Sonó el timbre, Arabela abrió la puerta. En el lumbral estaba un hombre parado con una sonrisa de oreja a oreja. Algo sorprendida, le pregunto
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jueves, 29 de enero de 2015
Romanticismo
El Romanticismo es un movimiento
artístico, literario y cultural que tuvo su inició en Inglaterra y Alemania a
fines del siglo XVIII, y se extendió a otros países de Europa y las Américas
durante la primera mitad del siglo XIX. Marcó una ruptura con la ideología de
la Ilustración y el Neoclasicismo.
El Sí de la Dama
¡Si! Os respondí anoche,
¡No! Esta mañana, Señor, he dicho.
Los colores, vistos a la luz de las velas,
No brillan igual durante el día.
Cuando los tambores sonaron perfectos,
Las lámparas arriba y las risas abajo,
Ámame sonaba como algo sínico,
Tanto para el Sí como para el No.
¡No! Esta mañana, Señor, he dicho.
Los colores, vistos a la luz de las velas,
No brillan igual durante el día.
Cuando los tambores sonaron perfectos,
Las lámparas arriba y las risas abajo,
Ámame sonaba como algo sínico,
Tanto para el Sí como para el No.
La dama negra
Hacía ya doscientos años que el
castillo no era sino un montón de piedras derruidas. En mitad de aquellas rocas
se había alzado un magnífico arce que en numerosas ocasiones los campesinos de
los alrededores habían intentado derribar sin lograrlo, pues su madera era muy
dura y nudosa. Finalmente, un joven llamado Wilhelm vino a su vez a intentar la
aventura como los demás, y después de haberse desprendido de su chaqueta,
asiendo un hacha que había mandado afilar a propósito, golpeó el tronco del
árbol con todas sus fuerzas, pero el árbol repelió el hacha como si hubiera
sido de acero. Wilhelm no se desanimó y propinó un segundo golpe, el hacha
rebotó de nuevo; por fin, levantó el brazo, y reuniendo todas sus fuerzas, dio
un tercer golpe, pero como al propinar ese tercer golpe oyó algo semejante a un
suspiro, levantó los ojos y vio delante de él a una mujer entre veintiocho y
treinta años, vestida de negro y que habría sido perfectamente bella si su
palidez no hubiera dado a toda su persona un aspecto cadavérico que indicaba
que desde hacía mucho tiempo aquella mujer ya no pertenecía a este mundo.
— ¿Qué quieres hacer con este árbol? —preguntó la Dama Negra.
—Señora —respondió Wilhelm
mirándola sorprendido, pues no la había visto llegar y no podía adivinar de
dónde salía—, señora, quiero hacer una mesa y unas sillas, pues me caso en la
próxima fiesta de san Martín con Roschen, mi prometida, a quien amo desde hace
tres años.
—Prométeme que harás una cuna
para tu primer hijo —dijo la
Dama Negra —, y levantaré el hechizo que defiende
este árbol del hacha del leñador.
—Se lo prometo, señora. —dijo
Wilhelm.
—
¡Muy bien! ¡Entonces golpea ahora! —dijo la
dama.
Wilhelm levantó su hacha, y del
primer golpe hizo en el tronco una incisión profunda; tras el segundo golpe, el
árbol tembló de la copa a las raíces; tras el tercero, cayó completamente
separado de su base y rodó por el piso. Wilhelm levantó la cabeza para darle
las gracias a la Dama Negra ,
pero ésta había desaparecido.
El joven cumplió la promesa que había
hecho, y aunque se burlaron bastante de él al ver que construía una cuna para
su primer hijo antes de que se hubiera realizado el matrimonio, no por eso puso
menos ardor y atención en su trabajo hasta el punto que, antes de que hubieran
transcurrido ocho días, ya había acabado una encantadora cuna.
Poco después se desposó con
Roschen y nueve meses después, Roschen dio a luz a un hermoso niño que
colocaron en su cuna de arce. Aquella misma noche, cuando el niño lloraba y su
madre, desde su cama, lo mecía, la puerta de la habitación se abrió y la Dama Negra apareció en
el umbral, llevando en la mano una rama de arce seca; Roschen quiso gritar,
pero la Dama Negra
puso un dedo sobre sus labios, y Roschen, por temor a irritar a la aparecida,
permaneció muda e inmóvil, con los ojos clavados en ella. La Dama Negra se acercó
entonces a la cuna con paso lento y que no producía ruido alguno. Cuando llegó
junto al niño, unió las manos, rezó un momento en voz baja, besó al bebé en la
frente y dijo a la pobre madre aterrorizada:
—Roschen, coge esta rama seca que
procede del mismo arce del que está hecha la cuna de tu hijo, guárdala con
cuidado, y tan pronto como tu hijo haya alcanzado los dieciséis años,
introdúcela en agua pura; luego cuando le hayan salido hojas y flores, dásela a
tu hijo y pídele que vaya a tocar con ella la torre del lado de Oriente: eso le
traerá a él felicidad y a mí la liberación.
Luego, tras haber pronunciado
estas frases, dejando la rama seca en las manos de Roschen, la Dama Negra desapareció.
El niño creció y se convirtió en
un hermoso joven; un buen genio parecía protegerlo en todo cuanto hacía; de vez
en cuando, Roschen le echaba una mirada a la rama del arce que había colocado
por debajo del crucifijo, junto al boj bendecido el Domingo de Ramos. Y como la
rama estaba cada día más seca, ella sacudía la cabeza dudando que una rama tan
seca pudiera llegar a tener hojas y flores. No obstante, el mismo día en que su
hijo cumplió los dieciséis años, no dejó de obedecer las órdenes expresas de la Dama Negra y, cogiendo
la rama de debajo del crucifijo, fue a colocarla en medio de un manantial que
brotaba en el jardín. Al día siguiente fue a ver la rama y le pareció que la
savia empezaba a circular por debajo de la corteza; dos días después vio que se
le formaban brotes; al día siguiente esos brotes se abrieron, luego crecieron
las hojas, aparecieron las flores, y al cabo de ocho días de haber estado en el
manantial, la rama estaba como si acabaran de cortarla del arce vecino.
Entonces Roschen buscó a su hijo,
lo condujo al manantial, y le contó lo que había sucedido el día de su
nacimiento. El joven, aventurero como un caballero andante, cogió de inmediato
la rama e inclinándose ante su madre le pidió su bendición, pues quería iniciar
su aventura en aquel mismo instante. Roschen lo bendijo y el joven se dirigió
de inmediato hacia las ruinas.
Era ese momento del día en el que
el sol, al ocultarse en el horizonte, hace surgir la sombra de los lugares
profundos a los más elevados. El joven, pese a ser valiente, no estaba exento
de esa inquietud que experimenta el hombre más animoso en el momento en el que
se enfrenta a un acontecimiento sobrenatural e inesperado; cuando
puso el pie en las ruinas, su corazón latía con tanta intensidad que tuvo que
detenerse un instante para respirar. El sol se había ocultado por completo y la
oscuridad empezaba a alcanzar el pie de las murallas cuya cima estaba aún
dorada por los últimos rayos de luz. El joven avanzó con la rama de arce en la
mano hacia la torre del Oriente, y al oriente de la torre encontró una puerta;
llamó tres veces, y a la tercera la puerta se abrió y apareció la Dama Negra en el
dintel. El joven dio un paso hacia atrás pero la aparecida tendió una mano
hacia él y con voz dulce y rostro sonriente:
—No temas, joven —dijo—, pues hoy
es un día feliz para ti y para mí.
—Pero ¿quién es usted, señora, y
qué puedo hacer por usted?
—Soy la dama de este
castillo —prosiguió el fantasma—, y como ves, nuestra suerte es
similar; él no es sino una ruina y yo no soy sino una sombra. De joven, estuve
comprometida con el joven conde de Windeck, que vivía a unas leguas de aquí, en
el castillo cuyos restos llevan aún su nombre. Después de haberme dicho que me
amaba, y haberse asegurado de que yo compartía su amor, me abandonó por otra
mujer que convirtió en su esposa; pero su felicidad no duró mucho. El conde de
Windeck era ambicioso; entró en la
Liga contra el emperador y murió en un combate en el que su
partido fue derrotado; entonces, los partidarios del emperador se desperdigaron
por las montañas, pillando e incendiando los castillos de sus enemigos. El
castillo de Windeck fue pillado e incendiado como los demás, y la joven condesa
huyó con su hijo en los brazos; agotada por la fatiga, cogió una rama de arce
para usarla de cayado. Había visto desde lejos las torres de mi castillo y,
como ignoraba lo que había habido entre su marido y yo, venía a pedirme
hospitalidad; pero si ella no me conocía, yo sí la conocía a ella; la había
visto pasar en silla de mano, embriagada de amor, ardiente en el placer,
seguida de lejos por muchos jóvenes guapos que, como si fueran eco de mi
ingrato enamorado, le decían que era hermosa. Al verla, en lugar de apiadarme
de ella como debía hacerlo una cristiana, todo mi odio se despertó. La vi con gusto,
abrumada por el peso de su tierno fardo subir con los pies descalzos y
malheridos por el sendero rocoso que conducía a la entrada de mi castillo.
Pronto se detuvo sobre la colina
que domina aquel lago de agua oscura que ahí ves; haciendo un esfuerzo,
hundiendo su cayado en tierra para apoyarse en él, tendió hacia mí sus brazos
en los que estaba su hijo y, moribunda, se dejó caer exhausta abrazando a su
pobre hijito sobre su pecho. Entonces, sí, lo sé muy bien, yo habría debido
descender de mi balcón, ir a su encuentro, levantarla con mis manos, sostenerla
sobre mi hombro, conducirla a este castillo y convertirla en mi hermana. Eso
habría sido hermoso y caritativo a los ojos de Dios; sí, lo sé, pero yo me
sentía celosa del conde, incluso después de su muerte. Quise vengarme en su
pobre esposa inocente de lo que yo había sufrido.
Llamé a mis criados y les ordené
que la echaran como si fuera una vagabunda. Desgraciadamente, me obedecieron:
los vi acercarse a ella, insultarla, y negarle hasta el trozo de tierra en la
que reposaba un instante sus miembros fatigados. Entonces, se levantó como una
loca, y cogiendo a su hijo en brazos, la vi correr con el cabello al viento
hacia la roca que domina el lago, subir a la cima y luego, profiriendo
una terrible maldición contra mí, precipitarse al agua, ella y su
bebé. Lancé un grito. Me arrepentí al instante, pero era demasiado tarde.
La maldición de mi víctima había llegado hasta el trono de Dios.
Había pedido venganza y la venganza debería realizarse.
Al día siguiente, un pescador que
había arrojado sus redes al lago sacó a la madre y al hijo aún abrazados. Como,
según la declaración de mis criados, había atentado contra su propia vida, el
capellán del castillo se negó a enterrarla en tierra consagrada y fue depositada
en el lugar en el que había hundido su cayado de arce; muy pronto, aquel
cayado, que aún estaba verde, echó raíces y, a la primavera siguiente, dio
flores y frutos.
