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miércoles, 4 de marzo de 2015

Al abrir los ojos….

Al abrir los ojos en medio del silencio y la oscuridad, una sensación de ansiedad se apoderó de Luz Se incorporó de la cama tratando de encontrar una explicación a esa emoción, somnolienta y confundida se levantó de la cama para dirigirse al baño.

Frente al espejo se observó, cómo tratando que la imagen reflejada le diera una explicación, sin encontrar la respuesta abrió la llave del agua y se humedeció el rostro. Se dirigió a la mesa de noche tomo la cajetilla de cigarros, sacó uno, llevándolo a sus labios, busco el encendedor, dando una bocanada sintió como el humo caliente entraba a su boca. Parada en medio de la penumbra, sin saber qué hacer, se dirigió a la ventana.


La abrió, recibió en pleno rostro el aire frío de la madrugada, se recargó en el marco, mirando hacia la calle solitaria, de vez en cuando fumaba el cigarro hasta que se consumió.

Su rostro, se observaba meditabundo había algo que no quería salir, ni ella misma entendía qué era, pero era un hecho que “eso” la alteraba. Después de un rato, sin que pudiera explicarse su estado de ánimo, se metió a la cama, el calorcito lo sintió reconfortante, acomodo su cabeza entre las almohadas, lista para quedarse dormida nuevamente.

Estuvo quieta, con los ojos cerrados tratando de conciliar el sueño sin resultado, sin más sus ojos se anegaron y un dolor profundo le oprimía el corazón, de golpe sintió todo el dolor que había dentro de ella, le ahogaba.

Lloró hasta que ya no le tenía lágrimas. Acurrucada abrazo la almohada como una niña pequeña que le asusta la oscuridad. En un instante su cuerpo fue recorrido como por una descarga eléctrica, de esas que recorren el cuerpo cuando se recuerda algo que nos aflige.

Sintió una desesperación e indignación, se dio cuenta que su vida había perdido sentido. No había nada qué ella deseara o qué le motivara seguir adelante. Todo era una cadena interminable de responsabilidades, de sueños postergados, de alegrías nonatas.

Crispaba sus manos en la almohada de coraje y frustración.  ¿En qué momento, se había metido en todo ese embrollo? Estaba cansada, harta de que todos le pidieran, le exigieran esto y aquello. Quería ser ella, no más ni menos, tener conquistas, satisfacciones, sentir los colores y sabores de la vida.

Luz se dio cuenta de que, estaba al borde de la amargura, la desolación le pisaba los talones, tenía que hacer algo, el solo pensar, en ser una de tantas mujeres que veía por todos lados, caminando como autómatas, haciendo día tras día lo mismo, sin chistar nada o aquellas que se ufanan de su vida, como sino se notará que detrás de esa marcara hay una mujer triste y frustrada.

¡Qué están que se las carga la chingada! pero prefieren mantener su máscara, antes de poner entre dicho a su persona, su vida y por ende a su flamante familia. Aun cuando sea de conocimiento público, el maltrato físico o psicológico de que son víctimas.

Cuanto más pensaba, más angustia sentía, de no ser una mujer centrada, hubiera salido corriendo rumbo a donde fuera. Así transcurrió lo que de la noche quedaba, entre angustias y zozobra.

Sonó el despertador, Luz no había pegado los ojos, con desgano se dirigió al baño. Abrió las llaves de la regadera, regulo las llaves hasta que el agua tuvo una temperatura agradable, se alejó de la regadera para despojarse de sus ropas, descalza se dirigió a la regadera, el agua la sintió como una caricia que recorría su cuerpo, dejó escapar un suspiro, el agua la relajó, era tal agradable que si por ella fuera, se quedaba todo el día, pero, siempre hay un maldito pero, tenía que ir a trabajar, además de ir a ver a su padre, como lo hacía todas las semanas.

Prolongo un rato más su baño, salió envuelta en una toalla, dirigiéndose a su recámara, se sentó en el taburete, tomo otra toalla que estaba ahí, enredándola en la cabeza, se miró al espejo y recargo los codos en el tocador agarrándose la cara, ¡tenía cara de fastidio!, así se quedó un rato. Vio el reloj, iba tarde.

Luz estaba irreconocible, otro momento estaría aventando cosas y buscando otras, hecha una furia contra el tiempo. Hoy estaba sosegada, ella misma estaba sorprendida, pero no tenía el ánimo de buscar una explicación.

Se dio el tiempo para arreglar su recamara, de escoger la ropa que pondría y maquillarse, una vez que hubo terminado, salió tranquilamente, dirigiéndose a la cocina, revisó el refrigerador haber que podía comer, saco un jugo y una jarra de leche, las puso en la mesa, regreso nuevamente al refrigerador, tomo un recipiente que contenía jamón. Acto seguido, fue a la despensa, tomo el pan de caja y mermelada, con su botín en la mesa, se sentó para prepararse un suculento desayuno.

Una vez que termino, medio arreglada la cocina, tomo su bolso y salió, como todos los días a conquistar al mundo.

