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martes, 20 de junio de 2017

Una noche de verano

Martín se dirigía como todos los días a su casa, pero esa noche tenía algo especial, una brisa gélida acompañada de una densa neblina la envolvía y la calle estaba totalmente desierta, cosa que no era normal porque estaban en verano y generalmente las personas salían hasta tarde a la calle.

El único sonido que percibía era el retumbar de sus pasos sobre las baldosas, sin embargo, tenía una sensación de zozobra, una angustia lo invadía. Acelero el paso, de forma súbita un alarido sobrehumano, lo clavo al piso, un choque eléctrico le recorrió el cuerpo, el corazón se le acelero, sentía sus palpitaciones en el cuello y su respiración era entrecortada.

Lentamente giro la cabeza a la izquierda, la brisa se hizo más creciente, las hojas de los arboles hacían un chasquido agudo al chocar entre sí, no veía nada, pero unos pasos se acercaban a él. Un sudor frío le perlaba la frente y sentía que el corazón en cualquier momento se detendría.

Bruscamente, unas manos lo tomaron por los hombros, eran tan fuertes que le produjeron un intenso dolor. En un solo movimiento, lo giraron en su propio eje, Martín quedó de frente a un espectro.

El ser era impresionantemente fuerte, alto, pero no tenía rostro, vestía harapos desgarrados de lo que había sido una túnica negra. Unas lágrimas ardientes se deslizaron por las mejillas de Martín, el pavor se había apoderado de él y una certeza de final lo inundó.

Una voz profunda se hizo escuchar, “es hora de unirte a los demás”.

Martín, percibió el hedor que desprendía el monstruo, sintió desvanecerse, pero el ente no lo dejó caer, lo seguía sujetando fuertemente por los hombros. En un instante, unos alaridos desgarradores, invadieron el espacio, antes de perderse en la oscura nada, pudo observar que, se acercaban de todas partes cientos de ánimas descarnadas que extendían sus brazos hacia él.


Lunaoscura

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