Por lo que a mí respecta,
devorada por el arrepentimiento, sin tranquilidad durante mis días ni reposo
durante mis noches, pasaba el tiempo rezando de rodillas en la capilla, o
deambulando en torno al castillo. Poco a poco sentí que mi salud se deterioraba
y fui consciente de que padecía una enfermedad mortal. Muy pronto, una
languidez insuperable se adueñó de mí y me obligó a permanecer en cama.
Hicieron venir a los mejores médicos de Alemania pero, al verme, todos movían
la cabeza y decían: "No podemos hacer nada, la mano de Dios está sobre
ella". Tenían razón, yo estaba condenada. Y el día del tercer aniversario
de la muerte de la condesa, yo morí a mi vez. Por sugerencia mía, me vistieron
con el vestido negro que había usado en vida con el fin de llevar, incluso
después de mi muerte, luto por mi crimen; y como, pese a ser muy culpable, me habían
visto morir como una santa, me depositaron en la cripta funeraria de mi familia
y sellaron sobre mí la losa de mi tumba.
La misma noche del día en el que
allí me depositaron, en medio de mi sueño mortal, me pareció oír sonar la hora
en el reloj de la capilla. Conté las campanadas y oí doce. Tras la última, me
pareció que una voz me decía al oído:
—Mujer, levántate.
Reconocí la voz de Dios y
exclamé:
— ¡Señor! ¡Señor! ¿no estoy
muerta entonces, y aunque creía haberme dormido en vuestra misericordia para
siempre, vais a devolverme a la vida?
— ¡No! —Dijo la misma voz— no
temas, sólo se vive una vez; sí, estás muerta, pero antes de implorar mi
misericordia, es necesario que des satisfacción a mi justicia.
— ¡Dios mío, Señor! —Exclamé
temblando— ¿Qué vais a ordenar sobre mí?
—Errarás, pobre alma en
pena —respondió la voz— hasta que el arce que da sombra a la tumba de la
condesa sea lo suficientemente grueso como para proporcionar tableros para la
cuna del niño que te liberará. Levántate pues de tu tumba y cumple mi designio.
Entonces, con la punta de un dedo
levanté la losa de mi sepulcro, y salí, pálida, fría, inanimada, y deambulé
alrededor de mi castillo hasta que se oyó el primer canto del gallo; entonces,
como impulsada por un brazo irresistible, entré en esta torre cuya puerta se
abrió sola ante mí, y me tendí en mi tumba, cuya tapa se cerró sola. La segunda
noche fue igual, y todas las noches que siguieron a la segunda.
Esto duró casi tres siglos. Vi
cada año caer una tras otra las piedras del castillo, y brotar una a una todas
las ramas del arce. Finalmente, del edificio y de sus cuatro torres sólo quedó
ésta; el árbol creció y se hizo robusto hasta el punto que vi que se acercaba
el momento de mi liberación.
Un día tu padre vino con un hacha
en la mano. El arce, que hasta entonces había resistido al acero más afilado,
ablandado por mí, cedió ante el metal de su hacha; a petición mía, hizo del
tronco una cuna en la que te recostaron el día que naciste. El Señor ha
cumplido lo que me prometió, ¡bendito sea Dios todopoderoso y misericordioso!
El joven hizo la señal de la cruz
y preguntó: "¿Y ya no me queda nada más que hacer?".
—Sí —respondió la Dama Negra —, sí, joven,
debes concluir tu obra.
—Ordene, señora —contestó— y yo
obedeceré.
—Excava al pie del arce y
encontrarás los huesos de la condesa de Windeck y de su hijo: haz que los
entierren en tierra consagrada, y cuando estén enterrados, levanta la losa de
mi tumba y ponme una rama de boj bendecido en la última Pascua en la mano,
luego clava totalmente la tapa, pues no volveré a levantarme hasta el día del
Juicio Final.
—Pero ¿cómo reconoceré su tumba?
—Es la tercera de la derecha al
entrar; además —añadió la
Dama Negra tendiendo hacia el joven una mano que habría sido
perfecta de no ser por su extrema palidez—, mira este anillo, lo reconocerás
cuando lo veas en mi dedo.
El joven miró y vio un carbúnculo
tan puro que iluminaba no sólo la mano de la dama, sino además su bello y
melancólico rostro al que, lo mismo que a la mano, sólo podía reprochársele una
excesiva blancura.
—Se hará como desea —dijo el
joven cubriéndose con la mano, porque estaba deslumbrado por el brillo que
irradiaba el carbúnculo—, y desde mañana mismo.
— ¡Que así sea! —respondió la Dama Negra y
desapareció como si se la hubiera tragado la tierra.
El joven sintió que acababa de
producirse algo extraño, retiró la mano de los ojos y miró a su alrededor, pero
estaba solo en mitad de las ruinas, con la rama de arce en la mano, frente a la
puerta de la torre del Oriente, y esta puerta estaba cerrada.
El joven regresó a su casa y se
lo contó todo a su padre y a su madre que reconocieron en ello la mano de Dios;
al día siguiente, avisaron al párroco de Achern, que acudió al lugar indicado
por el joven entonando el Magnificat, mientras dos enterradores excavaban al
pie del arce. A cinco o seis pies de profundidad, como lo había dicho la Dama Negra , se
encontraron los dos esqueletos; los huesos de los brazos de la madre apretaban
aún a su hijo contra los huesos de su pecho. Ese mismo día, la condesa y su
hijo fueron inhumados en tierra consagrada.
Luego, al salir de la iglesia, el
joven cogió de los pies de un crucifijo una rama bendecida en la última Pascua,
y llamando a dos de sus amigos, uno de los cuales era albañil y el otro
cerrajero, los llevó consigo a la torre del Oriente. Cuando vieron dónde los
conducía, dudaron, pero el joven les dijo con tal confianza que al obedecerlo a
él obedecían a Dios, que no dudaron más y lo siguieron.
Al llegar a la puerta de la
torre, el joven se percató de que había olvidado la rama de arce con la que la
había tocado la víspera, pero pensó que su rama bendecida tendría sin duda el
mismo poder; y no se equivocó. Apenas el extremo de la rama seca hubo rozado la
maciza puerta, ésta giró sobre sus goznes, como si la hubiera empujado un
gigante, y una escalera surgió ante ellos.
Encendieron las antorchas de las
que se había provisto y descendieron; tras el vigésimo escalón llegaron a
la cripta. El joven se dirigió a la tercera tumba, y llamó a sus dos
acompañantes para que le ayudaran a levantar la tapadera; una vez más dudaron,
pero su compañero les aseguró que lo que iban a hacer, lejos de ser una
profanación, era un acto de piedad; unieron pues sus fuerzas y destaparon la
tumba. Contenía un esqueleto descarnado en el que el joven no logró reconocer a
la bella mujer que le había hablado la víspera, y a la que, como ya hemos
mencionado, sólo podía reprochársele una palidez excesiva. Pero en los huesos
de su dedo, vio brillar el magnífico carbúnculo sin par en el mundo. Le colocó
en la mano la rama bendecida, cerraron la tumba e invitó a sus amigos a
sellarla lo más fuerte posible. Los dos acompañantes así lo hicieron.
Es en esa tumba, que aún hoy se
muestra a los visitantes suficientemente animosos como para atreverse a penetrar
bajo las bóvedas de la capilla subterránea, donde reposa la Dama Negra , esperando
el Juicio Final.
Alejandro Dumas (1802-1870)
http://elespejogotico.blogspot.mx/2008/05/la-leyenda-de-la-mujer-de-negro-relato.html
miércoles, 28 de enero de 2015
Virgen de medianoche
Virgen de medianoche
la de mirada perdida,
por muchos, deseada,
por nadie querida.
Por calles oscuras transitas,
llevas a cuestas nostalgias
de amantes clandestinos,
de indecorosas entelequias.
martes, 27 de enero de 2015
Quiero
Quiero que me mires
de esa forma insana,
sabes que me mueves
y no me niego.
sabes que me mueves
y no me niego.
Acaríciame esta noche,
poco a poco, suavemente,
quiero sentir tú forma
enredada en la mía.
quiero sentir tú forma
enredada en la mía.
Saborea mis bordes,
quiero perderme
en desconocidos senderos
en desconocidos senderos
que inunden mi cuerpo.
Quiero esta noche, interpretar
al hombre que despoja
quedamente, hoja a hoja,
mi entendimiento.
Lunaoscura
Preludio
Con fuego en la chimenea
y una copa de vino,
se deslizan los sueños;
noche triste que abriga
el desconsuelo.
El primer amor
Me despertaste al amor,
entre susto y emoción
¡Dije sí!
montón de sentimientos revelé,
una aventura de risas y ternuras;
segura estaba de un amor inmortal.
Te quiero
Decir que te quiero, no son
palabras vanas, es un sentimiento que brota del alma/ Dos sencillos vocablos que
nacen a la luz, de la razón meditada, no de la efusión del momento/ Es la voz madura
de un ser que se compromete que, no creer en cuentos de hadas y un vivieron
felices para siempre / Al decir que te quiero, entrego mi vida entera sin
miedos ni reservas/ Es aceptar que eres perfectamente imperfecto, no obstante,
así te quiero.
Lunaoscura
lunes, 26 de enero de 2015
¡Así, eres tú!
Presencia inundada de sensualidad,
figura perfecta, espectro cetrino viril,
desbordante de locuacidad.
La insinuación que aviva la lubricidad,
en una promesa de noches de frenesí
vivida y del deleite de mis sentidos.
Existencia, haiku.
Veo el agua correr
en la rivera del río,
sin obstruir.
Su rocío cordial
cala mi alma,
suma de memorias
sábado, 24 de enero de 2015
Arrojo
Con la fuerza del torbellino y
el arrebato del infierno,
sigo viviendo,
aunque tú me niegues.
Mi alma combatiente,
no ha sido dominada;
la alegría de mi niño
no está entristecida.
sigo viviendo,
aunque tú me niegues.
Mi alma combatiente,
no ha sido dominada;
la alegría de mi niño
no está entristecida.
Aniquilado
Simone de Beauvoir
(París, 1908-1986) Pensadora y
novelista francesa, representante del movimiento existencialista ateo y figura
importante en la reivindicación de los derechos de la mujer. Originaria de una
familia burguesa, destacó desde temprana edad como una alumna brillante.
Estudió en la Sorbona
y en 1929 conoció a Jean-Paul Sartre, que se convirtió en su compañero
durante el resto de su vida.
Se graduó en filosofía y hasta
1943 se dedicó a la docencia en los liceos de Marsella, Ruan y París. Su primera
obra fue la novela La invitada (1943), a la que siguió La sangre
de los otros(1944) y el ensayo Pyrrhus y Cineas (1944). Participó
intensamente en los debates ideológicos de la época, atacó con dureza a la
derecha francesa, y asumió el papel de intelectual comprometida. En sus textos
literarios revisó los conceptos de "historia" y "personaje"
e incorporó, desde la óptica existencialista, los temas de
"libertad", "situación" y "compromiso".
