Martha vivía una vida perfectamente aburrida, todo estaba fríamente programado con los haberes y deberes del día a día, eso le daba seguridad, argumentaba.
No obstante, una parte de ella se
revelaba, esa parte rebelde y aventurera que no la dejaba ser totalmente
adaptada.
Un sábado por la noche, tiempo
que estaba destinado para ella, se encontraba en su casa leyendo y oyendo
música, después de un rato dejó el libro y cambio la música suave para poner
rock.
Una energía la invadía y empezó a
bailar y según ella a cantar. Salta de aquí para haya como una chamaca
adolescente en una noche sin padres.
Así estuvo hasta que se canso, se
sentó en el sillón de la sala, se negaba a terminar su noche ahí. Subió las piernas
al sillón y abrazo un cojín, estaba pensado que podría hacer.
Salir con sus amigas de juerga…
¿Cuáles, amigas? Aventurarse a ir sola algún bar… no estaba acostumbrada y no
tenía el valor… Empezó a dar vueltas por la estancia, al ver que nada se le
ocurría se fue al estudio a consultar el Internet.
Se desplegaron varias opciones,
las leyó detenidamente, ninguna le convencía. Entre los anuncios apareció algo
que le llamo la atención… salas de Chat, se quedo un roto pensando y entro.
Había varios tipos de salas, además no le pedían que se identificara.
Anduvo saltando de una a otra, no
entendía bien a bien como era eso, hasta que una alerta, la espanto… Era la PC que se había “virulado”, le
habían contado que se podían contaminar en algunos sitios. Se puso a averiguar
que era ese sonido cuando observo que una luz parpadeaba, oprimió el comando.
Apareció una pantalla y al
parecer alguien la había conectado, respondió al saludo y empezaron la
conversación. Luego otra alarma sonó, igual la atendió. Saltaba de un Chat a
otro, era divertido hasta que el segundo le pedía videoconferencia argumentando
que la quería disfrutar… ¿Disfrutar?
No le agrado la sensación que le
produjo el comentario y regreso al primer Chat. Le comento a su interlocutor lo
que acababan de decirle, éste le informo lo que significaba y lo que algunos
sujetos buscan en las salas de Chat.
Ya no, atendió otras solicitudes,
se limito a platicar con sus reservas con el primero, pasaron las horas,
hablaron de música, del trabajo, de todo, ya eran casi las cuatro de la mañana
Martha decidió que ya era suficiente de aventuras.
Empezó a despedirse de Juan
Carlos, según así le había dicho que se llamaba, éste le pidió que no se fuera
que la estaban pasando bien, ella le argumento que era tarde y tenía sueño.
En un movimiento osado Juan
Carlos le pidió que le proporcionara su correo o su número telefónico para no
perder el contacto. Martha dudo por un momento, finalmente le dio su correo,
así las cosas se despidieron.
No acababa de llegar a su recámara,
cuando recibió un correo de Juan Carlos. Le resulto muy agradable ese detalle
pero lo respondería hasta el día siguiente.
La comunicación se mantuvo por
algunos meses, ya en la sala de Chat ya por correo electrónico. Hasta que un
día Juan Carlos le informo que se iba de la ciudad por cuestiones de trabajo,
Martha se había acostumbrado, sintió horrible la noticia.
Juan Carlos le dio su número telefónico,
para que ella le hablará, cuando quisiera conocerlo antes de irse.
Martha estaba en un dilema,
quería conocerlo y no, así pasaron dos días hasta que por fin le marco. Su voz
no era como se la había imaginado, de hecho no le gusto pero considero que por
una voz no perdería una amistad.
Igual que en otras ocasiones
platicaron largamente, él finalmente le comento que se iría al día siguiente.
No le quedo más que desearle buen viaje y éxito en su nueva residencia. Él se
aseguro que mantendría la comunicación y que ya habría la oportunidad de
conocerse en persona.
Los meses pasaron ni llamada ni
correo ni Chat, Martha lo extrañaba, más sabía que no volvería a saber nada de
él.
Después de un año, recibió una
llamada de Juan Carlos, estaba en la ciudad, quería conocerla. Estaba feliz y
acepto inmediatamente, quedó de verlo al día siguiente para ir a comer.
