No
condenes a una eternidad a nuestro amor, no lo sumerjas a un pacto suicida.
Para qué, atormentar nuestros sueños como si fueran fósiles de arena y sal.
Hoy
rozo tu corazón en las fronteras de tus ojos y oigo su tranquilo latir y tu
nombre pronunciado en la penumbra, desplaza mis nostalgias, somos esencia que
perfora nuestras profundas tristezas.
Somos
navegantes en aguas contrarias, somos humedad en el fuego. Somos, un amor construido a constantes
desgarros, nos inventamos entre la turba terca de las cosas.
No
lo condenes, a una armonía destruida por las sombras. Un día, tal vez,
descubriremos que podríamos vivir, un minuto lo mismo que mil años con las
llagas del otro en las manos, y entonces, descubriremos que no es posible
continuar y nos besaremos quizá por última vez.
Ese
adiós, será como una espada suave que penetrara haciéndonos sufrir, y temblaremos
oscilando, como péndulos, entre el morir y estar muertos.
Lunaoscura
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