Fue fundadora junto a Sartre, A.
Camus, y M. Merleau-Ponty, entre otros, de la revista Tiempos Modernos,
cuyo primer número salió a la calle el 15 de octubre de 1945 y se transformó en
un referente político y cultural del pensamiento francés de mitad del siglo XX.
Posteriormente publicó la novela Todos los hombres son
mortales (1946), y los ensayos Para una moral de la
ambigüedad (1947) y América al día (1948).
Su libro El segundo
sexo (1949) significó un punto de partida teórico para distintos grupos
feministas, y se convirtió en una obra clásica del pensamiento contemporáneo.
En él elaboró una historia sobre la condición social de la mujer y analizó las
distintas características de la opresión masculina. Afirmó que al ser excluida
de los procesos de producción y confinada al hogar y a las funciones
reproductivas, la mujer perdía todos los vínculos sociales y con ellos la
posibilidad de ser libre. Analizó la situación de género desde la visión de la
biología, el psicoanálisis y el marxismo; destruyó los mitos femeninos, e
incitó a buscar una auténtica liberación. Sostuvo que la lucha para la
emancipación de la mujer era distinta y paralela a la lucha de clases, y que el
principal problema que debía afrontar el "sexo débil" no era
ideológico sino económico.
Fundó con algunas feministas la Liga de los Derechos de la Mujer , que se propuso
reaccionar con firmeza ante cualquier discriminación sexista, y preparó un
número especial de Tiempos Modernos destinado a la discusión del
tema. Ganó el Premio Goncourt con Los mandarines (1954), donde trató las
dificultades de los intelectuales de la posguerra para asumir su
responsabilidad social. En 1966 participó en el Tribunal Russell, en mayo de
1968 se solidarizó con los estudiantes liderados por Daniel Cohn-Bendit, en
1972 presidió la asociación Choisir, encargada de defender la libre
contracepción, y hasta sus últimos días fue una incansable luchadora por los
derechos humanos.
Sus abundantes títulos
testimoniales y autobiográficos incluyen Memorias de una joven formal (1958), La
plenitud de la vida (1960), La fuerza de las cosas (1963), Una
muerte muy dulce (1964), La vejez (1968), Final de
cuentas (1972) y La ceremonia del adiós (1981).
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/beauvoir.htm
Textos escogidos de Simone de Beauvoir
"... siempre ha habido
mujeres, éstas lo son por su estructura fisiológica; por lejano que sea el
tiempo histórico al cual nos remontamos, han estado siempre subordinadas al
hombre: su dependencia no es consecuencia de un acontecimiento, o de un
devenir, no es algo que ha llegado. La alteridad aparece aquí como un absoluto,
porque escapa en parte al carácter accidental del hecho histórico. Una
situación que se ha creado a través del tiempo puede deshacerse en un tiempo
posterior (...). En cambio, parece que una condición natural desafía al cambio.
En verdad, la naturaleza no es un dato inmutable, del mismo modo que no lo es
la realidad histórica. Si la mujer se descubre como lo inesencial que
nunca vuelve a lo esencial es porque ella misma no opera esa vuelta. "
“El hombre se eleva sobre el animal al arriesgar la vida no al darla: Por eso la humanidad acuerda superioridad al sexo que mata y no al que engendra.
Tenemos aquí la llave de todo el
misterio [...] El hombre asegura la repetición de la Vida al transcender la Vida por la existencia, y por
medio de esa superación crea valores que niegan todo valor a la pura
repetición [...] Al plantearse como soberano encuentra la complicidad de
la mujer misma, porque ella es también un existente, está también habitada por
la transcendencia y su proyecto no es la repetición, sino su superación hacia
un otro porvenir; ella encuentra también en el corazón de su ser la
confirmación de las pretensiones masculinas. [...] Su desgracia es haber
sido consagrada biológicamente a repetir la Vida , cuando a sus mismos ojos la Vida no lleva en sí sus
razones de ser y esas razones son más importantes que la vida
misma."
"Poco a poco el hombre ha mediatizado sus experiencias, y tanto en sus representaciones como en su existencia práctica, ha triunfado el principio macho. El Espíritu le ha hecho triunfar sobre
"Así el triunfo del patriarcado no fue ni un azar ni el resultado de una evolución violenta. Desde el origen de la humanidad su privilegio biológico ha permitido a los machos afirmarse solos como sujetos soberanos, y no han abdicado nunca ese privilegio, (...) Es posible, sin embargo, que si el trabajo productor hubiese seguido siendo proporcionado a la medida de sus fuerzas la mujer hubiera realizado la conquista de la naturaleza con el hombre (...) Lo que le ha sido nefasto es que, al no convertirse en una compañera de trabajo para el obrero, ha sido excluida del Mitsein humano: esa exclusión no se explica por el hecho de que la mujer sea débil y de capacidad productora inferior; el macho no reconocía en ella a un semejante porque ella no participaba de su manera de trabajar y pensar y porque permanecía sujeta a los misterios de la vida; dado que no la adoptaba, dado que conservaba ante sus ojos la dimensión del otro el hombre no podía sino hacerse su opresor. La voluntad macho de expansión y dominación ha transformado la incapacidad femenina en una maldición."
El segundo sexo (1949;
Cátedra, 2005)
"Porque el hombre es trascendencia, jamás podrá imaginar un paraíso. El paraíso es el reposo, la trascendencia negada, un estado de cosas ya dado, sin posible superación. Pero en ese caso ¿qué haremos? Para que el aire sea respirable tendrá que dejar paso a las acciones, a los deseos, que a su vez tenemos que superar: tendrá que dejar de ser paraíso. La belleza de la tierra prometida es que ella prometía nuevas promesas.Los paraísos inmóviles no pueden prometer más que un eterno aburrimiento (...)
Si Dios es la infinitud y la plenitud del ser, no hay distancia entre su proyecto y su ser realidad, su voluntad es el fundamento inmóvil de su ser. Lo que quiere se hace, quiere cuanto es... Tal Dios no es una persona singular, es el universal, el todo inmutable y eterno. Y lo universal es silencioso... La perfección de su ser no deja ningún lugar al hombre porque el hombre no podría trascenderse en Dios si Dios ya está todo entero dado. En tal caso el hombre no es más que un accidente indiferente a la realidad del ser; está en la tierra como un explorador perdido en el desierto; puede ir a la derecha o a la izquierda, puede ir a donde quiera; jamás irá a ningún lugar y la arena cubrirá sus huellas. "
Pirro y Cineas (1944)
“Extraordinario decorado el de este bosquejo de ciudad abandonada en los confines de un pueblo y al margen de los siglos. Bordeé la mitad del hemiciclo, subí por las escalinatas del pabellón central: contemplé largo rato la sobria majestad de estas construcciones edificadas con fines utilitarios y que nunca sirvieron para nada. Son sólidas, son reales: sin embargo, su abandono las transforma en un simulacro fantástico: uno se pregunta de qué. La hierba tibia, bajo el cielo de otoño, y el olor de las hojas muertas me aseguraban que no había abandonado este mundo, pero había retrocedido doscientos años atrás. Fui a buscar unas cosas en el auto; extendí una manta, almohadones, puse la radio a transistores, y fumé mientras escuchaba Mozart. Detrás de dos o tres ventanas polvorientas adivino presencias: sin duda son oficinas. Un camión se detuvo ante uno de los portones, unos hombres abrieron, cargaron bolsas en la parte trasera del vehículo. Ninguna otra cosa ha alterado el silencio de esta siesta: ni un visitante. El concierto terminado, me puse a leer. Doble sensación de extrañamiento: me iba muy lejos, a orillas de un río desconocido; alzaba la vista y volvía a encontrarme en medio de estas piedras, lejos de mi vida”.
La mujer rota (1968; Edhasa,
2007)
Carta de Simone de Beauvoir a Jean Paul Sartre
Querido pequeño ser:
Quiero contarle algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó: hace tres días me acosté con el pequeño Bost. Naturalmente fui yo quien lo propuso, el deseo era de ambos y durante el día manteníamos serias conversaciones mientras que las noches se hacían intolerablemente pesadas.
Una noche lluviosa, en una granja
de Tignes, estábamos tumbados de espaldas a diez centímetros uno del otro y nos
estuvimos observando más de una hora, alargando con diversos pretextos el
momento de ir a dormir. Al final me puse a reír tontamente mirándolo y él
me dijo: ¿De que se ríe?". Y le contesté: "Me estaba preguntando qué cara
pondría si le propusiera acostarse conmigo". Y replicó: "Yo estaba
pensando que usted pensaba que tenía ganas de besarla y no me atrevía".
Remoloneamos aún un cuarto de hora más antes de que se atreviera a besarme. Le
sorprendió muchísimo que le dijera que siempre había sentido muchísima ternura
por él y anoche acabó por confesarme que hacía tiempo que me amaba. Le he
tomado mucho cariño. Estamos pasando unos días idílicos y unas noches
apasionadas. Me parece una cosa preciosa e intensa, pero es leve y tiene un
lugar muy determinado en mi vida: la feliz consecuencia de una relación que
siempre me había sido grata. Hasta la vista querido pequeño ser; el sábado
estaré en el andén y si no estoy en el andén estaré en la cantina. Tengo ganas
de pasar unas interminables semanas a solas contigo.
Te beso tiernamente,
tu Castor.
Su pensamiento en retazos:
“El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”.
”El secreto de la dicha en el amor consiste menos en ser ciego que en cerrar los ojos cuando hace falta”.
“Es absolutamente imposible
encarar problema humano alguno con una mente carente de prejuicio”.
“La belleza es aún más difícil de explicar que la felicidad”.
“Encanto es lo que tienen algunos hasta que empiezan a creérselo”.
“Las arrugas de la piel son ese algo indescriptible que procede del alma”.
“No hay muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia pone en cuestión al mundo. La muerte es un accidente, y aún si los hombres la conocen y la aceptan, es una violencia indebida”
“¿Qué es un adulto? Un niño inflado por la edad”.
“Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra”.
“Las personas felices no tienen historia”.
“Es lícito violar una cultura, pero a condición de hacerle un hijo”.
“Me parecía que la tierra no hubiera sido habitable si no hubiese tenido a nadie a quien admirar”
”La longevidad es la recompensa de la virtud”.
”La naturaleza del hombre es malvada. Su bondad es cultura adquirida”.
” ¿Qué es en el fondo actuar sino mentir? ¿Y qué es actuar bien, sino mentir convenciendo?”.
MONÓLOGO
Ella
se venga por el monólogo.
FLAUBERT.
¡Imbéciles!