Entre el nerviosismo inicial y la
comida todo fue de maravilla, Juan Carlos era un hombre inteligente, muy
avispado que tenía a Martha en constante alerta, en el buen sentido de la
palabra, la comunicación fluía extraordinariamente, cualquiera pensaría que,
eran viejos amigo.
Además, Juan Carlos tenía una
cualidad, tiraba por los suelos todos los argumentos evasivos que Martha
manejaba para justificar su vida monótona, la confrontaba, la acorralaba.
Martha iba de un sentimiento de
molestia al de fascinación, pasando por la angustia pero seguía ahí.
De pronto Juan Carlos, le dice, a
boca de jarro:
- Oye tengo ganas de ti...y tu… Me gusta ser
directo, lo sabes.
- Martha, sólo atino a decir - Si lo sé.
- ¿Entonces?
- ¿Qué propones? –dijo Martha, más por reacción que por
aceptación.
- ¿La verdad,… quieres que te lo diga?
- Martha trago saliva-
Dímelo.
- Tengo ganas de sentirte, saborearte, estar en ti.
- Sintió deseos de salir corriendo pero había algo que la detenía- guardo silencio.
- Al ver su expresión de angustia, él dijo- No te asustes, ya llegara el momento.
La comida continuó sin más
sobresaltos para Martha, claro Juan Carlos no estaba del todo satisfecho pero
era un hombre de mundo y sabía esperar, estaba decidido que ese día, Martha
pasara una tarde maravillosa con él.
Así las cosas, llegó el
momento de salir, ya empezaba a oscurecerse. En la salida, él le pregunto si
llevaba carro, ella respondió que no.
Ésa era la oportunidad que
estaba esperando, de inmediato se ofreció llevarla a donde ella le indicara.
Martha titubeo por un instante, su sexto sentido le avisaba algo que no supo
descifrar.
Acepto el ofrecimiento,
según ella no tardarían en llegar a su departamento, el trayecto se prolongaba
por el tráfico, lo cual aprovecho Juan Carlos para relajar la situación, ya que
ella se notaba tensa.
Finalmente, llegaron, ella
procedió a despedirse, acercándose a él para darle un beso de despedida,- era
el momento- Juan Carlos, la besó de tal manera que Martha, no pudo oponer
resistencia.
Después de unos minutos,
bastante intensos, ella logro separarse para descender del vehículo. Él le
pidió que lo invitara a entrar, dudando un poco pero dispuesta a aventurarse,
lo invito.
Llegaron al departamento, ella lo
invito a sentarse y le pregunto si deseaba tomar algo. Juan Carlos, no iba a
perder la oportunidad y sin mediar palabra se aproximo.
Sus brazos la rodearon
fuertemente de la cintura, pegando su
cuerpo al de él. Martha, sentía la dureza y el calor de su sexo contra
su pubis. Sus labios comenzaron a besarle el cuello, mientras sus dedos se deslizaban
por su espalda hasta descansar en sus glúteos. Martha, excitada frotaba sus senos
en el pecho de Juan Carlos. Deseaba sentirlo.
Abrazados se dirigieron al sillón
de la sala, ahí se tiraron enredados entre besos y caricias.
Juan Carlos acariciaba sus senos…
los mordisqueaba con tanta precisión que ella estaba enloqueciendo. Martha
estaba tremendamente excitada y él también.
Sus corazones latían con fuerza,
Martha lo deseaba, impulsivamente se arranco el vestido, quedando semidesnuda
ante la mirada asombrada de Juan Carlos, le pedía que se uniera a ella, quería
verlo desnudo para disfrutarlo.
Martha, desabrochaba su camisa,
en tanto sus labios besaban su pecho velludo, prosiguió con el cinturón hasta bajar
los pantalones y dibujaba con su lengua la planicie de su vientre.
Súbitamente, Juan Carlos dijo con
voz entrecortada “mil disculpas, no puedo… mejor lo dejamos aquí… nos vemos
después...” Sin más, se arreglo la ropa y se fue.
Martha jamás supo nada de él.
Lunaoscura
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