No hay utopía más insensata que gastar emociones,
energía y tiempo en una relación que nació muerta. Eso lo sabía perfectamente
Falco, no obstante, quería creer que esta vez no era así que existía una
probabilidad por ínfima que fuera.
Había conocido a Ángela dos años atrás, en la casa
de su amigo Antonio, desde que se la presentaron lo había impactado, no tanto
por su belleza física, aun cuando era muy bonita, sino por su vitalidad y
carisma. Era desinhibida y sociable con una naturalidad que atraía,
afortunadamente congeniaron bien y nació una incipiente amistad que se fue
fortaleciendo con posteriores encuentros.
Él se convirtió en su amigo y confidente, siempre
presente cuando ella lo necesitaba. El tiempo que compartían para Falco era lo
mejor que le podía pasar, entre más la conocía más convencido estaba que era su
mujer ideal.
Pero Ángela, al parecer no se percataba de los
verdaderos sentimiento de su amigo, para ella era una amistad autentica sin
otro interés más que una sincera amistad.
En más de una ocasión, Falco había decidido hacerle
manifiestos sus sentimientos pero en el momento se retractaba, tal vez por
miedo a ser rechazado o a decepcionar a su amiga. El caso es que Falco, vivía
en constante mortificación, entre arriesgarse o perder la amistad de Ángela.
Una tarde, Ángela le habló para invitarlo a comer,
tenía que darle una noticia que seguramente lo haría tal feliz como a ella.
Así las cosas, se reunieron en el restaurante de
siempre. Flaco llegó antes que ella, cuando la vio entrar, estaba radiante y
más hermosa que de costumbre. Ante esa visión, Falco decidió que era tiempo de
decirle que quería más que ser su amigo y que estaba enamorado de ella.
Ángela, lo abrazo con tanta efusión estaba
verdaderamente feliz, su rostro irradiaba felicidad, dio unos giros en los
brazos de su amigo como una niña pequeña. Falco estaba feliz aunque no entendía
el motivo de tanta emoción de su amiga.
Una vez pasado el momento de euforia, se sentaron.
Falco, no podía esperar más, tenía que saber el motivo de tanta alegría.
-
¿Haber
cuenta, cuál es el motivo de esta alegría? ¿Qué es lo tienes que contarme?
¡Anda, me tienen en ascuas!
Ángela, se toco la cara para recuperar la seriedad
y poderle decirle a su amigo, el motivo de su alboroto.
-
¿Té
acuerdas de Antonio, el hermano de Nancy, mi amiga, el dueño de la casa en
donde, nos conocimos?
-
¡Sí,
claro Antonio es mi amigo!
-
Pues
bien, hace algunos meses he estado saliendo con él.
-
¿Por
qué no me lo habías dicho?
-
Bueno, en principio no era nada serio. Después
las cosas cambiaron y decidimos mantenerlo en secreto haber hasta donde podías
llegar con la relación.
Falco, se sentía traicionado, engañado con un dolor
en el corazón pero mantuvo la compostura.
-
¡Aja
y luego!
Ángela, lo tomo de las manos, sus ojos destellaban
y su boca dibuja una amplia sonrisa. Su amiga, no cabía de felicidad y él no
soportaba el dolor y la frustración.
-
¡Me
pido ser su esposa!
Contrario a lo que Ángela esperaba, Falco se soltó
de sus manos con el rostro contraído y tan pálido que se asusto por la salud de
su adorado amigo.
-
¿Te
sientes bien, Falco?
-
¡Sí,
sólo que no esperaba esa noticia! –después de unos segundos y de tragar saliva,
le pregunto- ¿Qué le dijiste?
-
¡Qué
le voy a decir, es un hombre maravilloso! ¡Le dije que sí!
El mundo lo aplastaba pero él era responsable por
cobarde e indeciso, con semblante de muerto fresco, le dijo.
-
¡Felicidades!
Esa tarde, Falco degusto la comida más amarga de su
vida con una mueca de felicidad.
A partir de ese momento, excusas no le faltaron
para no estar presente en los preparativos y los desbordamientos de felicidad
de los nuevos comprometidos.
Ángela le reprochaba su abandono pero se olvidaba
con los preparativos para la boda.
Un viernes sin previo aviso, llegó Ángela a la oficina
de Falco, con cierta incomodidad le dio la bienvenida, le invito a sentarse en
la sala pero ella declino la invitación.
-
¡No!
Sólo pase para darte la invitación de mi boda y para advertirte que no voy
aceptar pretextos para que no vayas. ¡Entendiste!
-
Él
tomo la invitación con una sonrisa forzada- Gracias, no te preocupes ahí
estaré.
-
¡Ok!
Pues me voy, tengo un montón de cosas que hacer todavía –Se acerco a su amigo
abrazándolo fuertemente y dándole un beso, se despidió.
En cuanto ella salió, Falco aventó la invitación al
suelo, le resultaba tan doloroso y frustrante la situación y por otra parte, se
sentía un miserable mal amigo.
No era culpa de ella que él no hubiera reunido el
valor para decirle sus sentimientos, era de esperarse que otro si lo tuviera.
Nadie, más que él era el responsable de su situación es que así estaba obligado
a estar al lado de su amiga en un día tan importante en su vida.
