Ese día, me había levantado con
un sentimiento de frustración, mi vida estaba plagada de monotonía, con todo,
me fui a trabajar.
Las mismas idioteces e idiotas de
siempre, solo el tema variaba, finalmente, término mi día.
Llegue a casa fastidiada del
tráfico, cansada e igual que en la mañana frustrada. Me dirigí a la cocina por
un vaso de agua, ahí estaba él, nuevamente fastidiando.
¡Qué le costaba hacer, lo que se
supone, tiene que hacer!
Sin pensar, me dirigí al cajón de
los utensilios de cocina, lo abrí, saque un cuchillo.
Lo empuñe y camine decidida hacia
él. Me pare frente a él, no pensé nada,
solo sentí como la sangre palpitaba en mis sienes, de un solo golpe es lo clave
en el mero centro.
Una especie de siseo se escuchó,
salí corriendo, me detuve en medio de la sala, temblaba cual vil hoja, estaba
asusta.
Después de un rato, no se
escuchaba nada, con miedo, entre nuevamente a la cocina.
El cuchillo, seguía dentro de él,
con terror se lo quite e inspeccione si había alguna señal de que estaba bien,
pero no, no hacía nada.
En ese momento, trate de hacer
algo para remediar la situación, pero era inútil. En un acto de cobardía,
acomode las cosas como si no hubiera pasado nada, alguien se daría cuenta y
haría lo que se tuviera que hacerse.
Cabizbaja y muy apesadumbrada, me
dirigí a la sala, había matado a mi refrigerador.
Los hechos antes narrados, son
verídicos en un momento de arrebato los ejecute. No los había confesado por miedo
a las consecuencias que me pudieran acarrear.
Lunaoscura
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