él cierra sus labios entreabiertos, por la sorpresa, con un beso abrasador.

Su cuerpo reacciona al instante, enredando sus brazos alrededor de su cuello y devolviéndole con exigencia las caricias de su lengua enzarzada en un delirante baile.

Ya habría momento para las preguntas, tan solo quería sentirle, ¿quién sabe si por última vez?, ¿quién sabe si tan solo era un sueño?

La desnuda muy despacio, con sensual habilidad, regalándole delicadas caricias con cada pieza despojada. Nadie la hacía sentir, tan a gusto desnuda, tan deseada, tan atractiva.

Él la mira con esa mirada sensual que le conocía y levantado las cejas. -Voy a aliviar un poco esa tensión- Dice con sedosa, al mismo tiempo, la toma entre sus brazos, acomodándola en la acogedora cama de satén.

La habitación está a oscuras, excepto por la liviana luz de la luna que ilumina románticamente la estancia.  Un delicioso y mareante placer la invade con cada roce de sus dedos.

Una sonrisa morbosa escapa de sus labios, cuando ella le murmura ardientemente, pidiendo más. Utiliza sus labios, su lengua y sus dientes en una delirante espiral de éxtasis. Una descarga de placer, recorre las entrañas de ella, desarmándose en un feroz orgasmo al tiempo que grita su nombre.

Él, sonríe divertido y repta por su cuerpo como un depredador encajando sus caderas en electrizante contacto de piel contra piel. Mientras le susurra al oído palabras de amor. Oleadas de placer invaden su ser, un rugido estalla en la garganta de él.

-       ¡Eres tan preciosa! ¡Nunca me olvides amor! - le susurra con el corazón en la boca.  

Después de unos minutos de absoluto silencio, esa maravillosa experiencia, se transformó en un terror absoluto. Un balde de agua fría, la hace levantarse abruptamente de la cama, para darse cuenta que se encontraba completamente sola. La única señal, era el aroma de él.

El sonido del teléfono, le saco de su letargo.

-       ¿Señorita Pérez?
-       ¡Sí, ella habla!
-       ¡Me temo que, tengo malas noticias! Encontramos el cuerpo del señor Sandoval. ¿Podría venir a hacer el reconocimiento del cuerpo?



Lunaoscura

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