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martes, 21 de febrero de 2017

El pub

Nocturna, acostumbra frecuentar un pub gótico, en donde se encuentra con sus amigos, para divertirse, pero aquel día estaba aburrida, no había demasiadas personas, pido una última copa, estaba decidida a marcharse, cuando entró un hombre bastante joven.

Seguramente no estaría acostumbrado a ese tipo de ambiente, pues miraba alrededor suyo con curiosidad. Vestía unos tejanos desgastados y una camiseta aún más vieja. Se sentó en la barra, al lado de Nocturna. Tal vez, por la vestimenta, la observó con interés.

-       ¿Es la primera vez que vienes aquí? – preguntó Nocturna, bebiendo un sorbo de su bebida.
-        Sí, - respondió el joven, con cierto nerviosismo.
-        Ya... -hizo un gesto a José, el chico de la barra. Este se acercó, sonriente. - Oye, ponle Desideratha al chico...que es nuevo. - José asintió y se alejó.
-       Gracias, pero apenas he escuchado este tipo de música.
-       ¿Y por qué vienes a un sitio como este?
-       Bueno, es que...- se interrumpió.

En eso la puerta del pub se abrió y un hombre de unos cuarenta años entró con la furia de un huracán. Sus ojos buscaban algo en la oscuridad. De pronto se fijó en el muchacho y se dirigió a él. Al llegar a su altura lo agarró del brazo.

-       ¡Te he dicho que no entraras aquí! - gritó.
-       Pero, papá ...yo no.…- Nocturna pensó que comería al pobre, así que decidió intervenir.
-       Oiga, no joda, déjelo en paz, que no ha hecho nada malo. Ni siquiera ha bebido.
-       Usted no se meta. - Adelanto el rostro un poco y pudo ver el maquillaje de Nocturna, lo que le dejó desconcertado.

Soltó el brazo del muchacho y se echó un poco hacia atrás. Nocturna se levantó.

-       ¿Porque no viene conmigo? - le dijo, mientras con la mano le invitaba a seguirla hacia la diminuta pista de baile. Hizo un gesto a José, que enseguida entendió.
-       Aquí no somos tan malos - concluyó.

En ese momento, aprovecho para fijarse en su aspecto general del hombre. Llevaba una camisa blanca abrochada hasta el último botón y unos pantalones oscuros de vestir. En su cuello colgaba una cruz. Iba pulcramente peinado, y en su mano brillaba una alianza como una incitación a deshonrar su significado.

Una oscura y perversa canción de Agogh flotaba en el ambiente. El cuerpo de la mujer, empezó a moverse al ritmo de aquella música, lo cual constituía una perfecta invitación a la lujuria.

El cuerpo de Nocturna, era pura tentación para ese hombre. Su mirada estaba clavada en ella, era claramente visible su deseo.

Antes de acompañarla a la pista le dijo a su hijo que lo esperara fuera, en el coche, entregándole las llaves. Con cierta prepotencia la siguió a la pista, en su resolución se adivinaba unas ciertas ganas de darle una lección.

-       Qué se habrá creído la mocosa ésta- pensó mientras veía a su hijo salir del local y con determinación se acercó a aquella representante del género femenino cuyo negro maquillaje le provocaba una extraña atracción - Por cierto, mi nombre es Luis.

Luis mantenía su serenidad, poco a poco se fue aproximando al cimbreante cuerpo que, por qué no reconocerlo, era muy apetecible. Siempre le ha gustado bailar y no le costó adaptar sus movimientos a los de aquella seguidora de Marilyn Manson. No sabía quién era ese extraño personaje, pero conocía su cara por haberlo visto en algún periódico.

No supo si fueron las contorsiones ridículas que hizo al son de aquella música, por el olor a mariguana que había en aquel local, o por ambas cosas, el caso es comenzó a sentirme mareado. Tras dar un par de traspiés, Nocturna le ayudó a llegar hasta el pasillo que franqueaba el acceso a los lavabos.

Con paso resuelto le condujo hasta una de las cabinas del baño de las chicas y de un empujón lo introdujo dentro. Mareado se sentó sobre la sucia taza del WC.

