El relato policial está
constituido de forma tal que se puede llegar a una conclusión a partir de
sucesos lógicos precisos. El lector es una pieza clave en esta “maquinaria”,
porque gracias a su complicidad la historia avanza hacia su desenlace. La
lectura se sostiene en tanto el lector es atrapado por el suspenso o la
curiosidad de saber qué va a pasar. Si
se diera, desde un primer momento, la solución del misterio no habría lectura
posible.
El género policial obedece a
estrictas reglar de repetición y a estereotipos, por lo que se dice que está
altamente codificado. Por lo tanto es posible reconocer en esos textos
distintos elementos típicos y recurrentes.
Entre esos elementos típicos
encontramos:
1- Un misterio que parece
inexplicable, es decir, un enigma que será resuelto mediante un complicado y
preciso procedimiento intelectual.
2- Un detective aficionado o
intelectual y, al menos, un criminal.
3- Una metodología basada en las
deducciones que permitirán descifrar el enigma (a partir de indicios, pistas,
huellas, el detective realiza una serie de razonamientos que lo llevan a
descubrir al criminal).
4- Una parte importante del relato
(cuento o novela) está destinado a mostrar el proceso de razonamiento del
detective.
5- Una técnica narrativa que
consiste en mantener el secreto hasta el momento del desenlace.
El relato policial, cuento y
novela, comienza a desarrollarse a partir del siglo XIX como consecuencia de
una realidad histórica: la formación de las grandes ciudades y el deseo y
búsqueda de justicia. Ingresan así, en la literatura, nuevos personajes y
ambientes que son netamente urbanos, entre ellos la policía y los cuerpos de
seguridad, que se organizaron sistemáticamente a principios del siglo ya
mencionado, favorecidos por la investigación científica.
Dentro del relato policial se
reconocen distintas tipologías, que obedecen a actitudes diferentes respecto
del delito, a continuación analizaremos y describiremos tres de estas
tipologías.
Este tipo de policial
presenta el delito desde el punto de
vista estético y lo considera un entretenimiento. El verdadero centro del
relato no es el crimen, sino el enigma a resolver. Se trata de un problema
lógico-analítico y no de un problema social, en donde el brillo pasa por la
inteligencia del detective.
Históricamente está asociado al
aumento de la criminalidad, a la aparición de la policía, al surgimiento del
positivismo, a la proliferación de los relatos populares de crímenes, al
desarrollo científico y al descubrimiento de la fotografía, que perfeccionó el
control social de la criminalidad.
Está basado fundamentalmente en la
idea de razón, que dominó durante todo el siglo XIX. El hombre de ese tiempo
pensaba que, mediante sus capacidades intelectuales, iba a poder conocer todo
y, por extensión, dominar todo. No había límites para su capacidad racional.
Como se ve, el relato policial de enigma surge como una segregación directa del
racionalismo o, también denominado, positivismo[1], término acuñado por
Compte, uno de los primeros defensores de este modo de producción y
organización del saber.
Esta forma de producción del
conocimiento se basa en la experiencia y en la observación de distintos
fenómenos o hechos para luego creer hipótesis[2]que permitan explicar
lo observado.
Observación y explicación
(mediante la formulación de hipótesis) son los pasos previos para tener el
control de aquello que se ha observado.
Este esquema (observación -
explicación - control), producido por el positivismo, es el que está presente
en todos los relatos policiales de enigma:
1- el detective toma nota de los
detalles que rodean al crimen (recolecta datos, indicios, testimonios, etc.;
aún aquellos que, a primera vista, parecen insignificantes). Se trata de la
parte EMPÍRICA o de observación directa en la cual todos los datos parten de
los sentidos (vista, tacto, oído, olfato y gusto)
2- Formula hipótesis que expliquen
el acontecimiento a partir de los indicios que obtuvo. Se trata de la parte de
ordenamiento racional de los datos obtenidos por los sentidos (paso 1).
3- Somete sus hipótesis a
verificación para saber si son o no correctas. Por ejemplo, monta una escena
para hacer confesar al criminal. En caso de no tener éxito vuelve a comenzar
todo. Al ser correcta logra controlar al criminal y hace cumplir la justicia.
De esta forma vemos como la figura del
detective (una de las más importante) se encuentra representando, en realidad,
al científico o investigador que pone a funcionar su cerebro para conocer y
controlar la realidad.
