Esa anciana que está en la
esquina, se llama María. Día a día se levanta con la única meta de salvar la jornada.
Pequeña, delgada con el cuero
curtido, no pierde la esperanza, afanosa va tocando casa por casa ofreciendo
sus servicios para realizar quehacer.
Está sola en el mundo, viuda
desde joven se dedico a la crianza de sus ocho hijos. La vida se le fue en un
suspiro, los hijos emigraron olvidándola.
A pesar de tanta miseria, siempre
pronta ayudar quien sufre desgracia. Es humilde pero muy educada siempre saluda
con una sonrisa que ilumina su rostro surcado por el paso del tiempo.
Vive en un cuartucho de una
ciudad pérdida, acompañada por un famélico perro, su leal compañero.
La única pena que la embarga, qué
será de su perro el día que parta, al igual que ella a nadie le interesa.
El tiempo pasa, Mariquita con
paso lento, sólo espera el día que muera.
Lunaoscura
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