Suelo coger la pluma
y escribir sobre una hoja en blanco
grafías que dices esto y aquello,
es un juego con reglas fijas
que para el observador
sería un mundo extraño.
El retrato de un algo mágico
donde la cordura se desliza
entre breves trazos
de signos fijos y negros.
Donde los ardores de amor
y el dolor es contraste;
un mundo de ciego impulsó
donde se ríe, se llora,
temblando en aquella escritura.
Un pequeño mundo con huellas propias,
que se antoja, embrujado
de un impulso vital y de muerte;
deseos y pesares,
que se fraternizan
hasta hacerse indiscernibles.
La blanca hoja se entrega a las llamas
de un anhelo adormilado,
a ese no-mundo, de espejismo
de lo nunca-sido
de cualquier creación de posibilidades.
Lunaoscura
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