Corrí las cortinas la luz idiota de los faroles y de los árboles de Navidad no
entra en el departamento pero los ruidos atraviesan las paredes. Los motores
los frenos y ahora se ponen a tocar la bocina se creen califas cuando al
volante de sus 404 modelo familiar semisport de imitación de sus Dauphine
lastimosos de sus convertibles blancos. Un convertible blanco con almohadones
negros eso sí que es lindo y los tipos silbaban cuando yo pasaba con los
anteojos oblicuos un pañuelo de Hermés en la cabeza ¡y ellos que creen
enloquecerme con sus caras mal lavadas y los aullidos de sus bocinas! Si se
hicieran carambola justito aquí bajo mi ventana eso sí que me divertiría.
Asquerosos me rajan los tímpanos y yo no tengo más tapones los dos últimos
amortiguan la campanilla del teléfono y están completamente deshechos y
prefiero tener las orejas rotas antes que escuchar sonar el teléfono. Suprimir
ese escándalo ese silencio: dormir. Y no cerraré un ojo ayer no pude sentía
terror porque era la víspera de hoy. He tomado tantos somníferos que ya no
hacen efecto y ese médico es un sádico me los da en supositorios no puedo
cargarme como un cañón. Tengo que descansar es preciso mañana quiero tener mi oportunidad
con Tristan; nada de lágrimas ni gritos. "Esta situación es anormal.
¡incluso desde el punto de vista plata qué fracaso! Un chico tiene necesidad de
su madre." Voy a pasar otra noche en blanco tendré los nervios de punta
fallaré otra vez. ¡As-querosos! Me caminan por la cabeza los veo los escucho.
Se llenan de foie gras ordinario y pavita quemada se relamen Albert y la señora
Nanard Etiennette sus mocosos mi madre; es contra natura que mi propio hermano
mi propia madre prefieran a mi ex marido. No tengo nada en contra de ellos
únicamente que no me impidan dormir; uno se vuelve apto para la jaula confiesa
todo lo verdadero y lo falso que con eso no cuenten tengo una fuerte naturaleza
no podrán conmigo.
¡Qué inmundicia
sus fiestas; ya todos los días es bastante feo! Siempre detesté la Navidad las Pascuas y el
14 de julio. Papá colgaba a Nanard de su hombro para que viera los fuegos
artificiales y yo la mayor quedaba abajo apretada entre sus cuerpos justo a la
altura del sexo de todos en medio del olor a sexo de esa multitud en celo y
mamá decía "otra vez llorando" me encajaba un helado en la mano para
qué lo quería lo tiraba ellos suspiraban no podían darme una bofetada en una
noche de 14 de julio. Él no me tocaba yo era su preferida: "Bendita
mujercita" pero cuando él reventó ella ya no se tomó la molestia y me
encajaba los anillos contra la trompa. Ni una vez yo le pegué una bofetada a
Sylvie. Nanard era el rey. Ella lo metía en su cama a la mañana yo los
escuchaba hacerse cosquillas él dice que no es cierto que soy sucia
evidentemente no va a confesarlo nunca lo confiesa quizás hasta lo olvidó para
olvidar lo que los molesta son rapiditos y yo los reviento porque me acuerdo;
ella se paseaba por su prostíbulo de dormitorio medio desnuda dentro de su bata
de seda blanca manchada y agujereada por las brasas de cigarrillos él se pegaba
a sus muslos dan náuseas las madres con sus machitos chicos hubiera tenido que
parecerme a ellos eso sí que no. Yo quería chicos bien chicos limpios y que
Francis no se volviera un marica corno Nanard. Nanard con sus cinco hijos así y
todo es un maricón a mí no me engañan hay que detestar a las mujeres para
haberse casado con ese animal.
La cosa sigue.
¿Cuántos son? Por las calles de París centenares de miles. Y lo mismo en todas
las ciudades por toda la tierra; tres mil millones y será peor todavía: el
hambre no basta cada día son más numerosos; hasta el cielo está infestado muy
pronto se atropellarán en el espacio como en las autorrutas y la luna uno no
podrá mirarla sin pensar que hay imbéciles que están diciendo idioteces. Me
gustaba la luna se me parecía: y la ensuciaron como ensucian todo algo horrible
esas fotos; una pobre cosa polvorienta y grisácea que cualquiera podrá
pisotear.
Yo era limpia
pura intransigente. Desde la infancia lo tuve metido en la sangre: no hacer
trampa. Vuelvo a ver a esa extraña niñita con su vestidito arrugado mamá me
cuidaba tan mal y la vieja que susurra: "¿Así que quiere mucho a su
hermanito?" Y yo contesté serenamente: "Lo detesto." El frío;
los ojos de mamá. Que haya sido celosa es normal todos los libros lo dicen; lo
sorprendente lo que me gusta es que lo admitía. Nada de concesión nada de
comedia: vuelvo a verme en esa adolescente. Soy limpia soy verdadera no sigo el
juego; eso los cabrea no les gusta que una vea claro en ellos quieren que uno
crea sus lindas palabras o por lo menos que haga como que.
Ahí están con
una de sus mascaradas: los galopes por la escalera las risas las voces
maravilladas. ¿Qué significa eso de lanzarse por los aires en una fecha fija a
hora fija porque el almanaque cambia? Toda mi vida me asqueó ese tipo de
historia. Debería contar mi vida. Tantas mujeres lo hacen las imprimen se habla
de ella se pavonean y mi libro sería más interesante que sus idioteces; tuve que
aguantar pero he vivido y sin mentiras sin apariencias; la rabia que les daría
al ver mi nombre y mi foto en las vidrieras y el mundo sabría la verdad la
verdadera. Volvería a tener un montón de tipos a mis pies son tan snobs la peor
canallita si es célebre ellos se atropellan. Quizá encontraría uno que supiera
amarme.
Mi padre me
amaba. Nadie más. Todo salió de ahí. Albert no pensaba más que en salir volando
yo lo quería con amor loco pobre loca. ¡Lo que pude soportar joven e íntegra
como era! Entonces uno hace estupideces forzosamente; ¿a lo mejor era un asunto
preparado que me prueba que él no conocía a Olivier? Una combinación asquerosa
que me dejó rota.
Se veía venir
bailan encima de mi cabeza. Entonces listo me arruinaron la noche mañana estaré
hecha pedazos tendré que doparme para ver a Tristan y todo se irá al demonio.
¡No puede ser! ¡Cochinos! No tengo más que eso en la vida el sueño. Cochinos.
Tienen derecho a despellejarme los oídos y pisotearme se aprovechan. "La
secante de abajo no puede gritonear es fin de año." Ríanse ya encontraré
un medio de agarrarlos la secante los va a secar nunca me dejé pisotear. Albert
estaba furibundo: "¡No hay necesidad de hacer escándalo!" "¡Sí
precisamente!" Él bailaba con Nina sexo contra sexo ella instalaba sus
enormes senos apestaba a perfume pero uno sentía por debajo el olor a bidé y él
se estremecía se endurecía como un cerdo. Escándalos bastantes he hecho en mi
vida. Seguí siendo esa adolescente que había contestado: "lo detesto"
franca intrépida íntegra.
Van a reventar
el techo y se me caerán encima. Ya los estoy viendo es demasiado asqueroso se
frotan uno contra otra sexo contra sexo eso los humedece las tipas se pavonean
porque el tipo tiene la cola parada en el aire. Y cada uno se prepara para
meter los cuernos a su mejor amigo su mejor amiga lo harán esta misma noche en
el cuarto de baño sin ni siquiera tirarse en el piso el vestido levantado sobre
los muslos sudorosos cuando alguien vaya a mear tendrá que caminar sobre la
leche como en lo de Rosa la noche del escándalo. Será posible que el asunto
patine para ese lado la pareja de arriba son cincuentones a esa edad necesitan
cosas raras para estirar el hilo. Estoy segura de que Albert y su dama hacen
cama redonda Christine tiene una jeta capaz de todo con ella no tiene que
molestarse. Pobre idiota que yo era a los veinte años demasiado ingenua
demasiado púdica. Era conmovedora esa experiencia hubiera merecido que me
amaran. ¡Ah! fui suciamente frustrada la vida no me ha hecho regalos.
Mierda reviento
de sed tengo hambre pero levantarme de mi sillón ir a la cocina me mata. Uno se
hiela en este agujero solamente que si aprieto el botón de la calefacción el
aire se secará por completo ya no tengo saliva en la boca y la nariz me quema.
Qué inmundicia su civilización. Son capaces de ensuciar la luna pero no de
calentar un departamento. Si fueran vivos inventarían robots que irían a
buscarme un jugo de fruta cuando tengo ganas tendrían la casa ordenada sin que
yo esté obligada a ser gentil y escuchar sus bla-bla-bla.
Mariette mañana
no viene tanto mejor me tiene seca el cáncer de su anciano padre. A ésa también
le hice marcar el paso más o menos se mantiene en su lugar. Hay algunas que se
encajan guantes de goma para limpiar la vajilla y que se hacen las señoras no
lo soporto. Tampoco quiero que sean zaparrastrosas que uno encuentre pelos en
la ensalada y marcas de dedos en las puertas. Tristan es un imbécil. Trato muy
bien a las sirvientas. Pero quiero que hagan su trabajo limpiamente sin
historias y sin contarme sus vidas. Para eso hay que educarlas como se educa a
los chicos para hacer de ellos adultos que valgan.
Tristan no
educó a Francis; la roñosa de Mariette me deja en llantas; el salón quedará
inmundo después de la visita. Van a aparecerse con su regalo envueltito nos
besaremos serviré las masitas y Francis me dará las res-puestas que su padre ya
le habrá soplado miente como una persona mayor. Yo hubiera hecho de él un chico
bien. Voy a decirle a Tristan: un chico privado de su madre siempre termina mal
se volverá un pillo o un marica tú no quieres eso. Me da náuseas mi voz
ponderada; tendría ganas de aullar: ¡es contra natura separar a un hijo de su
madre! Pero depende de él. "Amenázalo con el divorcio" decía Dédé.
Bromeaba. Los hombres se ayudan tanto entre ellos la ley es tan injusta y él
tiene tantas influencias que el divorcio sería pronunciado en mi contra. El se
quedaría con Francis más dinero encima y en cuanto al departamento ¡se acabó!
Nada que hacer con-tra ese chantaje asqueante: una pensión y el departamento a
cambio de Francis. Estoy en sus manos. Sin plata uno no puede defenderse uno es
menos que nada un doble cero. ¡Qué fracaso fui desinteresada aturdida
ma-tándome de risa de la plata! No les hice raspar sus alcancías lo suficiente.
Si me hubiera quedado con Florent me habría agenciado un lindo fajo. Tristan me
agarró con el cuento de la pasión tuve lástima dé él. ¡Y aquí estoy! Ese
inflado que se hace Napoleón el chiquito me plantó porque no soy una histérica,
no caí de rodillas ante él. Voy a apurarlo. Voy a decirle que voy a contarle la
verdad al chico: no estoy enferma vivo sola porque el roñoso de tu padre me
dejó plantada me enamoró y después me torturó llegó hasta a levantarme la mano.