Por reproducir el esquema de
conocimiento del positivismo, el policial de enigma siempre termina con el
triunfo de la legalidad burguesa, por lo que se ha dicho que este género, es tranquilizador
y alienante. Tranquilizador, porque lo que ocurre, por más terrible que sea,
sirve para reestablecer el orden social aceptado y para castigar o descubrir a
los culpables. Este efecto tranquilizador se da en tres momentos más o menos
definidos:
- En el primero de ellos, existe
un perfecto orden en la sociedad, la felicidad de los personajes es completa.
- En el segundo momento, se
produce el caos, es decir, el crimen, que quiebra el equilibrio inicial.
- En un tercer momento se
restituye ese orden a través del detective que revela el misterio que tanto mal
ocasiona.
Pero, a la vez que tranquiliza,
enajena la razón ya que la priva de pensar otras formas de delito que el
sistema capitalista oculta o no considera como tales. Así, por ejemplo, para el
orden burgués es un delito robar o
atacar en propiedad privada, pero no lo es la desnutrición infantil, la falta
de trabajo o la explotación a la que muchos trabajadores se ven sometidos.
El relato policial posee, asegura
el teórico Tzvetan Todorov[3], dos historias.
La primera historia es la historia
del crimen que presenta el hecho
criminal ya realizado, es decir, que ha
terminado antes de que comience la segunda. Se trata de la historia “ausente”
que sólo conocen la víctima y el criminal.
Constituye, así, el enigma inicial
que da lugar a la segunda historia, por lo tanto, su característica más precisa
es que no puede estar presente inmediatamente en el libro, ya que de estarlo,
la segunda historia no existiría.
La segunda es la historia de la
investigación del hecho criminal. Se trata de la historia “presente” que
conocen el lector y el investigador. En esta historia se explica cómo el
investigador llega a conocer lo que pasó y lo hace, como ya vimos, poniendo a
funcionar el pensamiento lógico propio de los métodos científicos: observar,
sacar hipótesis, comprobarlas para poder controlar al criminal.
Todorov afirma lo siguiente: “Se
puede caracterizar estas dos historia diciendo que la primera, la del crimen,
cuenta “lo que efectivamente pasó”, mientras que la segunda, la de la
investigación, explica “cómo el narrador ha tomado conocimientos de los hechos””.
En conclusión, termina Todorov, “en la novela de enigma, hay dos historias, una
de las cuales está ausente, pero es real, y la otra está presente, pero es
insignificante” ya que su única función es “desvelar ” o “explicar” a la
primera. Pero, ninguna es más importante que la otra.
El efecto que produce en el lector
la presencia de estas dos historias es el de curiosidad, en efecto, el lector
quiere saber qué pasó y para hacerlo debe leer hasta la última hoja del relato.
De esta forma, el lector, junto con el detective, se “mueve”, dentro de la
historia, desde el enigma hasta la resolución del mismo, es decir, desde el
efecto (un cadáver, un robo, etc.) hasta la causa (el culpable y aquello que lo
impulsó a hacerlo, es decir, el móvil).
El público lector consume el
policial como un juego de raciocinio que lo ubica al mismo nivel que el
detective ya que ambos poseen las mismas posibilidades para resolver el enigma.
El lector pasa a ser otro investigador que intenta descubrir el misterio antes
que el detective.
Tanto el uno como el otro poseen
una misma característica que le es propia: la capacidad de razonar. Se trata de
dos verdaderos intelectuales que, sin embargo, utilizan esa capacidad con fines
opuestos: el criminal, para crear un crimen perfecto y que no lo descubran como
el autor del mismo; el detective, para encontrar al culpable.
El criminal, en el relato
policial, deja de ser un bandido o malhechor que actúa con brutalidad y de
forma casi irracional. Ahora se trata de un delincuente de clase alta, inteligente,
sensible que comete su crimen teniendo en cuenta todos los detalles para evitar
ser descubierto. Transforma su delito en una verdadera obra de arte tan potente
y (a primera vista) perfecta que, para ser descubierto, debe aparecer en escena
otro sujeto cuya capacidad intelectual sea igual o superior, surge así, la
figura del detective.
El surgimiento de esta figura
demuestra, también, la desconfianza generalizada de los señores burgueses
respecto del cuerpo policial y su eficacia para revelar esos macabros sucesos.
Dicha desconfianza, junto con el potente accionar del criminal, son los que
permiten la aparición del detective que, con su búsqueda paralela, suplirá las
deficiencias de los investigadores oficiales.