En efecto, el día de la boda Falco estaba ahí
estoicamente. Una vez terminada la ceremonia se acerco a los esposos para
felicitarlos y despedirse, había cumplido y no quería seguir ahí. Ángela le
insistió que se quedara pero fue inútil, Falco se retiro.
Durante mucho tiempo no supo de ella, suponía que
estaba tan feliz que hasta de él se había olvidado. Él salía con una chica
bastante agradable, sin ninguna pretensión más que olvidar a su amor imposible.
Después de un año, recibió una llamada, el número
era de Ángela, indeciso en responder atendió la llamada.
-
¡Hola
tú, ese milagro!
-
Hola,
Falco cómo estás.
-
Bien,
bien pero dime a qué debo el honor, mala amiga.
-
La
voz de Ángela, no era la misma, se oía sombría- Necesito hablar contigo.
¿Cuándo nos podemos ver?
-
Falco
guardo silencio, qué estaría pasando, qué le estaría pasando- Cuándo tú me
digas, ¿qué pasa? ¿Estás bien?
-
¿Te
parece que hoy a las ocho, vaya a tu departamento?
-
Sorprendido
le respondió- ¡Claro, no hay problema! ¿Estás bien?
-
Ya
hablaremos, nos vemos en la noche… ¡Gracias, amigo!
El resto del día, Falco se rebanaba los sesos. Qué
estaría pasando para que ella lo buscara, a las siete salió rumbo a su
departamento, estaba preocupado.
A las ocho en punto, se oyó el timbre. Apresurado
abrió, ahí estaba la mujer de sus sueños pero no veía esa alegría
característica de ella, estaba demacrada con un huellas de haber llorado. La
invito a pasar.
Preocupado, le pregunto si quería tomar algo. Con
un movimiento de la cabeza, Ángela indicó que sí. Falco, se retiro a la cocina,
después de un rato apareció con dos tazas de café.
Ángela, sentada en un sillón, lloraba en silencio.
Falco dejó la tazas y se arrodillo a los pies de su amiga.
-
¿Qué
pasa?
-
Soy
una estúpida, Falco, eso es lo que pasa.
-
Desconcertado
y con una sensación de rabia, le pregunta -Por qué dices eso, cuéntame.
Ángela, entre sollozos le platicaba la decepción
que era su marido. El hombre maravilloso que creía, era mentira. Su matrimonio
se había tornado una prisión en donde ella estaba encerrada en soledad.
Resultaba que Antonio, nunca estaba, en principio
creía que era por sus ocupaciones profesionales pero no era así. Los viajes de
trabajo, eran su coartada para andar con mujeres y amigos.
Una vez que lo descubrió, lo enfrento. El
cínicamente, le respondió que él era así y no tenía intensión de cambiar.
Además, que era ese drama, ella era la catedral, las otras sólo capillas.
A partir de ahí, ya ni siquiera se molestaba en
mentir, estaba harta y ofendida, no sabía qué hacer, aun lo quería y deseaba
que cambiara.
Falco estaba más que molesto, no sólo con Antonio
sino con ella. ¿Dónde, estaba la mujer que admiraba y de la que se enamoro? Esa
mujer sumisa y débil no era Ángela… pero no podía dejarla ahí, sufriendo por
ese hombre y consumiéndose en el dolor y la frustración, él sabía bien lo que
se sentía.
La dejó desahogarse, una vez que se calmó hablo con
ella, le expuso todas las razones por las que tenía que tomar una decisión
firme para terminar con esa situación. No podía ni debía permitirle a ese
hombre terminar con la mujer que era ella.
Ángela lo abrazo, sus palabras la reconfortaban, le
daban una luz. Él, la abrazó con tanto cariño que ella no pudo evitar darle un
beso. Eso los llevo a más, una por la necesidad de atención y cariño y el otro
por un amor suspendido en el tiempo.
La noche transcurrió, a la mañana siguiente Ángela
fue la primera en despertarse, a su lado estaba su amigo Falco. Sin querer
pensar más, se incorporo, tenía que salir de ahí.
Cuando Falco despertó, Ángela no estaba. Se quedo
un rato más en la cama, rememorando la noche anterior. ¿Cuántas veces lo había
deseado? Pero también, era un hecho que ella estaba casada con su “amigo” y a
pesar de que las cosas estaban mal, ella lo seguía queriendo.
Con ese lío en la cabeza, se arreglo y salió rumbo
a la oficina, más de una ocasión estuvo tentado de hablarle pero se contuvo,
tenía que darle tiempo a ella y a él mismo.
Después de unos días de cavilaciones y zozobra,
sonó su teléfono, era Ángela, le pedía que se vieran a las ocho de la noche en
su departamento. Durante varios meses, esa fue la rutina, ella hablaba y se
reunían en su departamento.
Falco en principio lo disfrutaba y se sentía feliz,
era una relación ideal, estaba con la mujer que amaba sin compromisos. Hasta
que en una reunión coincidieron Ángela y Antonio con él, ahí se dio cuenta que la quería para el
únicamente.
En el siguiente encuentro, se lo dijo a Ángela,
ella evadió la respuesta.
Era una verdad innegable, esta relación había
nacido muerta. El deseo había desbordado la imaginación volviendo a este amor
en irreal.
Lunaoscura
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