Pescarme una crisis de nervios delante del chico abrirme las venas sobre el
felpudo de su puerta eso u otra cosa tengo armas voy a utilizarlas volverá a mí
no me pudriré sola en esta barraca con esa gente allá arriba que me pisotea y
los vecinos que me despiertan todas las mañanas con su radio y nadie para
traerme algo que masticar cuando tengo hambre. Todas esas atorrantas tienen un
hombre para protegerlas chicos para servirlas y yo cero: esto no puede seguir
así. Hace quince días que el plomero me fuma en pipa una mujer sola se creen
que todo les está permitido es algo tan cobarde la gente cuando uno está por el
suelo le caminan por encima. Me sublevo les hago frente pero a una mujer sola
le escupen encima. El portero se mata de risa. A las diez de la mañana es
lícito hacer funcionar la radio: si cree que me deja bizca con sus grandes
palabras. Los jorobé bien con el teléfono cuatro noches seguidas sabían que era
yo pero imposible pescarme me divertí en grande me embromaron con el teléfono
ocupado ya voy a encontrar otra cosa. ¿Pero qué? Duermen de noche se desloman
de día los domingos se pasean no hay dónde agarrar a ese tipo de ganado. Un
hombre bajo mi techo. El plomero hubiera venido el portero me saludaría
gentilmente los vecinos instalarían una sordina. ¡Mierda! quiero que se me
respete quiero mi marido mi hijo mi hogar como todo el mundo.
Una monadita de
once años sería lindo llevarlo al circo o al zoológico lo educaría enseguida.
El era más fácil que Sylvie. Me dio mi buen trabajo blanda y ladina como ese
zorro de Albert. ¡Oh! no le guardo rencor pobre lechuguita todos se dedicaban a
tirarla en contra de mí y ella estaba en la edad en que las jovencitas detestan
a su madre le dicen ambivalencia pero es odio. Otra de esas verdades que los
hacen aullar. Etiennette sudaba de rabia cuando le dije que mirara el diario
íntimo de Claudie. Prefirió no mirar como esas mujeres que no van a lo del
médico por miedo de tener un cáncer y entonces uno sigue siendo la gentil mamá
de una gentil jovencita. Sylvie
no era gentil
tuve el gusto cuando leí su diario; pero yo miro las cosas de frente. No me
sorprendí demasiado sabía que bastaba esperar que un día ella comprendería y
que ante sus narices y barbas me daría la razón. Yo tenía paciencia jamás le
levanté la mano. Por supuesto me defendía. Le dije: "No me agarrarás."
Testaruda como una mula gimiendo horas días por un capricho no había ningún
motivo para que ella volviera a ver a Tristan. Una chica necesita un padre
nadie lo sabe mejor que yo; pero nadie dijo que le hicieran falta dos. Ya
Albert era bastante molesto hacía todo lo que la ley le acordaba y más también
yo tenía que luchar centímetro a centímetro la habría arruinado si yo no
hubiera armado camorra. Los vestidos que le compraba era inmoral. Yo no quería
que mi hija se volviera una puta como mi madre. ¡A los setenta años polleras
por la rodilla, pintura por toda la cara! Cuando el otro día la vi por la calle
cambié de vereda. Con esa facha si me hubiera hecho la comedia de la
reconciliación estaba lista. Seguro que su departamento sigue tan roñoso como
siempre con la plata que larga en la peluquería podría pagarse una mucama.
Se acabaron los
bocinazos era preferible ese estruendo que escuchar ese despelote en la calle;
las puertas de los coches se golpean gritan se ríen algunos cantan ya están en
curda y arriba sigue el lío. Me enferman tengo la boca pastosa esos dos
granitos en el muslo me aterran. Me cuido únicamente como productos dietéticos
pero así y todo siempre hay alguien que los toquetea con manos más o menos
limpias la higiene no existe en este mundo el aire es impuro no sólo a causa de
los autos y de las fábricas sino a causa de esos millones de bocas sucias que
lo tragan y lo vuelven a largar desde la mañana a la noche; cuando pienso que
estoy sumergida en sus alientos tengo ganas de huir al fondo de un desierto;
cómo conservarse un cuerpo limpio en un mundo tan asqueroso uno se contamina
por todos los poros de la piel y sin embargo yo era sana limpia no quiero que
me infecten. Si tuviera que meterme en cama ni uno se molestaría para cuidarme.
Puedo quedarme seca con mi pobre corazón fatigado nadie sabría nada me da
miedo. Detrás de la puerta encontrarán una carroña apestaré me habré ensuciado
encima las ratas me habrán comido la nariz. Reventar sola vivir sola no no
quiero. Necesito un hombre quiero que Tristan vuelva porquería de mundo gritan
se ríen y aquí estoy yo muriéndome de pie; cuarenta y tres años es demasiado
temprano es injusto quiero vivir. La gran vida yo estaba hecha para eso: el
convertible el departamento los vestidos y todo lo demás. Florent largaba plata
y nada de comedia -salvo un poco en la cama cuando hace falta hace falta-
quería nada más que acostarse conmigo y exhibirme en las boites elegantes yo
era hermosa mi mejor época todas mis amigas reventaban de envidia. Me hace mal recordar
esa época nadie me saca más me quedo plantada dejándome hacer encima. Estoy
harta, estoy harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta
har-ta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta
harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta
harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta
harta harta harta harta harta harta harta harta harta.
Roñoso de
Tristan quiero que me invite al restaurante al teatro se lo exigiré yo no exijo
lo que debería todo lo que sabe hacer es aparecerse por aquí solo o con el
chico me dedica grandes sonrisas maquilladas y al cabo de una hora alza el
vuelo. ¡Ni siquiera esta noche ni señales! ¡Asqueroso! Me duermo de aburrimiento
lo que puedo llegar a aburrirme no es humano. Si durmiera mataría el tiempo.
Pero ese ruido afuera. Y se burlan en mi cara: "Está sola." Ya se les
va a cuajar la risa cuando Tristan vuelva a mí. Volverá lo forzaré a volver.
Iré otra vez a los modistos daré fiestas cocktails publicarán mi foto en Vogue
con un gran escote mi busto no tiene nada que temer. "¿Viste la foto de
Murielle?" Les dará una linda patada en el hígado y Francis les contará
nuestras salidas al zoológico al circo al parque de diversiones lo trataré bien
les haré tragarse sus calumnias y mentiras. ¡Qué odio! Lúcida demasiado lúcida.
A ellos no les gusta que uno vea claro; y soy de veras yo no sigo el juego yo
arranco las caretas. No me lo perdonan. Una madre celosa de su hija uno ha visto
de todo. Me arrojó en los brazos de Albert para deshacerse de mí por otros
motivos también no no quiero creerlo. Qué roña haberme empujado a ese
casamiento yo tan apasionada y él tan estirado burgués el corazón frío el sexo
como un tallarín. Yo hubiera sabido cuál era el hombre que le convenía a
Sylvie. Yo la tenía con mano firme sí era firme pero era tierna siempre lista a
charlar con ella yo quería ser su amiga y habría besado las manos de mi madre
si se hubiera conducido conmigo así. ¡Pero qué carácter ingrato! Está muerta ¿y
qué? Los muertos no son santos. Ella no cooperaba no me contaba nada. Había
alguien en su vida un muchacho o a lo mejor una chica esta generación es tan
torcida vaya uno a saber. Pero se cuidaba bien. Ni una carta en sus cajones y
los dos últimos años ni una página de diario; si seguía redactándolo se cuidaba
regiamente bien y ni siquiera después de su muerte encontré nada. Furiosa
porque yo cumplía con mis deberes de madre. Yo egoísta mi interés cuando se
fugó hubiera sido dejársela a su padre. Sin ella me quedaba una oportunidad de
rehacer mi vida. Fue por su bien que me negué. A Christine con sus tres
chanchitos le hubiera venido bien una chica grande de quince años a la que le
hubiera encajado todos los trabajos pobrecita no se daba cuenta esa crisis de
nervios que simuló delante de la poli... Claro, la poli. Seguro que iba a
molestarme. No fue inventada para los perros la policía. ¡Albert ofreciéndome
dinero para que yo renunciara a Sylvie! Siempre plata si podrán ser bajos los
hombres creen que todo puede comprarse para empezar con su dinero no tenía nada
que hacer eran chauchas al lado de lo que me larga Tristan. Y ni siquiera en la
mala hubiera vendido a mi hija. "Déjala ir, esa chica no te da más que
preocupaciones" me decía Dédé. Ella no comprende lo que es una madre jamás
ha pensado más que en sus placeres. Pero uno no puede recibir siempre hay que
saber también dar. Yo tenía mucho para dar a Sylvie hubiera hecho de ella una
chica bien; y no le exigía nada. Yo era toda devoción. ¡Qué ingratitud! Era
normal que yo pidiera ayuda a esa profesora. Según su diario Sylvie la adoraba
y yo pensé que se callaría la boca esa sucia intelectual de pacotilla. Sin duda
que entre ellas había mucho más de lo que yo imaginaba he sido siempre tan
cándida jamás veo el mal esas cerebrales son todas homosexuales. Las griterías
de Sylvie después de eso y mi madre que me declara por teléfono que no tengo
derecho a inmiscuirme en las amistades de mi hija. Dijo la palabra textual
inmiscuirme. "Ah por eso tú no te inmiscuías. Y te ruego no empezar."
Así de seco. Y colgué. Mi propia madre es contra natura. Sylvie hubiera
terminado por darse cuenta. Ésa es una de las cosas que me atormentaban en el
cementerio. Me decía: "Un poco más tarde me hubiera dado la razón."
Qué recuerdo espantoso el cielo azul todas esas flores Albert en lágrimas
delante de todo el mundo uno guarda las formas por Dios. Yo las guardé y sin
embargo sabía que de ese golpe jamás levantaría cabeza. Era a mí a quien
enterraban. Estoy enterrada. Todos se han coaligado para hundirme. Ni siquiera
esta noche ni señales de vida. Saben bien que las noches de fiesta cuando todo
el mundo se divierte traga y fornica los solitarios los enlutados tienen el
suicidio fácil. Les vendría regio que yo desapareciera por mucho que me hayan
relegado soy una espina en sus calzoncillos. ¡Ah no! no les daré ese placer.
Quiero vivir quiero revivir. Tristan volverá a mí me harán justicia saldré de
toda esta mierda. Si le hablara ahora me sentiría mejor quizá podría dormir.
Debe de estar en su casa es de los que se acuestan temprano, se cuida. Ser
calma amistosa no hacerle frente si no mi noche está lista.
No contesta. No
está o no quiere contestar. Interceptó la campanilla no quiere escucharme. Me
juzgan me condenan y nadie me escucha. Jamás castigué a Sylvie sin haberla
escuchado era ella la que se cerraba la que no quería hablar. Ayer también no
me dejó decir ni la cuarta parte de lo que tenía que decirle y yo lo escuchaba
dormitar del otro lado del hilo. Es descorazonador. Razono explico demuestro;
paso a paso pacientemente los obligo a la verdad me figuro que me siguen y
luego pregunto: "¿Qué es lo que acabo de decir?" No saben se encajan
tapones mentales en las orejas y si una frase se filtra a través contestan
idioteces. Vuelvo a empezar acumulo nuevos argumentos: lo mismo. Para eso
Albert era un campeón pero Tristan tampoco es nada lerdo. "Tendrías que
llevarme de vacaciones con el chico." No contesta y habla de otra cosa.
