Se escucha el retumbar de tus
pasos, las sombras se alargan tal vez por el temor de sentirse envueltas en
este manto nocturno.
¡Amor! No deberías de temerme en
muchas cosas somos iguales. Yo también te sueño.
A mí también, me gusta la lluvia,
y los días grises, dicen que llueve porque alguien que está lejos te
quiere.
¡Es agradable pensar en
ello!
Suponer que alguien te extraña,
apenas te llenes de ese aroma que deja la muerte.
¡Lo siento!
No quería hablar de cosas
desagradables, solo trataba de conversar, demostrarte que no somos tan
distintos.
Desprecio la luz, solamente me
muestra las fealdades de las personas y no me deja ver más allá.
¿Piensas distinto?
¡Anda, di lo!
Crees que soy un monstruo porque
me sientes detrás de ti sin ver mi reflejo en el espejo y mi sombra se
escabulle entre tus pensamientos.
¡No temas, ellos están salvo
conmigo!
Qué bueno que no creas en
nosotros en cierta forma te lo agradezco.
No uses esa cruz si no crees en
ella, créeme, yo tengo una que jamás me hace caso, tal vez porque no fui nunca
muy devoto, mi devoción es por otro motivo.
Tengo devoción a tus ojos.
¡No los cierres!
No te escondas en un suspiro,
calma el temblor de tus labios, déjalos hacer lo que saben, no tengas reserva
de lo que eres, eso ya no importa.
Créeme, no he visto nada más
hermoso que tu rostro, nada es más bello que esa expresión de tus labios
entreabiertos, quisiera robarte un beso, recorrer de una caricia todo tu
cuerpo, enredarme entre tus piernas, sentir como correspondes a mi cariño.
Sabias, lo que significa y no te
importo arrancaste la cruz de tu cuello, has cambiado, ya no eres la misma.
Te pasearas, por la noche mirando
a ningún lado, preguntándote
¿Por qué esta vida?
¿Por qué de mis palabras?
Se estremecerá tu mente, buscando
la única razón que mantiene vivo este amor.
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