Ese día decidió irse en el transporte público, no tenía el ánimo de lidiar con el tráfico, a decir verdad no tenía ganas de nada. Se dirigió a la parada del "pesero", como todos espero a que este apareciera, entre empujones y ladridos encontró un espacio en donde no obstruía el paso.

Se tomó del pasamano, en el asiento frente a ella iba sentado un joven, él le ofreció amablemente el lugar, le agradeció, pero desistió la invitación, él insistió, ella no del mejor ánimo acepto. Él levantó, haciéndose un lado para que Luz se sentara, por agradecimiento le pidió su morral de piel, él dijo que no se molestara, ella le extendió la mano, él entregó el objeto.

Durante el trayecto hubo silencio, hasta que Luz se trató de incorporar, tenía que bajarse en la siguiente parada, le entrego el morral el joven y le dio las gracias, el cortés se hizo de lado para que pasara Luz.

Como pudo, Luz llegó a la puerta trasera y presiono el timbre, con la delicadeza que caracteriza a los “microbuseros” se detuvo. Luz en la cera se arregló la ropa y acomodo su bolsa en su hombro, comenzó a caminar, no había avanzado tanto, cuando de repente le dijeron:

- ¡Hola!

Ella imaginó que, se trataba de algún compañero del trabajo y giro la cara para responder el saludo. Quien estaba detrás de ella, con una amplia sonrisa era el joven del "pesero", desconcertada le respondió:

- ¡Hola!

Él, presto se puso al lado de Luz y continuaron caminando, en un incómodo silencio.

Él preguntó.

-¿A dónde va?
-A trabajar
Nuevamente se quedaron callados, Luz, le dijo.
-¿Tú adonde te diriges?
-A la Universidad
- ¡Qué casualidad, yo también voy para allá!- replico Luz.
-¿Trabaja en la Universidad? ¿En dónde? - Preguntó él.
-Doy clases en la facultad de Economía
-¡Yo estudio allí, estoy en el último semestre!
-¡Mira lo qué son las cosas, muy bien, te felicito!
-¿Cómo se llama?
-Luz y ¿Tú?
-Jorge
-Mucho gusto Jorge- extendió la mano

Así iniciaron una plática que duro hasta llegar a la entrada de la facultad. Luz se dirigió a la sala de profesores y Jorge a las aulas.

Horas después, Luz se retiraba del trabajo. En la puerta de entrada de la facultad, estaba Jorge, platicaba con unos compañeros. Ella lo vio y siguió caminando. Él se despidió de sus amigos y se aproximó a ella.

Despreocupadamente le dijo:

-¡Hola, maestra!

-¡Hola, Jorge! -Ella sonrió

¿Ya se va? -pregunto Jorge.

Luz, sin dejar de caminar:

-Sí, ya me voy, termine de dar mis clases ¿Tú no tienes clases?

-No, ya no tengo clases, los maestros de las dos últimas clases nos avisaron la clase pasada, que no vendría.

Atrevido Jorge, pregunto:

-Maestra, ¿Puedo acompañarla? Bueno, sino se enoja su novio, claro.

Luz dudó un momento y guardo silencio.

-Sí, no hay problema.

La plática que se inició, fue sobre las clases, los maestros y los chismes. Luz, estaba muy divertida, el chico tenía una chispa alegre que la hacía reír.

Cuando llegaron a la Terminal de los "peseros", parecían viejos compañeros. Bromeaban y reían. Abordaron el microbús, se sentaron juntos, traían un “relajo” Luz, le comento que era un chico muy divertido, pero se tenía que bajar en la siguiente parada.

Jorge se quedó callado, de repente se levanta y le dice a Luz

- ¿La acompaño a su casa?

Luz se quedó de una pieza, no sabía que decir, el transporte seguía avanzando. Jorge, nuevamente insistió.

Luz al ver su rostro de súplica, sonrió.

- ¡Está bien, pero apúrate!

Así que bajaron entre empujones y apretones, ya en la calle empezaron a caminar, Luz llevaba el ritmo de la caminata, a unas cuantas cuadras se paró frente a un edificio de departamentos.

- ¡Aquí es!

Parados frente al edificio, intercambiaron unas cuantas palabras de despedida. Luz comenzó a subir los escalones que se dirigían a la puerta de acceso del edificio. Jorge, observaba alejarse a Luz.

Jorge, nuevamente hablo para decirle a Luz

- ¿Maestra Luz, me invita un café?

Luz detuvo su avance y sin voltear por un momento. Estaba emocionada como adolescente, apenada por lo ridículo de su sentimiento, como en una película muda vio su vida tan gris y sosa.

Sin más, sé voltio, diciéndole.

- ¡Está bien, sube!

Luz no permitía que su conciencia ni su sentido común dijeran nada. Llegaron a departamento e invito a pasar al joven, le señalo el sillón y le dijo que dejara sus cosas en una mesita.

El joven tímidamente hizo lo indicado, se sentó en el sillón, ella en el otro, el silencio se posesionó del lugar, hasta que Luz preguntó:

- ¿Cómo, quiere el café?

- ¡Solo, gracias!

Luz se levantó, se rigió a la cocina, desde la sala Jorge oía el ruido de trastes y agua corriendo, mientras observaba el departamento, hasta que la voz de Luz, lo sacó de sus pensamientos.