Los niños forzosamente tienen que escuchar pero se arreglan olvidan. "¿Qué
es lo que he dicho Sylvie? -Has di-cho que cuando uno es desordenado en las
pequeñas cosas lo es también en las grandes y que debo arreglar mi dormitorio
antes de salir." Y después al día siguiente no lo arreglaba. Cuando obligo
a Tristan a escucharme y él no puede retrucarme nada -un hijo tiene necesidad
de su madre una madre no puede estar sin su hijo es tan evidente con la peor
mala fe no se puede negar- entonces agarra la puerta se larga por la escalera
de cuatro en cuatro mientras yo grito por el hueco de la escalera y enseguida
me detengo por miedo de que los vecinos me tomen por una enloquecida; es tan
cobarde sabe bien que detesto el escándalo que tengo una linda reputación en la
casa forzosamente sus actitudes son tan raras -desnaturalizadas- que algunas de
las mías también lo son. ¡Ah! mierda si ya no guardaba las formas me rompía el
culo por Tristan y su falta de modales su risa ruidosa su gruesa voz me hubiera
gustado que reventara cuando escandalizaba en público con Sylvie.
¡El viento! De
pronto se puso a soplar como un tornado cómo me gustaría un gran cataclismo que
barriera todo y a mí también un tifón un ciclón morirme descansaría si no
quedara nadie para pensar en mí; ¡abandonarles mi cadáver mi pobre vida no!
¡Pero zambullir a todos juntos en la nada sería lindo; estoy cansada de luchar
contra ellos hasta cuando estoy sola me persiguen es agotador que se acabe!
¡Lástima! No tendré mi tifón nunca tengo nada de lo que quiero. No es más que
un vientito bien banal habrá arrancado algunas tejas algunas chimeneas todo es
mezquino en este mundo la naturaleza como los hombres. No hay nadie más que yo
que sueñe a lo grande y mejor me hubiera resultado rebajarlos todo me
decepciona siempre.
A lo mejor
tendría que encajarme esas cosas en el culo y acostarme. Pero estoy demasiado
inquieta me agitaría en la cama. Si lo hubiera agarrado por teléfono si
hubiéramos hablado como buenos amigos me habría calmado. No se le importa nada.
Aquí estoy despedazada por re-cuerdos desgarrantes lo llamo y no contesta. No
gritonearlo no empezar por gritonearlo todo se iría al diablo. Tengo miedo por
mañana. Tendré que estar lista antes de las cuatro no habré cerrado un ojo
bajaré a buscar masitas que Francis aplastará sobre la alfombra romperá uno de
mis bibelots no está educado ese chico y falto de habilidad como su padre que
encajará cenizas por todas partes y si hago alguna observación Tristan me
prenderá fuego jamás pudo admitirlo así y todo es gigantesco que logre tener
limpia mi casa. En este momento está impecable este salón ordenado lustrado
brillante como la luna de antaño. Mañana a la noche a las siete todo estará
sucio deberé aguantar una gran limpieza hecha un trapo como voy a quedar. Me
dejará hecha un trapo volver a explicarle todo de la a a la z. Es coriáceo.
¡Qué idiotez fue largar a Florent por él! Nos entendíamos Florent y yo él
aflojaba yo me acostaba era más limpio que esas historias en que uno se cuenta
historias. Soy demasiado sentimental me parecía una gran prueba de amor que él
me ofreciera casamiento y estaba Sylvie la pequeña ingrata yo quería que
tuviera un verdadero hogar y una madre irreprochable una mujer casada la mujer
de un banquero. A mí me rompía la paciencia hacerme la señora frecuentar
aburridos. Nada sorprendente si de vez en cuando explotaba. "No sabes
tratar a Tristan" me decía Dédé. Y después: "¡Te lo había
dicho!" Es cierto que soy íntegra me lastimo con las riendas no calculo. A
lo mejor hubiera aprendido a adaptarme sin todas esas frustraciones. Tristan me
volvía histérica se lo hice ver. La gente no acepta que uno le diga sus
verdades. Quieren que uno crea sus lindas palabras o por lo menos que uno haga
como si. Yo soy lúcida soy franca arranco las caretas. La tipeja que susurra:
"¿Así que quiere mucho a su hermanito?" y yo con mi vocecita serena
"Lo detesto." Seguí siendo esa adolescente que dice lo que piensa que
no hace trampa. Me rompía escucharlo pontificar y todos esos infelices de
rodillas delante de él. Yo aparecía con mis grandes zuecos sus palabras
solemnes quedaban desinfladas: el progreso la prosperidad el porvenir del
hombre la felicidad de la humanidad la ayuda a los países subdesarrollados la
paz del mundo. No soy racista pero me importa un pito de los árabes de los
judíos de los negros exactamente como me importa un pito de los chinos de los
rusos de los americanos de los franceses. Me importa un pito de la humanidad
qué es lo que ella hizo por mí me gustaría saberlo. Si son lo bastante
infelices como para degollarse bombardearse tirarse napalm exterminarse no
gastaré mis ojos llorando. Un millón de niños masacrados ¿y con eso? Los chicos
nunca son otra cosa que pichones de asquerosos y así se descongestiona un poco
el planeta reconocen que está superpoblado ¿y entonces qué? Si yo fuera la
tierra me daría asco toda esa gusanada en mi espalda me la sacaría de encima.
Si todos revientan yo accedo a reventar chicos que no son nada para mí no voy a
enternecerme por ellos. Mi hija está muerta y me robaron mi hijo.
Yo la hubiera
reconquistado. Yo hubiera hecho de ella una persona correcta. Pero me hubiera
hecho falta tiempo. Tristan no me ayudaba al sucio egoísta nuestras disputas lo
aburrían me decía: "Déjala tranquila." Uno no tendría que tener hijos
en cierto sentido Dédé tiene razón a uno no le traen más que líos. Pero si uno
los tiene hay que educarlos correctamente. Tristan tomaba siempre el partido de
Sylvie; aun si yo estaba equivocada -pongamos que me haya sucedido-
pedagógicamente es detestable que uno de los padres desautorice al otro. El la
sostenía hasta cuando yo tenía razón. El asunto de la pequeña Jeanne; me
enternece volver a pensar en ella en su mirada húmeda y de adoración; una
niñita puede ser tan gentil me recordaba mi infancia mal vestida descuidada
abofeteada maltratada por su madre portera siempre al borde de las lágrimas; yo
le parecía hermosa acariciaba mis pieles me hacía pequeños favores y yo le
pasaba algunas monedas a escondidas le daba bombones pobre chica. Tenía la edad
de Sylvie yo hubiera querido que fueran amigas Sylvie me decepcionó.
Protestaba: "Con Jeanne me aburro." Yo le explicaba que tenía mal
corazón la retaba la castigaba. Tristan la defendía con el pretexto de que la
amistad no se ordena esa pelea duró mucho tiempo yo quería que Sylvie aprendiera
a ser generosa Jeanne al fin se hartó.
Allá arriba se
calmaron un poco. Pasos voces en la escalera puertas de autos que golpean
todavía ese tam-tam infeliz pero ya no bailan. Ya lo estoy viendo. Éste es el
momento en que fornican en las colchonetas en los diva-nes por el piso en los
autos la hora de las grandes vomitadas cuando vuelven a largar el pavo y el
caviar es inmundo tengo la impresión de que hay olor a vomitada voy a quemar un
palito de incienso. Si pudiera dormir no tengo sueño el amanecer está todavía
lejos es una hora lúgubre y Sylvie se murió sin haberme comprendido jamás me
consolaré. Este olor a incienso es el mismo del servicio fúnebre; los cirios
las flores el catafalco: mi desesperación. Muerta; ¡era imposible! Durante
horas y horas me quedé sentada cerca de su cadáver pensando va a despertarse
voy a despertarme. Tantos esfuerzos luchas dramas sacrificios: en vano. La obra
de mi vida volatilizada. Yo no dejaba nada al azar; y el más cruel azar se
atravesó en mi camino. Sylvie ha muerto. Cinco años ya. Está muerta. Para
siempre. No lo soporto. Socorro me siento mal me siento demasiado mal que me
saquen de aquí no quiero que vuelva a empezar la caída a pique no ayúdenme no
puedo más no me dejen sola...
¿A quién
llamar? Albert Bernard colgará en el acto; lloriqueaba delante de todo el mundo
pero esta noche tragó y se divirtió y soy yo quien recuerda y llora. Mi madre;
una madre es siempre una madre no le hice nada ella fue la que me arruinó la
infancia me insultó se atrevió a decirme... quiero que retire lo que dijo no
seguiré viviendo con ese grito en mis oídos una hija no soporta ser maldecida
por su madre aunque sea la última de las putas.
"¿Fuiste
tú la que llamó? ...También a mí me sorprende pero en fin hubiera podido ser
una noche así que pensaras en mi pena y te dijeras que entre madre e hija no es
posible seguir peleadas hasta la muerte; sobre todo que verdaderamente no veo
lo que puedes reprocharme... No aúlles así..."
Colgó. Quiere
que la dejen en paz. La atorranta me tira vitriolo y yo tengo que callarme.
¡Qué odio! Siempre me odió, mató dos pájaros de un tiro al casarme con Albert:
aseguraba sus placeres y mi desgracia. Yo no quería admitirlo soy demasiado
limpia demasiado blanca pero salta a la vista. Es ella quien lo enganchó
durante el curso de gimnasia y se lo volteó así roñosa como estaba no era nada
agradable metérsela pero con los hombres que le habían pasado por encima debía
conocer trucos y recetas era del tipo que se pone a caballo sobre la cosa ya la
estoy viendo es tan inmunda la manera de fornicar de las tipas. Era demasiado
viejona como para conservarlo se sirvió de mí se burlaban a mis espaldas y
siguieron con el asunto; el día que yo entré de improviso, ella estaba toda
colorada. ¿A qué edad habrá largado? A lo mejor se voltea gigolós es menos
pobre de lo que dice habrá guardado alhajas y las va largando de a poco. A mí
me parece que a partir de los cincuenta años hay que tener la decencia de
renunciar; yo renuncié mucho antes desde mi luto. Ya no me interesa más estoy
cerrada ya no pienso más en esas cosas ni en sueños. Esa momia estremece
imaginar su entrepierna se baña en perfumes pero por debajo huele se maquillaba
se adornaba no se lavaba lo que yo llamo lavarse cuando aparentaba ducharse era
para mos-trarle el culo a Nanard. Su hijo su yerno: dan ganas de vomitar. Me
dirían: "Tienes barro en la cabeza." Saben arreglárselas. Si uno les
hace notar que chapotean en la mierda aúllan que es uno el que tiene los pies
sucios. Mis buenas amiguitas hubieran querido ponerme los cuernos las mujeres
son todas un chiquero y él que me gritaba: "Eres innoble." Los celos
no son innobles el verdadero amor tiene pico y garras. Yo no era de esas que
aceptan el reparto o la cama redonda como Christine yo quería que fuéramos una
pareja limpia una pareja correcta. Sé guardar las formas pero no soy tonta los
escándalos nunca me dieron miedo. No permití que me escarnecieran puedo volver
sobre mi pasado: nada sucio nada equívoco. Pero soy un mirlo blanco.
