Eran como dos cuerpos
celestes que cada cierto tiempo se encontraban. Su primer encuentro sucedió
cuando ambos eran dos mozuelos inexpertos que creyeron jugar al amor. Uno inexperto
y la otra confundida.
Por destino o karma,
después de un lapso de diez años se reencontraron. Él con una familia a su
espalda, ella intentando formar la suya, la nostalgia de lo que no fue los hizo
titubear, pero por bien de todos los involucrados nuevamente se alejaron, cada
uno vivió lo que tenían que vivir.
Y, de nueva cuenta
cumplido el plazo riguroso, el sino los ponía frente a frente. Él saliendo de
una mala racha, ella reconstruyéndose. Al parecer, tenía que aprender algo.
Él había mantenido en
su memoria la frustración de no haber sido el primer hombre en la vida de ella
e iba por la revancha, por su parte ella, sentía una deuda hacia él, por los
malos ratos que le hizo pasar.
A fin de cuentas, lo que
descubrieron es que eran dos cometas que de tiempo en tiempo sus órbitas coincidían.
El karma se había cumplido y eran libres y, solo tal vez en el espacio quedaría
una estela difusa de un sofisma.
Lunaoscura
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