Claroscuro. José de Ribera Ixion |
Me
desperté en esta tétrica hondonada de paredes de color carmesí oscuro. No hay
luz ni oscuridad, no hace ni frío ni calor. Es como estar en un ataúd,
protegido.
Delante
de mí hay un grupo de seres harapiento, casi infrahumanos, danzando alrededor de
una fogata. Intento acercarme, pero una anciana que, me recuerda a la bruja de blanca
nieves, me obstruye el paso.
Mis
ojos se posan, sin yo controlarlos, en las pupilas de la vieja, llameantes como
las mismísimas flamas de la hoguera. Obviamente me veo a mí, con esos ojos
negros… un momento… la imagen se transmuta, empiezo a darme cuenta de lo feo y
horrible que soy. Una sensación de pánico irrumpe en mi cuerpo. Yo no era así,
pero ese ojo me muestra tal como soy… ¡un monstruo! ¡¡Tan feo y deforme como un
monstruo!!
Con
esta sensación de angustia, e incapaz de apartar la mirada, intento tapar mis
ojos con las manos, pero los brazos no me responden.
Llevo
en este odioso lugar varias horas o días, tal vez meses. Por cada segundo que
permanezco en este estado descubro nuevas imperfecciones que me hacen sentirme
peor aún.
Un
día de un rincón oscuro se asoma un… monstruo, animal, no sé… ¡es un demonio! Me
señala con su tridente y se ríe de mí, con una risa tan lúgubre que se me hiela
lo que antes fue mi corazón.
El
demonio me mira profundamente. No sé porque, pero empiezo a llorar, como un
niño desamparado. En tanto una voz cavernosa se escucha.
-
Adán, has pecado – Me dice el demonio
con sorna – Vas a pagar tu pecadora vida. He sido creado con el extracto de tu
pútrida alma, y va a ser tu propia alma la que te va a estar torturando hasta
la eternidad.
Al
oír, esa sentencia, por primera vez en mi insignificante vida, quise rezar. El
horror del suplicio eterno me inundaba de desesperación y miedo.
-
No te va a servir de nada ¡¡JA JA JA
JA JA!! – A pesar de estar muy lejos, su fétido aliento me llega a la nariz y
al instante vomito del asco.
No
puedo soportarlo más. Llevo mil días siendo martirizado por el demonio. Lo sé,
porque otra de sus torturas es que siempre tengo un reloj que me informa de
cada segundo que estoy aquí.
Cada
siete segundos aparece el demonio y me tortura. Algunas veces son torturas tan
fuertes que muero sin que termine su tortura, pero al instante vuelvo a
aparecer delante del reloj, llorando o suplicado. Pero de nada sirve suplicar,
ni gritar, ni llorar… ¡De nada sirve rezar!
Hoy
el demonio me ha arrancado las uñas. Siete segundos después me ha arrancado el
escroto y me ha cortado los testículos. Siete segundos después me ha arrancado
la cabellera con un cuchillo oxidado y sin afilar. Ha sido una experiencia
insoportable. Tan insoportable que me he desmayado varias veces, pero cada vez
que me desmayaba, al segundo siguiente despertaba. He sentido como los pliegues
que aún estaban pegados a mi cráneo se despegaban uno a uno, provocándome un
dolor espantoso.
No
puedo más… desearía desaparecer… me faltan tres segundos de los siete que tengo
de descanso para que vuelva a aparecer el demonio. He muerto varias veces
desangrado…
Ya
han pasado cien años así. Esta vez el demonio ha aparecido y no me ha
torturado. Me ha mirado fijamente.
-
¿Sabes por qué estás aquí?
-
Si… – Ya no recordaba cómo era el
sonido de mi voz.
-
¿Por qué estás aquí?
-
Por pegarle a mi esposa y luego… –
Empiezo a llorar.
El
demonio mete uno de sus dedos en mi corazón, y empieza a retorcerlo.
-
¿Y luego qué? – Pregunta, con su
fétido aliento que me hace vomitar.
-
Y luego la maté…
-
Así es – Asiente el demonio – Mataste
a tu esposa – El demonio saca un aparato que no reconozco.
- Hasta ahora las torturas han sido de
nivel uno. Vamos a pasar a nivel dos. Hay infinitos niveles, cada nivel es cien
veces peor que el anterior. Al principio morirás al instante, pero cuando me
aburra de esta situación haré que no puedas morir. También te informo de que en
nivel dos el dolor que se te aplica es comparable al que tú le causaste a tu esposa.
El
demonio acerca su herramienta a mi miembro. Y muero al instante. Cuando
despierto, el demonio me sonríe.
-
Por cierto, hemos reducido tu tiempo
de descanso a seis segundos.
Es
tan infame el dolor que enverga mi alma, suplico piedad, suplico el perdón de
aquella mujer que lo único que hizo fue amarme incondicionalmente, me
arrepiento de mi vileza, de mi falta de hombría…
Estoy
arrepentido como jamás lo estuve… Una voz, me consuela, es una voz tan angelical,
es un bálsamo para mi dolor… Abro lo ojos, frente a mi rostro esta Eva, mi
esposa y compañera.
Lunaoscura
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