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lunes, 18 de septiembre de 2017

Entre dos verdades

Habían pasado ya algunos días desde su encuentro con Marina, su estado de ánimo oscilaba entre la pasión que le segaba el sentido común, y la culpa que no le daba descanso.

Marina era la esposa de su mejor amigo, pero ella una mujer tan sensual y divertida que lo hacía sentir tan vivo que lo desbordaba de pasión y deseo.

Su relación había empezado entre juego y juego, pero esa vez en la reunión en la casa de un amigo común, tuvieron sexo, y tenía ganas de hacerlo una vez más.

No obstante, su confusión, un día sin más, se presentó en su negocio, ella es dueña de una florería, Marina se sorprendió al verlo, aprovechando su turbación, la llevó a su oficina y fue el grano.

- ¿Qué pasa Marina, por qué me estás evitando?
- Mira, lo que pasó esa vez, no debió pasar, tú y yo somos amigos y sobre todo eres muy amigo de mí esposo. - Mariana, estaba verdaderamente turbada.
- Tienes razón Marina no debió pasar, pero sucedió y a ambos nos gustó y lo disfrutamos, qué fue un momento de locura, de borrachera, de pasión, de sexo y tal vez de amor, - Alejandro, le ponía un poco de sentimiento al asunto - así fue, pero no significa que deba terminar nuestra amistad, sé que es difícil, igual me pasa a mí, pero no puedes separarte del grupo, tu marido va a sospechar, que estás disgustada con alguien del grupo, ¿no crees?
- Pues sí, pero no ha sido fácil para mí desde lo que pasó ...
- ¡Pues ya pasó! Y ahora debemos seguir siendo amigos, ¿no crees?
- Creo que tienes razón, fue un momento de lujuria de mi parte...
- De ambos, - la interrumpió- además ¿te gustó o no?
- Marina, se sonrojó un poco, alzó la mirada, - Sí, gocé como una loca ese día.
- Quien quita, te dé la oportunidad de volverlo hacer - comentó Alejandro, entre risas.

Ella también río, el camino estaba abierto, Alejandro se despidió dándole un beso en la mejilla, rozando sus labios y poniendo una mano en su cintura.

Así las cosas, a los dos días Alejandro le hablo, para informarle de que pasaría a su negocio que tenía que hablar con ella. Marina, le dijo que no, que no era buena idea, aun así, él insistió, además ya iba en camino. Minutos después, nuevamente le habló.

- Estoy a un lado de tu negocio, avisa que sales, vamos Marina son las 10:30 de la mañana, ¿a qué le temes?
- No, es que estoy ocup…. Ocupada. - Trastabillaba al hablar y se le notaba lo nerviosa.
- Entró Marina, y soy capaz de darte un beso en frente de tus empleadas, así que tú sabes. - sentenció Alejandro.
- Está bien, pero no nos tardemos.

La vio salir, llevaba una blusa blanca con transparencias que dejaba apreciar su espalda y el brassier y unos pantalones blancos ajustados. Escena que le provocó una erección. Inmediatamente se subió al coche y él arrancó.

- ¿Qué pasa?, ¿cuál es tu prisa, por qué pasas por mí?, preguntaba Marina.
- Pues quiero que me acompañes a tomar un café.
- ¡Como crees! que van a decir si nos ven.
- Pues que estoy tomando café con la esposa de mi amigo en el centro comercial, Marina ¿qué pueden decir?, ¡por Dios!, ¿no lo hemos hecho en otras ocasiones?
- Pues sí, pero en forma casual, nos encontrábamos y ya.
- Bueno si no quieres ir a tomar el café al Centro Comercial, acompáñame al departamento que acabo de comprar, me lo están remodelando y si alguien nos ve y te preguntan dices que fuiste a ver lo de la decoración de algunas plantas de ornato.
- Bueno y ahí ¿hay más personas trabajando?
- Sí...

Llegaron al edificio, estaciono el coche y subieron desde el sótano hasta el décimo piso, durante el trayecto Alejandro se le acercó un poco y le dijo lo bien que se veía y como le lucía esa blusa. Ella se sonrojó y agradeció el cumplido.

Una vez que abrió la puerta del departamento, la sujetó de la cintura, la acerco hacia él y comenzó a besarla por el cuello, pensó que iba a protestar, pero ella le pasó la mano por el cuello, mientras Alejandro comenzaba a desabotonar la blusa y tocarle su vientre.

- Quiero hacerte el amor sobrio, le dijo él.
- Yo también quiero que me lo hagas antes de que me arrepienta.
La tomó en sus brazos y la llevó hacia la sala, ahí se quitó su pantalón.
- Prefiero quitármelo antes de que se arrugue. – comento Marina, al momento que lo acomodaba sobre uno de los sofás.

Por su parte Alejandro, se desnudaba con extrema rapidez, se encontraba completamente excitado, por lo que en cuanto ella, se volteó a dejar el pantalón al sofá, él la penetraba, ella solo emitió un quejido y empezó a gemir con cada movimiento.

- Así que, ¿ya no querías? - le decía él, mientras le pasaba su lengua por su cuello y cara.
- Si, hazme tuya, …
- Mira Marina, cada vez que quiera, lo voy a hacer como quiera, donde quiera y con quien quiera, ¿eres o no mi amiguita? - Le decía excitadísimo.
- Sí soy tu amiguita, tómame cuando quieras...

La pasión llegó a su máximo clímax, y ambos terminaron agotados, él acostado sobre su espalda y ella acostada bocabajo sobre el sofá.

- ¡Qué maravilloso!, eres un cabrón no respetas a la esposa de tu amigo - dijo Mariana a la vez que se reía.
- Eres maravillosa Marina, anda vamos a la regadera a ducharnos.

Quedaron en hablarse y verse lo antes posible. Al dejarla en la puerta del negocio, Alejandro observo como movía ese maravilloso, y pensó que sí su esposo era su mejor amigo, ahora ella sería su amiga íntima. Además, se dio cuenta que no le remordía la conciencia.



Lunaoscura

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