Era una noche lluviosa y fría, no
deseaba estar al abrigo de mi hogar, mi espíritu aventurero cargado de una
nostalgia por la libertad, se había apoderado de mi. Decidida tome una chamarra
y salí, rumbo a no sé dónde, donde me llevará la noche.
Las calles estaban solitarias, no
se veía ni un alma, camine, tal vez unos veinte minutos, de pronto empecé a oír
risas y voces, mi instinto de curiosidad me aguijoneo, entre a un callejón, del
fondo salían los sonidos, me acerque, era un lugar cerrado, la puerta estaba
entreabierta.
Curiosa me asome, en el interior
todo era bruma, iluminada por luces fantasmagóricas, sus habitantes eran
sombras que se movían de un lugar a otro, hablaban todas al unísono, parecía un
panal de abejas, nadie se percataba de mi presencia, bajo esa situación, me
adentre al lugar.
Por todas partes había entes
hablando, algunas en parejas, en otros lados eran más de dos reunidos
platicando y riendo, lo sorprendente es que no eran personas, eran hologramas
que la luz distorsionaba cuando los traspasaban.
Camine entre ellos, mi presencia
no era tomada en cuenta, hasta que del remolino de sombras, salió una voz que
decía.
¿Cómo te llamas?
Obvio, no iba a decirle mi nombre
verdadero a un desconocido, e invente uno.
Me llamo Lilith, respondí.
La voz siguió preguntando.
¿Qué hacer por estos rumbos?
Curioseando- dije.
Por más que me esforzaba para
localizar el origen de la voz, entre esa penumbra resultaba imposible. El diálogo
se hizo cada vez más coloquial, no sé en que momento empezamos una conversación
más íntima.
Hablamos de los motivos que todos
esos espectros, tenían para estar ahí, me comento que el lugar los protegía en
el anonimato, que ahí podían ser, hacer o decir, lo que no podían o no querían,
en ese lugar se encontraban las almas solitarias que la vida las había
enmudecido.
Me informó que en ese sitio
impersonal, se vivan las mismas pasiones que los temporales, no obstante que
los lugareños son incorpóreos, tienen las mismas necesidades, cualidades y
defectos que los de abajo.
Los sonidos se arremolinaban a mí
alrededor, yo quería tener de frente a mi interlocutor, pero era en vano, lo
sentía muy cerca pero a la vez lejos, era un desconocido íntimo.
Todo era un torbellino, me era
difícil estar concentrada en las palabras de mi anfitrión.
En un instante algunos abstractos
se aproximaron, era un nuevo visitante, obvio una vez que se percataron de mi
presencia, curiosos se acercaron advertí que habían géneros. Algunos eran
amistosos otros agresivos.
En tanto, mi anfitrión se perdió
en ese alboroto, nerviosa y porque no, espantada, me quede inmóvil, no sé
cuanto tiempo, al ver mi espasmo, las ánimas se alejaron. Ya sola en ese mundo
surrealista, sin saber que hacer, trate de relajarme y dar rienda suelta a mi
curiosidad.
¡En última instancia, no eran
seres reales que me podrían hacer!
Una vez relajada, empecé a
caminar, me había habituado a la penumbra, me trasladaba entre las plasmas,
algunas estaban solas e igual que yo con antelación, aturdidas, otras, sólo
decían.
¡Holaaa!
Sin que nadie respondiera.
De momento, una voz llamo mi
atención, se oía tan ansiosa y a la ves, tan sola, trate de guiarme por el
oído, me acerque, se trataba de un hombre, bueno por decir algo, ya que era
amorfo, él notó mi presencia y amablemente me pregunto mi nombre y el motivo de
mi presencia en el lugar. Reitere lo dicho a mi anfitrión original. Lilith y
curioseando
Que bien- dijo él- y guardo silencio.
Esperaba la siguiente pregunta
pero no llegó, entonces fui yo, quien pregunto.
¿Qué tienes, qué te pasa?
De él, sólo oí un suspiro
profundo y apesadumbrado, mi corazón reacciono encogiéndose, era tan sentida su
soledad, además algo en él, me resultaba tan familiar, tímidamente le pregunte.
¿Puedo ayudarte?
Después de un silencio, dijo.
¡No lo sé!
Guardamos un silencio incomodo,
pero sentía que no podía dejarlo así, me mantuve a su lado.
De pronto empezó a decir que se
sentía sólo y triste, era lo que pasaba, sólo quería lo que todo el mundo
anhela.
Desconcertada, pensé… ¿A qué se
refiere?
Con cierta dificultad, le
pregunte.
¿A qué te refieres?
Él empezó el siguiente, monologo.
Los que estamos aquí, nos
refugiamos de una verdad que expulsa, ya sea por la incapacidad de socializar o
por desencantos sufridos, el caso es, nos cobijamos con un manto clandestino
que nos permite ilusoriamente tener lo que nos hace falta.
Aquí, podemos tener la atención
de alguien o de algo que nos hace sentir una satisfacción y felicidad temporal.
Algunos de mis hermanos, dicen que es sólo un juego, pero en realidad es una
necesidad, una necesidad de existir, de sentir pero en mi caso, ha llegado el
momento que esta felicidad perecedera, no es suficiente.
Haya abajo, no puedo encontrar
como darme en mi totalidad, me limita, me agobia con sus exigencias y responsabilidades,
es tan agitada la existencia que no permite un respiro y yo sólo quiero ser
parte de algo. ¡Caray!
Este lugar, es un espejismo que
te abruma y te adormece, una vez que pasa el efecto sientes un vacío sin fondo
y nuevamente regresas. Te vuelves adicto encadenado a la irrealidad, circulo
vicioso que puede desconectarte de ti y de la verdad.
¡Yo sólo quiero existir, sólo
quiero vivir!
Después de ese lamento, guardo
silencio y se alejo.
Estaba en shock, de alguna manera
lo entendía perfectamente, fue cuando me di cuenta que estaba en el purgatorio
o en alguna parte del infierno. Ese lugar donde las almas sufren por sus
debilidades.
Gire en mi propio eje, el
panorama era desolador, risas, voces y movimiento por doquier, pero el ambiente
era rancio, denso y salado.
Una pesadez me invadió, casi me
era imposible moverme, con dificultad busque la salida, me asfixiaba y el
llanto invadía mis ojos.
Finalmente, encontré la salida,
jale la puerta. El frío y la humedad de la noche, me golpeo el rostro, fue una
sensación de alivio y vida, sin voltear, salí casi corriendo de ese lugar con
la convicción de nunca volver.
Lunaoscura
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