El día empieza a menguar, los últimos rayos del sol, desganados se desdibujan detrás de las colinas, el cielo azul sea teñido de anaranjado, la brisa es una acaricia cálida.
El ambiente huele a nostalgia,
cobijo acogedor que abraza, deteniendo el tiempo. Un alma atormentada encuentra
sosiego.
Pobre corazón, está acongojado, una
vez más, tiene que dejar ir al amor, las circunstancias así lo exigen y no hay
nada que hacer.
Al menos, en este mundo incierto,
la vida le obsequia un lugar de descanso, donde el pasado y el presente hacen
las paces. Lo que fue no será más y lo de hoy se tiene que ir.
¡Qué absurdo!, piensa la
entelequia, tanto esfuerzo para que después de una puesta de sol, ya nada sea
igual.
El sol, finalmente, cedió el paso
a la oscuridad que, vestida de gala hace acto de presencia con su sequito de
estrellas y como dama principal la señora Selene.
La noche, envuelve su pena, el
alma inquieta, acepta el destino que le espera. Se aleja lentamente de la
ventana, cerrándola detrás de sí.
Sabe que día a día, tiene que
batallar para encontrar una razón que justifique su existir y cada noche debe
de bordar en su alma, fe y esperanza que alimente su valor para continuar.
Con su último aliento del día, se
entrega al guardián de los sueños, quien la tomará de la mano para llevarla al
mundo onírico, donde vivirá fantasía creadas por Morfeo.
Lunaoscura
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