Este detective es el que siempre
encuentra al autor del crimen y lo obliga a confesar, dejando en claro que no
existe el crimen perfecto. La posibilidad de encontrar al autor del crimen,
mediante los pasos científicos, demuestra como todo aquello que es creado por
la “razón” (por ejemplo un crimen) es, a su vez, controlado por la “razón”.
Nada escapa de su poderoso accionar, por lo tanto, el mensaje implícito que
transmiten estos relatos, es que no hay que temer a los adelantos que el hombre
produzca con su racionalidad, puesto que siempre los va a poder controlar. De
esta manera, el relato policial de enigma se presenta como el verdadero triunfo del racionalismo dentro de
la literatura.
Para concluir con el relato de
enigma podemos decir que se trata de un producto netamente racional, en donde
todo está guiado por la capacidad intelectual de dos sujetos. Por un lado, el
criminal, que crea con su inteligencia la obra de arte, que se presenta ante la
sociedad en forma anónima y, por el otro lado, el detective, que descubre las
“fallas” de esa obra de arte,
permitiéndole así dar con su autor. Para encontrar esas “fallas” se vale del
esquema científico propio del positivismo. En su búsqueda de la verdad, el
detective no corre ningún riesgo de tipo físico, ya que solo se compromete
psíquicamente para encontrar al culpable.
Este relato policial constituye el
más acabado modelo del positivismo porque surge de un producto racional, que
genera un enigma que quiebra el estado de armonía inicial de la sociedad, pero
ese enigma es resuelto con el esquema científico del positivismo que logra
devolverle a la sociedad su armonía perdida.
El policial negro o duro
Dentro del interior del relato
policial encontramos otro tipo que fue creado en los Estados Unidos por los
años 20, y que se publica en Francia en la “serie negra”, de ahí su nombre.
Para esa época el clima social es de crisis, principalmente económica (ocurre
el conocido “crack”) lo que genera corrupción a gran escala. Además nos
encontramos con la primera Guerra Mundial, con el reparto imperialista del
mundo y con la revolución comunista.
Los escritores quieren denunciar
esa realidad y para hacerlo los novelistas crean un nuevo subgénero: el
policial duro, en el que se deja de lado el enigma y se pone de relieve la
relación entre el delito y la sociedad.
Para lograr lo primero (dejar de
lado el enigma) el relato negro, según explica Todorov, fusiona las dos
historia. Es decir, no hay una historia que adivinar, no hay un misterio, en el
sentido que tenía en el relato de enigma, es por ello que se abandona el modelo
científico del positivismo que los detectives aplicaban para descubrir al
criminal.
Sin embargo, sigue habiendo
misterio e investigación pero lejos del puro juego intelectual, pues de lo que
aquí se trata es de descubrir y denunciar las lacras sociales, las
podredumbres, la raíz misma del fenómeno social. El misterio tiene, por lo
tanto, una función secundaria y no
central como en la novela de enigma.
Aún así, el interés del lector no disminuye pues se crea
una nueva forma de interés que no se daba en el otro relato, a esta forma de
interés Todorov la denomina suspenso: en ésta se va de la causa (los gángsters
que preparan sus golpes) a los efectos (cadáver, crímenes, peleas) y el lector queda intrigado por saber lo qué
le va a pasar al detective quien arriesga su vida y su salud
en la investigación, se compromete física y psíquicamente con el caso.
El interés de tipo “suspenso”
genera algunas constantes en el relato negro: la violencia, el crimen sórdido,
la amoralidad de sus personajes, el desborde de las pasiones, un lenguaje
propio de los bajos fondos sociales.
La relación entre el delito y la
sociedad se logra contando la historia de la forma más objetiva que se pueda,
es decir, como si estuviera sucediendo ante los ojos del lector. En definitiva,
interesa más lo que la gente hace que lo que piensa.
La figura del detective cambia en
el policial duro. Ya no se trata del intelectual que saca deducciones de lo que
observa para llegar a la verdad, sino que a esa verdad muchas veces la saca a
fuerza de golpes, mentiras, engaños. Lo que vale no es el razonamiento, sino la
experiencia.
Respecto de esta nueva novela,
Juan Paredes dice: “su violencia, su crueldad, como reflejo de la crueldad
del sistema, deja atrás a los clásicos
del género. Ya no hay ni buenos ni
malos. Todos luchan por sobrevivir en la Jungla , en la nueva y despiadada ciudad. Ahora
todos tiene miedo de todos.”
