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martes, 14 de abril de 2015

La mujer vampiro

Joel había decidido hacer un viaje al Perú, estaba interesado en la zona arqueológica de Tambo Colorado, pero antes de dirigirse a ese lugar, decidió pasar unos días en la localidad.

A su llegada, conoció a Juan, sería su guía. Lugareño que lo pondría al tanto del folclore y tradiciones.


Durante los días siguientes, ambos hombres recorrieron los sitios de interés, una noche cuando cenaban en la casa de Juan, salió a la plática una leyenda del lugar. Se refería, a una mujer vampiro que había maldecido con regresar de la muerte y vengarse de aquellos que fueron responsables de su muerte.

Joel, como buen arqueólogo, se interesó sobre el tema, le pidió a Juan que al día siguiente, lo llevara a la tumba de esa mujer, el guía no estaba del todo convencido, si bien se trataba de una leyenda, no fuera ser…

Con todo, a la mañana siguiente se dirigieron al panteón, la tumba mostraba un profundo abandono, se encontraba en la parte más lejana y solitaria del panteón.

Estaba construida en mármol negro, coronado por una losa del mismo material. En la losa había un conjunto magnífico de figuras. Entre las que destacaba una hermosa joven y a su lado un enorme perro, mostrando los colmillos y la lengua. El grupo de figuras, aunque admirable por su ejecución, deja una sensación desagradable. En la lapida se podía leer:

“Por amor a los muertos y el bien de los vivos, dejad este sepulcro sin tocar, y su ocupante sin molestar hasta la vuelta de Cristo, en nombre de Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”

Joel, le comento a su acompañante lo extraordinario del trabajo y lo enigmático de la inscripción. Juan, solo se santiguaba, estaba verdaderamente asustado.

Con voz, afectada, le pidió que se retiraran del lugar, no queriendo mortificar al pobre Juan, Joel accedió. El día transcurrió, sin más contratiempos, Juan le contó la leyenda que rodeaba a la tumba, según la cual, se dice:

Nació en Inglaterra, criada en el seno de una familia pudiente. Era conocida por su obsesión por las prácticas de brujería y magia negra e inclusive relacionada con la adoración a Satanás. Fue asesinada de forma violenta por sus vecinos en el año 1893, en su terrible agonía juró regresar del más allá en el centenario de su muerte para castigar el crimen que contra ella perpetraron.

Tanto el pueblo como su propia familia, no querían conservar cerca los restos del cuerpo, por miedo a las amenazas que ella pronunció antes de exhalar el último hilo de vida. Entonces, decidieron enviar su cuerpo a las costas del Perú. Depositando su féretro en el cementerio de la localidad de Pisco.
  
Según Juan, en esos días, se cumplía el centenario de su muerte, razón por la cual, los habitantes estaban muy preocupados y apurados por proteger sus hogares. Hasta, habían solicitado a la iglesia que realizara una serie de rosarios, otros habían consultado a unos brujos, pidiéndoles  que elaboraran amuletos de protección.

Esto, lo único que hacia era acrecentar el interese de Joel. Sabiendo de ante mano, la respuesta de su guía. Joel el pidió que lo acompañara esa noche al panteón.

El rostro de Juan, se transfiguró, estaba pálido con los ojos abiertos como si hubiera visto un fantasma, era evidente su miedo. Joel, le repitió su solicitud.

Juan, respiro profundamente, como para tomar valor, y le dijo.

-         ¡No! Con esas cosas no se juega.

Joel, estaba a punto de soltar una carcajada, pero al ver el rostro de su acompañante, se contuvo. Optando, por dar una explicación lógica al hecho.

-         Solo se trata de una leyenda, que generalmente refleja la imaginación de quien la creo. Vamos, no puedes creer en eso, son charlatanerías.

Durante un buen rato, ambos hombres guardaron silencio, hasta que, Juan, no muy convencido, le dijo:

-         Esta bien, te acompaño, pero si vemos algo raro salimos inmediatamente de ahí.

-         Esta bien, hombre, no te preocupes, no va a pasar nada.