Pobre mirlo
blanco: solo en el mundo. Eso es lo que los embroma: soy alguien demasiado
correcto. Querrían suprimirme me han enjaulado. Encerrada entre cuatro paredes
acabaré por morir de aburrimiento realmente morir. Parece que eso les ocurre
hasta a los bebés cuando nadie se ocupa de ellos. El crimen perfecto que no
deja huellas. Ya cinco años de este suplicio. Ese infeliz de Tristan que me
dice: viaja tienes bastante dinero. Bastante dinero para viajar piojosamente
como antes con Albert: no me aga-rran más. ¡La pobreza siempre es fea pero viajando!
No soy snob los hoteles de lujo con las mujeres emperladas y los colgajos de
los porteros ya le demostré a Tristan que no me deslumbraba. ¡Pero las
pajareras de segundo orden y los caños eso sí que no! Sábanas dudosas manteles
sucios dormir encima de la transpiración de los demás en su mugre comer con
cubiertos mal lavados como para agarrarse piojos o viruela y los olores me
hacen vomitar; sin contar que me constipo a muerte porque los inodoros en
donde todo el mundo ensucia me bloquean
en el acto; la fraternidad de la mierda muy poco para mí. ¿Y además qué sentido
tiene andar paseándose sola? Con Dédé nos divertíamos queda elegante dos
hermosas muchachas en convertible los cabellos al viento; en Roma a la noche en
la Piazza del
Popolo hacíamos un lindo espectáculo. Con otros amigos también me he divertido.
¡Pero sola! a mi edad ¿qué aspecto tiene uno en las playas, en los casinos si
no se tiene un hombre al lado? Los museos las ruinas con Tristan ya tuve mi
dosis. No soy una histérica no caigo en trance delante de columnas rotas o de
viejas barracas deshechas. La gente de los siglos pasados no me im-porta nada
están muertos es su única superioridad sobre los vivos pero en su época también
ellos eran para llorar. Lo pintoresco no me agarra; mugre que apesta ropa de
cama sucia troncos de coliflor ¡si habrá que ser snob para pasmarse! Y siempre
por todas partes es lo mismo sea que coman papas fritas paella o pizza es el
mismo sistema un sucio sistema los ricos que lo salpican a uno los pobres que
quieren su plata los viejos que parlotean los jóvenes que bromean los hombres
que terminan adentro las mujeres que abren las piernas. Prefiero quedarme en mi
agujero leyendo una de la serie negra aunque se hayan vuelto tan taradas. ¡La
televisión también qué manga de tarados! Yo estaba hecha para otro planeta, me
equivoqué de destino.
¿Por qué tienen
que estar golpeando justo bajo mi ventana? Se quedan allí al lado de los autos
no se deciden a levantar vuelo. ¿Qué es lo que pueden decirse? Mocosos mocosas
grotescas con sus minis y pantalones pegados al cuerpo ojalá revienten ¿es que
no tienen madre? y los mu-chachos con los cabellos por el pescuezo. Vistos
desde lejos parecen limpios. Pero a todos esos beatniks que amaestran piojos si
el prefecto de policía tuviera un poco de muñeca los encajaría en la jaula.
¡Qué juventud! Se droga fornica entre sí no respeta nada. Voy a vaciarles un
balde de agua en la cabeza. Son capaces de violar mi puerta romperme la jeta
estoy indefensa más vale cerrar la ventana. La chica de Rose parece que es de
ese tipo y Rose juega a la hermana mayor no se dejan ni un minuto culo y
camisa. Sin embargo la tenía cortita y hasta le daba sus buenos zapatillazos no
se tomaba el trabajo de hacerla razonar la chica era caprichosa arbitraria;
detesto los caprichos. ¡Oh! Rose se prepara un lindo futuro Dédé tiene razón se
ve venir que Danielle se le aparecerá embarazada... Yo hubiera hecho de Sylvie
una chica bien. Le daría vestidos joyas estaría orgullosa de ella saldríamos
juntas. No hay justicia. Eso es lo que vuelve loca: la injusticia. ¡Cuando
pienso la madre que he sido! Tristan lo reconoció; lo obligué a reconocerlo. Y
después de eso, me grita que está dispuesto a todo para no dejar conmigo a
Francis; se matan de risa de la lógica dicen cualquier cosa y se escapan
corriendo. Se lanza por las escaleras de cuatro en cuatro mientras yo grito por
el hueco de la escalera. Así no va a ganármelas. Lo obligaré a hacerme
justicia: lo juro sobre mi propia cabeza. Me devolverá mi lugar en su hogar mi
lugar en la tierra. Haré de Francis un chico bien ya verán qué madre soy.
Me hacen
reventar los asquerosos. La corrida de mañana me mata. Quiero ganar. Lo quiero
lo quiero lo quiero lo quiero lo quiero. Voy a tirarme las cartas. No. En caso
de mala suerte me tiro por la ventana no quiero eso los haría gozar demasiado.
Pensar en otra cosa. En cosas alegres. El chiquito de Burdeos. No esperábamos
nada uno del otro no nos hacíamos preguntas no nos hacíamos promesas nos
metíamos en la cucha y hacíamos el amor. Duró tres semanas y se fue para África
lloré lloré. Es un recuerdo que me descansa. Ese tipo de cosas no suceden más
que una vez en la vida. ¡Lástima! Cuando vuelvo a pensarlo me digo que si
hubieran sabido quererme habría sido la ternura misma. Las bostas me partieron
por el eje se les importa un pito de todo cada uno puede reventar en su rincón
los maridos meter los cuernos a sus mujeres las madres largar sus fetos nada de
lío boca cerrada me asquea esa prudencia y que no tengan el coraje de sostener
sus opiniones. "Tu hermano es demasiado tacaño" fue Albert quien me
lo hizo notar yo tengo demasiada nobleza para reparar en esas cosas pero es
verdad que tragaban tres veces más que nosotros y que dividíamos la adición y
dos mil cosas por el estilo. Y después me lo reprochan: "No hubieras
debido repetírselo." Fue un lindo despelote en la playa. Etiennette
lloraba sobre sus mejillas las lágrimas parecían grasa. "Ahora que sabe se
corregirá" le contesté era ingenua: creía que podían corregirse que
haciéndolos razonar uno podía educarlos. "Vamos Sylvie reflexiona. ¿Sabes
cuánto cuesta este vestido y cuántas veces vas a"ponértelo? Vamos a
devolverlo." Siempre había que volver a empezar me agotaba. Nanard será
tacaño hasta el fin de sus días. Albert cada vez más socarrón mentiroso
pijotero. Tristan siempre tan suficiente pontificador. Me rompía el culo para
nada. Cuando intenté enseñar a Etiennette a vestirse Nanard me gritoneó: ¡la
chica tenía veintidós años y yo la disfrazaba de maestra avejentada! Siguió
disfrazándose con vestiditos de colorinches. Y Rose que me gritó: "¡Eres
mala!" Yo le había hablado por lealtad las mujeres tienen que ayudarse
unas a otras. ¿Quién me lo agradeció? Les presté plata sin pedirles interés
nadie supo agradecerme algunos hasta gritaron cuando reclamé que me
devolvieran. Las amigas que llenaba de regalos me acusaban de hacer bandera. Y
hay que ver cómo desaparecía la gente a quien había hecho favores sin embargo
Dios sabe que no abusaba. No soy de los que creen que todo les es debido. La
tía Marguerite: "¿Mientras estás de viaje este verano puedes prestarnos tu
departamento?" ¡Ah, no, mierda! los hoteles no han sido inventados para
los perros y si no podían pagarse una estadía en París, no tenían más que
quedarse en su agujero. Un departamento es algo sagrado me hubiera hecho la
impresión de una violación. Es como Dédé: "No hay que dejarse comer
vivo" me dice. Pero ella me tragaría con mucho gusto. "¿No tienes un
abrigo de noche para prestarme? no sales nunca." No salgo nunca pero he
salido; son mis vestidos mis tapados me recuerdan un montón de cosas no quiero
que una sardina ocupe mi lugar. Y después tienen olor. Si yo muriera mamá y
Nanard se repartirían mis harapos ¡ah no! quiero vivir hasta que las polillas
lo hayan devorado todo o si no si tengo un cáncer tiraré todo a la basura.
Bastante han aprovechado de mí Dédé la primera. Se tomaba mi whisky se
pavoneaba en mi convertible. Ahora, se hace la amiga que tiene un gran corazón.
Pero ni siquiera se molestó en llamarme desde Courchevel esta noche. Cuando su
cornudo viaja y ella se aburre entonces sí entonces desplaza su enorme culo y
se aparece aunque yo no tenga ninguna gana. Pero es fin de año estoy sola y me
amargo. Ella baila farrea ni por un minuto ha pensado en mí. Nunca nadie piensa
en mí. Como si estuviera borrada del mundo. Como si no hubiera existido nunca.
¿Es que acaso existo? ¡Oh! me pellizqué tan fuerte que se me va a hacer un
moretón.
¡Qué silencio!
Ni un auto ni un paso por la calle ni un ruido en la casa un silencio de
muerte. El silencio de la cámara mortuoria y sus miradas sobre mí que me
condenaban sin haberme escuchado y sin apelación. ¡Ah! ellos son buenos. Todos
sus remordimientos me los encajaron sobre mi espalda el chivo emisario ideal y
por fin podían inventar un pretexto para su odio. Mi desgracia no los ablandó.
Sin embargo me parece que Satán en persona me hubiera tenido lástima.
Toda mi vida
serán las dos de la tarde un martes de junio. "La señorita duerme muy
profundamente no puedo despertarla." Mi corazón saltó me precipité a los
gritos °Sylvie ¿estás enferma?" Parecía dormir todavía estaba tibia. Todo
había terminado hacía varias horas me dijo el médico. Chillé di mil vueltas por
el dormitorio como una loca. ¡Sylvie Sylvie por qué me has hecho esto! Vuelvo a
verla tranquila plácida y yo perdida y esa notita para su padre no significaba
nada la rompí formaba parte del decorado no era más que un decorado ¡estaba
segura estoy segura -una madre conoce a su hija- de que ella no quiso morir
pero había aumentado la dosis estaba muerta qué horror! Es demasiado fácil con
esas drogas que se consiguen de cualquier manera; esas chiquilinas por un sí o
por un no juegan al suicidio; Sylvie siguió la moda: no se despertó. Y llegaron
ellos besaban a Sylvie ninguno me besó a mí y mi madre gritó: "¡Tú la
mataste!" Mi madre mi propia madre. La hicieron callar pero sus rostros
ese silencio el peso de sus silencios. Sí, si yo fuera de esas madres que se
levantan a las siete de la mañana la habría salvado yo vivo a otro ritmo no es
un crimen ¿cómo hu-biera adivinado? Yo estaba siempre ahí cuando ella volvía
del liceo muchas madres no pueden decir lo mismo dispuesta a charlar con ella a
interrogarla ella era la que se encerraba en su pieza con el pretexto de
estudiar. Jamás le falté. ¡Y mi madre ella que me abandonó me descuidó ella sí
se'atrevió! No supe qué contestar mi cabeza daba vueltas ya no veía nada claro.