Los mejores representantes de este
subgénero son Raymon Chandler (1888-1959) y Dashiel Hammett (1894-1961).
Una última forma del relato
policial que Todorov analiza es el
relato de suspenso.
Surge de la unión de los elementos
más significativos de los otros dos relatos: el de enigma y el duro. Se
presenta como una especie de síntesis y es la forma policial actual más
cultivada.
Dice Todorov: “de la novela de
enigma, la novela de suspenso mantiene el misterio y las dos historia, la del
pasado y la del presente; pero rechaza reducir la segunda a un simple descubrimiento
de la verdad. Como en la novela negra, es la segunda historia la que ocupa el
lugar central. El lector está interesado no solo por lo que ha sucedido antes sino también por lo que va a suceder
más adelante, se interroga tanto sobre el porvenir como sobre el pasado. Predominan,
entonces, los dos tipos de interés, la
curiosidad (¿qué pasó?) y el suspenso (¿qué va a ocurrir a los personajes?). El
misterio es un punto de partida, ya que el interés principal procede de la
historia de la investigación.
El investigador corre toda suerte
de peligros para develar el misterio pero el nivel de violencia es menor que en
el relato negro.
Por otro lado, puede o no haber
denuncia social.
Cuadro
comparativo
Rasgos dominantes
|
Relato de enigma
|
Relato duro
|
Trama
|
Hay dos historia: historia de la
investigación (presente) historia del crimen (pasado / ausente).
|
Fusión de las dos historias. La
investigación coincide con la acción.
|
Narrador
|
Primera persona TESTIGO O
PERSONAJE SECUNDARIO.
|
Primera persona PROTAGONISTA.
|
Funciones de los personajes
|
Ayudante - oponente.
|
Policías buenos y malos.
|
Figura del detective.
|
Intelectual, solitario, soltero,
clase media alta, quiere resolver el enigma. “No se ensucia las manos”, solo
se involucra mentalmente.
Criterio de verdad:
razonamiento.
|
Experimentado, marginal,
soltero, hombre de acción, quiere resolver el caso. Se involucra mental y
físicamente en el caso
Criterio de verdad: experiencia.
|
Técnicas.
|
Inversiones temporales. Visiones
parciales. Reproducción de los pasos de la investigación. El diálogo como la
forma de dar a conocer la verdad.
|
Suspenso. Prospección. Estilo
convencional, abundancia de diálogos, oraciones breves, sintaxis simple.
Saltos de una situación a otra.
|
Ámbitos.
|
Urbano, secundario, funciona
como marco. El crimen está separado de la sociedad, está en su “mundo”.
|
Urbano, actúa como eje. El
detective visita distintos lugares de la ciudad: bares, afueras, comisarías,
mansiones clubes, pero también lugares pobres.
La hostilidad acompaña al
detective en su actuación.
|
Intención de emisor.
|
Juego intelectual. El asesinato
como una de las bellas artes (en el sentido del desafío intelectual que un
asesino propone a un investigador también intelectual). Autonomía del crimen
con respecto a los condicionamientos sociales.
Genera tranquilidad en el
burgués ya que la razón todo lo resuelve, explica y controla, pero también
enajena el pensamiento.
Crimen: enigma a resolver.
|
Intención de denuncia al sistema
capitalista yanqui que incluye como rasgo constitutivo el crimen organizado.
|
Efecto en el lector.
|
Curiosidad (del efecto a la
causa).
|
Suspenso (de la causa al
efecto).
|
Bibliografía
A.A.V.V., La novela policial española, Circuito E, Universidad de Granada,
1989.
Marcela, Gropo, “Puertas de acceso”, en El relato policial inglés, Cántaro,
Buenos Aires, 2003.
Liliana, Oberti, Géneros literarios. Composición, estilo y
contextos, Longseller, Buenos Aires, 2002.
Tzvetan, Todorov, “Tipología de la novela policial”, en Fausto, III: 4, Buenos Aires, 1974.
Nicolás
Casas
Fibrizo_02@hotmail.com
[1] En ese mismo siglo y como producto directo del positivismo surgen
otros dos grandes géneros literarios el realismo y el fantasy (este último es
una forma de oposición al positivismo).
[2] Hipótesis: suposición que se hace para explicar un hecho o
proceso y que la experiencia ulterior ha de confirmar o rechazar.
[3] Tzvetan, Todorov, “Tipología
de la novela policial”, en Fausto,
III: 4, Buenos Aires, 1974.
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