Cerca de las cinco de la tarde, Mario llegó al despacho para esperar a la mujer. Exactamente, a las cinco de la tarde, llamaron la puerta. En el lumbral, estaba una mujer, de unos sesenta años, su rostro reflejaba cansancio y su nerviosismo era evidente.
La mujer entra, sentándose en uno de los sillones, con mano temblorosa deja a un lado su abrigo y su bolsa.
Mario, la observa y se sienta frente de ella.
- Toma aire, para decir- Me llamo Piedad Macías... La razón de mi presencia es… porque necesito de su ayuda para comprobar la inocencia de mi sobrino, fue acusado injustamente de la muerte de sus padres… Un amigo, me aseguro que usted, me puede ayudar a esclarecer este mal entendido.
- ¡El abogado, ya lleva el asunto!
- ¿Entonces, cuál sería la ayuda que usted me pide?
- Mire… precisamente el licenciado Martínez, me habló de usted, lo que necesitamos es reunir las pruebas que acrediten la inocencia de mi sobrino.
- ¡Ha, ya voy entendiendo! Pues déjeme hablar con el licenciado Martínez, para saber qué tipo de pruebas necesita y cuáles son los elementos con los que cuenta el Ministerio Público.
- El semblante de la mujer se relajo, apresuradamente saca de su bolso una tarjeta y se la extiende- Éste es el número del licenciado Martínez… Por los honorarios, no se preocupe, lo más importante es comprobar la inocencia de mi sobrino.
Mario recibe la tarjeta y le hecha un vistazo rápido. La mujer se incorpora, sin darle tiempo a Mario de acompañarla a la salida, la mujer sólo comenta.
- ¡Estaremos en contacto, gracias!
Mario, lee la tarjeta y decide marcar.
- Al oír la voz del otro lado del auricular, pregunta- ¿Licenciado Martínez?
- Sí, soy yo ¿quién habla?
A grosso modo, se presenta e informa la razón de su llamada.
- ¡Ha! Ya fue la señora Macías a verlo. ¡Pobre mujer esta desesperada!
- Sí, eso parece. Pero no me dio ningún dato relevante sobre el homicidio, sólo su tarjeta.
- ¡Sí, si la mujer está algo nerviosa! Bueno, dígame cuándo podemos vernos para ponerlo al tanto del asunto y nos coordinarnos.
- Mario, revisa su agenda y responde -Le parece que nos veamos mañana, a las diez de la mañana. Sólo dígame el lugar.
- Está bien, le párese en mi despacho.
- Bien, ¿cuál es la dirección?
- República del Salvador número diez, despacho dos.
- Tomé nota abogado, nos veremos el mañana… ¿sólo una pregunta, más?
- Sí, ¿Cuál?
- ¿Cuál es el nombre del inculpado?
- Isaac Macías Smith, seguro que ha oído hablar de él, esta en todos los noticieros.
- Sí, algo he oído. Buenas tarde abogado, nos veremos.
- Buenas tardes, señor Estrada.
Mario cuelga e inmediatamente entra al Internet, necesita saber quiénes son esas personas y de qué asunto se trata.
Teclea el nombre de Isaac Macías Smith y rápidamente el ordenador despliega una lista de noticias sobre el caso. Mario las lee con interés, tomando nota de ciertos detalles.
A la mañana siguiente, en el despacho del licenciado Martínez, Mario, es recibido por Anita, la secretaria del despacho. Le informa que tiene una cita con el licenciado Martínez. Ella, amablemente lo hace pasar, indicándole que se siente en la sala de espera, mientras le avisa al licenciado.
Un momento después, aparece el licenciado Martínez, un hombre de unos sesenta años, moreno, alto y corpulento. Su rostro dibuja una sonrisa, le extiende la mano, en ademán de presentación y lo invita a pasar a su privado.
- ¿Gusta tomar un café?
- Sí, gracias, con dos de azúcar.
Por el teléfono, llama a Anita, en tanto señala una pequeña mesa de juntas, donde se encuentra un expediente. Con un ademán le indica que se aproxime a la mesa y tome asiento.
Mario hace lo propio, toma el expediente, una vez que el licenciado Martínez se reunió con él, éste señala:
- Es el expediente, de todo lo que sea actuado sobre el caso. Necesito que lo lea con detenimiento y me dé sus apreciaciones.
- Mario, toma el expediente y señala -¿Puedo llevármelo?
- ¡Por supuesto! Esa copia es para usted… Sólo le pido que se dé prisa, los términos corren y no tenemos mucho tiempo. Promovimos, un amparo pero debido a la naturaleza del delito, el señor Macías se encuentra arraigado.
En esos momentos, entra Anita con el servicio, Mario la observa con mayor detenimiento, mientras ella sirve las tazas de café. Es una chica linda.
Una vez que Anita se retira, ambos hombres empiezan a platicar sobre el caso. Mario, lo escucha atentamente. Una vez, que Martínez termina, pregunta.
- ¿Cuáles son los motivos, por lo que se presume qué el señor Macías es el responsable?
- Con una leve sonrisa, el licenciado, le informa.- Es un hombre joven, hijo de familia con una conducta un tanto desordenada… Que en ocasiones anteriores, ha tenido algunos problemas con la justicia y con sus padres. Lo conozco desde hace varios años, pues he sido el representante legal del negocio familiar, pero Isaac, no es del tipo de personas capaz de cometer actos de esa naturaleza, más bien esta más preocupado en divertirse.
Hecho ese último comentario y después de coordinarse, los hombres se despidieron.
En su oficina, Mario, se prepara un café, se acomoda en su sillón, y empieza a estudiar el expediente. De los datos que encuentra, sólo son especulaciones. Lo único cierto, es el homicidio de una pareja, perpetuado en su domicilio, presuntamente por su único hijo.
Con esos datos generales e incompletos, Mario no tiene más remedio que pedir la ayuda de Emilio Lombardi, un perito criminólogo de la Procuraduría, que en anteriores casos lo ha asistido. En tanto espera, que Lombardi, atienda la llamada, ve el nombre del agente encargado de la investigación. Daniel Fajardo, eso será un problema que tendrá que enfrentar.
Mario le proporciona algunos datos del asunto a Emilio Lombardi y acuerdan verse al día siguiente, en las oficinas de la Procuraduría.
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