- Jorge ¿Puedes venir a ayudarme con las cosas, por favor?

Él se levantó dirigiéndose a la cocina, entro y vio sobre la mesa una cafetera, tazas, servilletas y unas galletas. Tomo la cafetera, las galletas y servilletas y salió, ya en la sala le pregunto a Luz, dónde las ponía. Ella se dijo que sobre la mesa de centro, que pusiera unas servilletas debajo de la cafetera, porque estaba caliente.

Un momento después, apareció Luz con los restantes enseres. Acerco el sillón y comenzó a servir el café y acomodar las galletas en una charolita.  

Le entrego la taza a Jorge, se acomodó en su asiento y empezaron a platicar. Hablaron de sus familias, de música, de la escuela, de sus planes, etc. Luz puso música a petición de Jorge, quería oír la música que a ella le gustaba, conforme oían la música, Luz le contaba los recuerdos que le traían.

El ambiente se fue relajando entre ellos. Jorge le pide que bailara con él. Luz protestó, dijo que tenía mil años que no bailaba, sin hacer caso a sus protestas Jorge le extendió la mano y la invito a bailar.

Bailaron buen rato, de todo tipo de música, Luz estaba muy divertida y al parecer Jorge igual, ya cansados se dejaron caer en el sillón, estaban sudados y con sed, Luz preguntó, si quería tomar algo, él le respondió que sí.

Luz se levantó para digerirse a la cocina, al dar el primer paso, Jorge la tomo de la mano y se levantó, estaba frente a ella, Luz se puso nerviosa y trato de continuar con lo que iba a hacer, pero él la tomo de la cintura y la nuca, plantándole un beso.

Ella, ni las manos metió, se quedó aletargada, tenía años que nadie la besaba. Cuando él se separó de ella, ambos no sabían quehacer.

Luz se dirigió a la cocina, trajo un vino tinto que encontró en el refrigerador y unas copas, sin decir palabra sirvió una copa que se la ofreció a Jorge. Ella se sirvió otra y se sentó enfrente de él.

Durante un momento, trato de poner en orden sus ideas, buscar las palabras correctas. Estaba a punto de hablar, cuando fue interrumpida por Jorge, solo quiero decirte:
- No soy un aprovechado que, tomo la oportunidad contigo, solo que me gustas, me gusta tu forma de ser, y bueno, no pude resistir besarte.

Si te ofendí, te ofrezco una disculpa y si quieres que me vaya me voy. Solo entiende que no quiero abusar de ti.

Ella escuchaba en silencio, miles de dudas, de temores y otros cuantos demonios bailaban en su cabeza. Cómo era posible que una mujer como ella, tan seria, tan juiciosa, estuviera en una situación así. ¿Qué diablos le pasaba?

Por otra parte, algo se despertó dentro de ella, algo que tenía años durmiendo, después de mucho tiempo sintió la vida dentro de ella, era una mujer con el derecho de vivir, de sentir.

Trato de ser objetiva y fría tenía que tomar una decisión. Jugaba este juego o se retiraba…

En tanto Jorge, se notaba intranquilo y pensativo. Sabía que Luz no era una de sus amiguitas con las que se puede pasar un rato agradable y no hay problema. Ella era una mujer con un camino andado, con un lugar en la vida y él un “chavo” que, apenas intentaba salir adelante, sin nada que ofrecer a nadie, de alguna forma inmaduro. Igual solo podría ser una aventura, una experiencia pero ¿Ella se prestaría a eso?

Cada uno estaba con su guerra interna.

Luz sabía que, ella era que decidía lo que pasaría, recordó los sentimientos que la mantuvieron despierta la noche anterior… Su decisión fue tomada, se daría la oportunidad de vivir la experiencia, a esas alturas de su vida, una situación como esa no la iba a tirar.

Levanto la cara para ver a Jorge, este al verla, sabía que había tomado una decisión, trago saliva y espero a que ella diera el primer movimiento.

Luz levantó su copa y le dijo que brindaran por este día, Jorge levantó la suya, más por obediencia que por saber que pasaba. Luz se levantó y se dirigió a poner más música, ahora ella invitó a Jorge a bailar, este tímidamente acepto, la tomo del talle y empezaron a bailar lentamente, se acercó a él y le dio un beso suave, poco a poco aparecieron las caricias y más besos.

La noche avanzaba, ellos dejaron salir sus pasiones, sus deseos que se prolongaron durante toda la noche, a la mañana siguiente al abrir los ojos, Luz vio a su lado el cuerpo de Jorge, lo observo por un momento, era un hombre varonil con algunos rasgos infantiles, se le acercó para darle un beso. Él despertó, le dio los buenos días, nuevamente se unieron disfrutándose mutuamente para después correr a atender los deberes del día a día.

La relación duró hasta finalizar el semestre, Jorge término la licenciatura, Luz acepto una beca en el extranjero. Para Luz fue una aventura maravillosa, que siempre llevaría en su corazón con mucha ternura. Para Jorge tal vez igual o quién sabe.


Lunaoscura

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