Nocturna, cerró la puerta tras de sí y sin mediar palabra se sentó a horcajadas sobre las piernas del hombre. Le tomó la cabeza con ambas manos y lo besó a conciencia. Era el beso más lascivo y excitante que le habían dado nunca. Su lengua jugaba dentro de su boca, lo estaba volviendo loco, mientras pensaba -...mi mujer...mis hijos...mi educación católica...mis creencias..., pero aquel beso le gustaba...cómo le gustaba...

Pero aquello era pecado. Con todas las fuerzas que pudo reunir lucho por apartarla de él... su atractivo cuerpo... aquellos ojos turbadores... sus pechos que rozaban contra el suyo... sus besos de hechicera... pero le gustaba... cómo le gustaba...

De un violento tirón, Nocturna le arrancó los botones de la camisa dejando al descubierto su agitado pecho. Ella se sacó la camiseta... Luis no quería mirar sus pechos... pero sus ojos no le obedecían... Con un nudo en el estómago alargo sus dedos hasta rozar uno de sus erectos pezones. Nocturna, lo tomo por la nuca y lo atrajo hacia ella hasta colocar sus labios a la altura de aquel delicioso manjar...

Le encantaba verlo retorcerse bajo la atracción que ejercía sobre él. Lo dominaba completamente, y toda su estúpida moralidad se estaba esfumando como su ropa.

Antes de que se arrepintiera, Nocturna, lo apretó contra sus pechos, casi obligándole, pero no hizo falta, porque su lengua ya los estaba explorando... Luis le desabrochó los tejanos y los tiró a un rincón. Ahora estaba delante de él, solo con una braguita roja. Se arrodillo, y sin dejar de mirarle a los ojos, le desabrocho el pantalón.

-       No... -susurro, y le enseñó su alianza- Nocturna se carcajeó maliciosamente, se la quitó y la observo. Le dio un beso y la tiró lejos.

Pasó su lengua por su virilidad con deliberada lentitud. Gimió. Su cara era un poema, una mezcla de perversidad y repulsión. Finalmente, el clímax estallo.

Nocturna, se incorporó y lo observó. Recogió un poco de su esencia y la limpio en los pantalones de Luis. Un pequeño recuerdo que descubriría su esposa cuando los lavara.

Él estaba hipnotizado. Nocturna levantó la pierna apoyándola en la cisterna, al mismo tiempo que agarraba a Luis de los cabellos, obligándola a mirarla.

Lo primero que percibió fue el olor de su sexo... ella empezó a gritar sin recato, eso le produjo la mayor excitación que había tenido en los últimos años. Ninguno de los dos decía ya nada, sólo gemidos y la respiración agitada.

-       Muy cristiano, mucha moralidad, y después joden a las mil maravillas. ¡Cabrón! -pensaba Nocturna -Eran los pocos pensamientos que se cruzaban por la cabeza, porque estaba perdiendo poco a poco el mundo de vista.

Nocturna, sintió que ambos iban a terminar, así que acercó su cara al cuello de Luis y lo mordió. Este emitió un gritito que a Nocturna le pareció delicioso y se abandonó.

Se quedaron unos segundos juntos, esperando que sus respiraciones se tranquilizaran. Después Nocturna empezó a vestirse, mientras Luis la observaba sudoroso.

-       ¿Te vas? - le preguntó con ojitos llorosos. Nocturna le Sonrió.
-       ¡Claro! Ahí afuera hay un montón de melenas y pantalones apretados que me esperan.  
-       Pero yo...
-       Nocturna se agachó y lo miro a los ojos - ¿Sabes? Príapo duro no cree en Dios... - salió del baño, pensando que era agradable saber que había dejado mella en alguien, aunque sea toda una vida de arrepentimiento y psicólogos...

Cuando Luis salió de aquel tugurio, reparo en que vendían camisetas. Compró una de Marilyn Manson. Su hijo lo miró estupefacto cuando abrió la bolsa con la camiseta. Luego sonrió.


Lunaoscura

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