Robándole horas al sueño, las palabras se atropellan en la cabeza; de aquellas que logran sobrevivir, unas se diluyen en el tintero, otras, ideas inconexas. Delirios de una mente febril que con paciencia hay que unir. Hilván tras hilván, nace un sentir, no es un soneto o una novela, son los pedazos de un alma enamorada de las letras.
Lunaoscura
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