"Si hubiera ido a darle un beso a la noche al volver..." Pero yo
respetaba su sueño y a la tarde me había parecido casi alegre. ¡Qué suplicio
esos días! Veinte veces creí que iba a romperme. Los compañeros los profesores
depositaban ramos sobre el ataúd sin decirme una palabra; si una chica se mata
la madre es culpable; así razonan ellas por odio contra sus propias madres. La
presa de todos. Casi me dejé agarrar.
Después del
entierro caí enferma. Me repetía: "Si me hubiera levantado a las siete...
Si hubiera ido a darle un beso al volver..." Me parecía que todo el mundo
había escuchado el grito de mi madre ya no me atrevía a salir de mi casa me
arrastraba contra las paredes el sol me crucificaba creía que la gente me
miraba que murmuraban que me señalaban con el dedo basta basta prefiero morir
aquí mismo que revivir esas horas. Adelgacé diez kilos, un esqueleto perdía el
equilibrio titubeaba. "Psicosomático" dijo el médico. Tristan me dio
plata para la clínica. Es la locura las preguntas que me hacía a mí misma
hubiera podido volverme loca. Un falso suicidio había querido embromar a
alguien: ¿a quién? Yo no la había vigilado bastante hubiera debido no separarme
ni un paso hacerla seguir investigar desenmascarar al culpable un muchacho una
chica a lo mejor esa roñosa de la profesora. "No señora no había nadie en
su vida". No dijeron ni pío las dos lunáticas y sus miradas me asesinaban;
se sostienen todas unas a otras la conspiración de la mentira hasta más allá de
la muerte. Pero no me agarraron. Yo sé. A su edad con las costumbres de hoy en
día imposible que no haya habido nadie. ¿A lo mejor estaba embarazada o había
caído en manos de una marimacho o en medio de una banda de degenerados alguno
la chantajeaba y se aprovechaba de ella amenazándola con contármelo codo? ¡Ah!
no quiero imaginar nada. Podías decírmelo Sylvie mía yo te hubiera sacado de
esa sucia historia. Seguramente era una sucia historia para que le haya escrito
a Albert: "Papá te pido perdón pero no puedo más." A él no podía
hablarle ni a los demás; la malcriaban pero eran extraños. Sólo a mí hubiera
podido confiarse.
Sin ellos. Sin
su odio. ¡Roñosos! Casi me agarran pero no me agarraron. Yo no soy el chivo
emisario de ustedes; me sacudí los remordimientos. Les grité la verdad a todos
ustedes a cada uno su parte y no tengo miedo de su odio paso a través de él.
¡Roñosos! ellos fueron los que la mataron. Me cubrían de barro la educaron en
mi contra la trataban como a una mártir eso la halagaba a todas las chicas les
gusta hacerse las mártires; se tomó el papel en serio desconfiaba de mí no me
contaba nada. Pobre chiquitina. Necesitaba mi apoyo mis consejos la privaron de
eso la condenaron al silencio no supo arreglárselas sola preparó esa comedia y
de resultas murió. ¡Asesinos! la mataron Sylvie mi Sylvette mi chiquita
querida. Yo te quería. Ninguna madre más devota que yo; no pensaba sino en tu
bien. ¡Abro el álbum de fotografías miro todas las Sylvie! ese rostro de niña
algo arisco ese rostro secreto de adolescente. A la chica de diecisiete años
que me asesinaron le digo mirándola a los ojos: "He sido la mejor de las
madres. Más tarde me lo habrías agradecido."
Llorar me
alivió y empiezo a tener sueño. No dormirme en este sillón volvería a
despertarme y estaría lista. Ponerme los supositorios acostarme. Poner el
despertador a mediodía tener tiempo para prepararme. Es preciso que gane yo. Un
hombre en casa un niñito lo besaré por las noches toda esta ternura que no
sirve para nada. Y además sería la rehabilitación. ¿Qué? me estoy durmiendo
digo pavadas. Para ellos va a ser una bofetada en plena jeta. Tristan es
alguien lo respetan. Quiero que testimonie por mí: se verán obligados a hacerme
justicia. Voy a llamarlo. Convencerlo esta misma noche...
"Fuiste tú
quien me llamó... ¡Ah! creí que habías sido tú. Dormías discúlpame pero me
alegro de oír tu voz es tan feo una noche así nadie dio señales de vida sin
embargo saben cuando uno ha tenido una gran desgracia uno no soporta las
fiestas todo ese ruido esas luces te diste cuenta nunca París estuvo tan
iluminado como esta noche tienen plata para derrochar mejor harían rebajando
los impuestos me parapeto en casa para no ver todo eso. No logro dormir es
preciso que discuta contigo sin disputarse sobre todo como buenos amigos
escúchame bien es verdaderamente muy importante lo que tengo que decirte no
cerraré un ojo hasta que el asunto no esté arreglado. ¿Me escuchas, sí? Toda la
noche estuve pensando no tenía otra cosa que hacer y verdaderamente te aseguro
es anormal esta situación, no vamos a seguir así en fin seguimos casados qué
derroche estos dos departamentos revenderás el tuyo a veinte millones por lo
menos y yo no te molestaría no tengas miedo no es cuestión de recomenzar la
vida conyugal ya no nos queremos no estamos enamorados yo me encerraría en la
pieza del fondo no me interrumpas podrías tener todos los programas que
quisieras me deja fría pero era puesto que seguimos siendo amigos no hay razón
para que no vivamos bajo el mismo techo. Y es preciso por Francis. Piensa un
poco en él no he hecho otra cosa en toda la noche y me destruyo. Es malo para
un chico tener padres separados se vuelven ladinos viciosos mentirosos tienen
complejos no se desarrollan. Quiero que Francis crezca. No tienes derecho de
privarlo de un verdadero hogar... Pero sí volvamos a hablar del asunto siempre
te escapas pero esta vez quiero que me escuches. Es demasiado egoísta hasta un
poco monstruoso: privar a un hijo de su madre a una madre de su hijo. Sin
motivo. No tengo vicios no bebo no me drogo y reconociste que era la más devota
de las madres. ¿Entonces? No me interrumpas. Si piensas en tus asuntitos te
repito que no te impediré fornicar. No me contestes que no se puede vivir
conmigo que yo te devoraba que te destrozaba. Si era algo difícil de llevar es
mi modo de chocar contra las paredes; pero si hubieras tenido un poco de
paciencia si hubieras tratado de comprender y sabido hablarme en lugar de
emperrarte hubiera caminado mejor entre nosotros dos tú tampoco eres un santo
no te creas eso; en fin el pasado es el pasado; he cambiado; te das perfecta
cuenta: he sufrido he madurado soporto cosas que no soportaba déjame hablar no
tienes que tener miedo de los líos conviviríamos amablemente y el chico sería
feliz como tiene el derecho de serlo no veo qué es lo que puedes objetar...
¿Por qué ésta no es una hora para hablar? Es una hora que me viene muy bien.
Así y todo puedes sacrificarme cinco minutos de sueño yo no pegaré un ojo hasta
que la cuestión esté resuelta no seas siempre egoísta es demasiado roñoso
impedir que la gente duerma se vuelva loca no quiero. Siete años que me pudro
sola como una maldita y la sucia banda se burla me debes una revancha déjame hablar
tienes muchas deudas para conmigo sabes porque con todo no es muy limpia la
manera como te has conducido; me hiciste la comedia de la pasión largué a
Florent y rompí con mis amigos y después me plantaste todos tus amigos me
dieron la espalda; ¿por qué simulaste que me amabas? A veces me pregunto si no
era algo planeado... Sí un asunto planeado: es tan increíble ese gran amor y
después esa plantada... ¿No te habías dado cuenta? ¿De qué? No me repitas que
me casé por interés tenía a Florent y podía tener montones y figúrate que ser
tu mujer no me deslumbraba no eres Napoleón a pesar de lo que creas no me lo
repitas o chillo no dices nada pero te oigo masticar las palabras en la boca no
las digas es mentira es falso hasta gritar basta me hiciste el cuento del amor
loco y me dejé agarrar... No me digas: escucha Murielle conozco de memoria tus
respuestas me has dado la lata cien veces basta de cuentos conmigo ya no va y
no pongas esa cara de harto si digo esa cara de harto te veo por el receptor.
Fuiste aun más sucio que Albert él era joven cuando nos casamos tú tenías
cuarenta y cinco años debías medir tus responsabilidades. En fin está bien el
pasado es el pasado. Te prometo que no te haré reproches. Borramos todo y
recomenzamos con el pie derecho puedo ser dulce y gentil bien lo sabes si no
son tan roñosos conmigo. Vamos dime que estamos de acuerdo mañana arreglaremos
los detalles...
"¡Asqueroso!
te vengas me torturas porque no se me cayó la baba al verte pero a mí la plata
no me deslumbra ni los aires de grandeza ni las grandes palabras. Jamás por
nada en el mundo' eso queda por ver. Me defenderé. Hablaré con Francis le diré
quién eres. ¿Y si me matara en su presencia crees que le dejaría un buen
recuerdo?... No eso no es chantaje sucio infeliz para la vida que llevo poco me
costaría liquidarme. No hay que acorralar a la gente hasta el final se vuelve
capaz de todo hasta hay madres que se suicidan con su chico..."
¡Asqueroso!
¡Basura! colgó... No contesta no va a contestar. Asqueroso. ¡Ah! el corazón me
falla voy a reventar. Me siento mal muy mal me matan a fuego lento ya no puedo
más me liquidaré en su propio living me abriré las venas volverán habrá sangre
por todas partes y estaré muerta... ¡Ah! me golpeé muy fuerte me hice un tajo
en el cráneo a ellos hay que golpearlos. La cabeza contra las paredes no no me
volveré loca no van a agarrarme me defenderé ya encontraré armas. Cuáles armas
asquerosos me voy a ahogar el corazón va a fallarme tengo que calmarme...
...¡Dios mío!
¡Haz que existas! Haz que haya un cielo y un infierno me pasearé por los
senderos del paraíso con mi hijito y con mi hija querida y ellos se retorcerán
en las llamas de la envidia los miraré asarse y gemir reiré y los chicos reirán
conmigo. Me debes esa revancha Dios mío. Exijo que me la des.
Simone De Beauvoir
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