Aquella noche llegaste a casa muy
cansado. Había sido uno de esos días en que no tuviste ni tiempo para respirar.
Lo único que deseabas era tomar
una ducha e ir a la cama. Entraste al cuarto de baño, mientras te despojabas la
ropa, te observaba sin que tú te dieras cuenta.
La emoción se reflejó en tus
ojos, una sonrisa ilumino tú cara.
- ¡Mi amor!... - me dijiste.
- ¡Shhhhhhhhh! -Puse mi dedo
sobre tú boca en señal de silencio.
- ¿Acaso no adoras
las sorpresas querido? - te dije.
Tus ojos destellaban esa picardía
que tienes al mirarme. En tanto, te sonreía y mojaba mis labios con la punta de
la lengua, enviándote esos besos traviesos que nos gustan.
Me acerque para abrazarte
fuertemente, mis labios se posaron en los tuyos para sellar tú boca. Mi cuerpo
se pegó a tu pecho, el agua corría por nuestros cuerpos, sentiste como mi ser
se estremeció al contacto con tú piel, deseando fundirme en ella.
Deslice mis manos por tú espalda,
tú boca estaba desesperada por besarme por hundirte en la intimidad y descubrir
mis ardientes deseos.
- Estoy aquí... ¡lo ves! - te
dije.
- Y ahora... – preguntaste-
- ¿Adivina? - te
sonreí.
Tomé la esponja y te enjabone con
suavidad, empezando por los hombros, pasando por tú torso, así continúe sin
quitar mi mirada de tus ojos, sabía que estaba haciendo lo que tú deseabas.
Tus dedos se enredaron en mi
cabello acariciándolo, el deseo te invadía... Apoyando mi espalda contra la
pared, sincronizamos nuestros movimientos a tal punto que éramos uno sólo.
El agua caía por nuestras cabezas
sin poder ahogar nuestros suspiros, tu boca busco la mía para unirnos en
deliciosos besos.
Abrazándonos con fuerza, me
miraste con ese brillo complaciente de sentirte satisfecho, diciéndome al oído.
¡Te amo!
Lunaoscura
No hay comentarios:
Publicar un comentario