Sobre su escritorio, yacen cientos
de horas dedicadas a escribir viejos recuerdos, anhelos o historias inventadas,
creadas a partir de anécdotas ajenas o simplemente por la satisfacción de
escribir.
Ese amante de las letras, en una
noche de tantas, extiende su mano, toma un manuscrito al azar y se dice en
silencio ¿a cuántos lectores llegarán estas palabras?… ¿tendrán como destino
despertar un interés dormido, incentivando propuestas inconclusas o serán el
relleno de una página vacía?
Con desenfocada mirada, se quita los anteojos pasándolos cuidadosamente sobre el manuscrito, y remonta sus recuerdos hacia noches enteras plasmadas en papel, todas esas ideas que acrecentaron su amor por la escritura.
Tanta melancolía, no puede
ignorar un pensamiento molestamente punzante como una espina que no asoma, sus
obras, tendrán el potencial para sobrevivirlo y dejar un legado.
Es un escritor escéptico, no cree
en el entusiasmo de las generaciones venideras por la poesía, la tragedia, el
romance, la hipnosis de lo absurdo y el suspenso, solamente puede imaginar sus
escritos haciéndose polvo a la par de sus huesos.
Lunaoscura
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