Muchas veces me pregunte si podría
ser feliz a pesar de tanto dolor que tu amor me causo con su deslealtad… Regresaban
a mi mente los recuerdos, aquellos que tanto duele. Veía pasar el tiempo y pensaba
que jamás volvería a ser feliz ni a amar como lo hice esa vez.
Fueron noches de amarga condena,
mis ojos perdieron el brillo, en mi rostro se dibujaron líneas de frustración y
amargura. Mientras tú, seguías atormentando mi razón.
Una noche decidí que no podía
seguir así, era momento de parar ese pesar, decidida tome mil pastillas que
mitigarían el dolor. Cuando ingería las primeras una luz invadió mi cabeza. No
sabía, si era efecto del medicamento o si era la muerte misma que acudía a
recibirme.
Mi cuerpo se convulsiono y cayó
al suelo, me sumergí en un pozo de oscuridad, rodeada de miles de entelequias
que danzaban a mí alrededor. Unas reían y otras lloraban. También las habían
que gritaban desesperadas por una nueva oportunidad.
En ese lugar, todo era confusión,
estaba desconcertada, hasta que a mi se acerco un espectro luminoso, despedía
una luz azulada. Con un semblante desdibujado pero apacible, se sentó a mi lado
y me tomo la mano. Su mano era fría y delicada, con su contacto en dolor que me
embargaba desapareció.
Su voz era dulce con una
profundidad de ultratumba, sin voltear a verme empezó a hablar.
-
Siempre hay vendas de amor para curar nuestras
heridas. El amor, si bien es lo más hermoso, también puede llegar a ser el
dolor más profundo en tú corazón. Hay que saber levantarse, hay que preparar la
mente para una nueva vida, ya no puedes estar pensando qué será tu vida sin esa
persona, debes enfrentar a
esos fantasmas que aparecen cuando piensas que ya se han ido.
Después de haber dicho esas
palabras, se levanto perdiéndose entre una neblina.
Permanecí tirada sin comprender
que había querido decirme, cuando un remolino me arrastro sin que pudiera hacer
nada. En ese momento, pensé “Ya morí”
Acto seguido, abrí los ojos,
estaba tirada en la alfombra de mi recámara, todo estaba en tinieblas. Tenía un
intenso dolor de cabeza y me sentía mareada. Como pude me incorpore,
dirigiéndome al baño, me provoque el vómito.
Dormí no sé cuanto tiempo, cuando
nuevamente desperté el sol alumbraba la estancia, un sabor amargo impregnaba mi
boca y seguía confundida pero algo había cambiado.
Me dirigí al baño para mojar mi cara, cuando
me observe en el espejo. Sin pensar, me dije:
-
¡Basta! No sigas con eso,
levántate, mírate, acaso no ves una mujer mucho más valiente, más decidida
hacer las cosas de forma diferente… Convéncete de que vas a salir adelante a
pesar de los obstáculos que la vida te presente.
Claro que puedes volver a ser feliz sin él, no
es el centro de tu universo. Seguro que en tu vida hay más de un hombre
dispuesto a hacerte feliz que te ayudara a recoger los pedazos que han quedado
esparcidos por el camino.
Los meses pasaron, con esa nueva
actitud tenía mejores días y otros no tan buenos pero seguía adelante. Un buen
día, él me busco pero ya no era la misma que algún día lo amo.
En su rostro se veía la culpa y
el arrepentimiento, trato de dar una serie de explicaciones, todas
descabelladas. Cuando por fin, me pregunto que si podría darle otra
oportunidad, bien segura de la mujer que soy, le respondí.
“Sin ti puedo ser feliz, y lo
soy”
No
he encontrado el amor pero no hay prisa, el amor que busco no es uno del monto.
Lunaoscura
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