El hálito de la brisa nocturna, acariciaba
su rostro, era un taciturno ser de la oscuridad, no podía negar su naturaleza.
La luna y las estrellas eran sus compañeras; le susurraban mil sensaciones en
delirante desfile sonoro. Era un aprendiz de poeta, bohemio y trasnochado… La
lluvia había cesado, y la luz de las farolas, se reflejaba en el asfalto, mientras
sus pasos, se perdían en la soledad de las calles vacías, las musas danzaban a
su alrededor.
Lunaoscura
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