Así pues, al llegar el crepúsculo, los hombres estaban en el cementerio. Todo estaba tranquilo, hasta que los estremeció el aullido de, aparentemente, cada perro del pueblo. Duró entre diez y quince minutos, para luego cesar tan repentinamente como comenzó. Esto, y una curiosa niebla que se ha levantó alrededor de la iglesia, hizo que Joel, se sintiera ansioso acerca de la tumba.

Justo antes de las diez de la noche, hubo otro arrebato de aullidos. Comenzó con una lamentación que helaba la sangre, en la vecindad del cementerio. El coro duró solo unos minutos.

Casi a medianoche, una figura oscura, emergía de la niebla y alejaba rápidamente hacia el descampado.

Joel, estaba intrigado, qué era eso. Juan, estaba petrificado, temblando como una hoja, Joel, le tomó del brazo a fin de tranquilizarlo.

Pasada media hora, se sentían cansados, Joel pensó que quizás después de todo no verían nada esa noche.

Sin embargo, poco después una niebla ligera, se levantó de la tumba, parecía centellear y chispear a medida que se alzaba en una especie de espiral.

Joel, no dijo nada, pero oyó a Juan dar un jadeo, mientras aferraba su brazo con fuerza.

Con todo, ambos hombres se acercaron a un metro de la tumba. Un olor frío y húmedo impregnaba el lugar, haciendo erizar el cabello y estremecer el cuerpo. Entonces, apareció frente a ellos, una figura.

Juan, murmurar una plegaria, Joel lo sostenía con fuerza del brazo, porque temblaba violentamente.

Mucho antes de que pudieran distinguir la silueta, observaron unos ojos brillantes y el carmesí de su boca sensual.

Era una mujer que se dirigía directo a ellos, con una sonrisa amorosa, estiró sus brazos. Alrededor de su boca había una espuma sanguinolenta, y de debajo de sus labios asomaban dientes puntiagudos.

Les habló con una voz suave, cargada de un hechizo que afectó a ambos, y particularmente a Joel. Su voz tenía un efecto soporífero, la cual no pudo resistir el arqueólogo, estaba en una especie de trance, más que eso, parecía arrastrarlo a ella, a pesar de sus esfuerzos por resistir.

- ¡Ven! -dijo ella-, ¡Ven! Te daré descanso y paz, descanso y paz, descanso y paz.

Joel parecía desmoralizado por el hechizo, intentó avanzar, Juan lo detuvo, él, susurraba:

-         ¡Juan, déjame ir! ¡Debo ir! ¡Ella me llama! ¡Debo! ¡Debo!

Con fuerza, Joel se soltó de Juan, dirigiéndose ante la hermosa mujer.

Sus ojos lo acariciaban, prometiendo, el amor, la pasión, la promesa de una entrega absoluta, urgente. Con voz sensual, le decía:

-¡Si quisieras ser mío, yo te haré más feliz que cuanto pueda hacerte Dios en el paraíso!

Arrebatado, Joel no podía disimular la pasión extraña y repentina que en él había surgido. Se quedó inamovible, perplejo, hasta que la mujer, segura ya del sentir que había despertado en él, le tomó la mano, la oprimió con fuerza, al tiempo que sus labios se acercaban a su cuello y sus manos le recorrían la espalda, el pecho, brindándole una sensación desenfrenada de lujuria.

Joel, cerró los ojos, su respiración se entrecortaba al tacto de piel con piel. Ella lo acariciaba, se apoderaba de él, no cabía de placer y su éxtasis aumentaba a cada segundo.

Él la besó y probó el dulce líquido de sus labios, sentía que la vida se la robaba y era algo que le horrorizada, pero no podía soltarla, ni despegarse de su cuerpo irreal.

-Tuyo seré, – dijo él- si el precio de tenerte es la muerte, así será.

Al oír estas palabras, la mujer le dio un beso e intento clavar sus colmillos en el cuello de Joel.

En tanto, Juan era solo un espectador, paralizado sin poder hacer nada por el miedo que le invadía.

En eso, una mirada de odio, reemplazó la cara sonriente y con un chillido ella retrocedió. Era miedo, lo que había ahora en su hermosa cara, se replegó con un grito lastimero, los primeros destellos del amanecer se encendieron sobre el mundo, ella se desintegró en cenizas, todo el peligro había terminado.


Lunaoscura



Basada en la leyenda de Sarah Hellen, de la región de Pisco, Perú.

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