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lunes, 29 de septiembre de 2014

Tenía una pistola en la mano

Felipe estaba en el marco de la puerta, sostenía una pistola, su semblante tenía una expresión de dolor y rabia, de sus ojos salían lágrimas que rodaban por sus mejillas, era como un niño asustado y a la vez un hombre completamente superado.

Apuntaba directo a su padre. El viejo lo veía con ojos desorbitados, su semblante estaba tan pálido como hoja en blanco y la frente estaba perlada de pequeñas gotas de sudor, con voz entrecortada le decía a su hijo.


-                    ¿Qué haces, soy tu padre? Mira vamos a platicar estás muy ofuscado

Felipe no articulaba palabra alguna, sólo la mano que sostenía el arma temblaba, no obstante estaba decidido a terminar con esa situación.

En la mente de Felipe su vida pasaba como película, un sentimiento de impotencia y amargura le golpeaba la cabeza. Cada escena que recordaba era de dolor, dolor que infringía su padre, Anselmo, un hombre abusivo y violento.

Recordaba las golpizas que propinaba a la familia. Cuando Anselmo llegaba borracho, lo cual era casi todos los días,  no hacía falta pretexto para empezar a maldecir, amenazar y golpear; la primera siempre era María, su esposa para proseguir con sus hijos por gritar y llorar de miedo.

Durante algunos años Felipe soporto con los demás integrantes de la familia la violencia de Anselmo hasta que un día lo confronto, tenía sólo 15 años.

Cansado de la vida que les daba su padre, se interpuso entre él y su madre, cuando éste empezó a gritar y acercarse amenazante a su madre. Anselmo se puso como loco, como su hijo se atrevía a faltarle el respeto.

Hecho un verdadero energúmeno golpeo a Felipe hasta que se cansó, más el chico no permitió que tocara a su madre, llegando incluso a detenerle las manos y empujarlo, eso significo para Anselmo el peor de los desafíos,  tomo a Felipe y lo echo  a la calle.

María suplicaba, los pequeños sólo gritaban “no, papito” pero Anselmo no reconsidero su actuación, al contrario término golpeando a la familia y sentenciando que el próximo que le faltara el respeto le pasaría lo mismo que a Felipe.

Durante horas el chiquillo se quedó sentado en la banqueta frente a su casa con la esperanza que su padre le dijera que entrara, más éste no salió, ya entrada la noche se dirigió a la casa de su padrino Antonio, cuando llego a la vivienda toco, saliendo su padrino que al verlo en ese estado tan lastimero le dijo que entrara.

Ya dentro de la casa le pregunto a su ahijado que le había pasado, Felipe le platico lo sucedido, lo único que Antonio dijo “hay este compadre” en ese momento salió de la cocina su madrina Aurora, al ver el estado del niño se apresuró a revisarlo y a curar sus golpes.

Antonio le dijo después que se quedara, hablaría con su compadre. No obstante, las buenas intenciones de Antonio, fue inútil hacer entender a Anselmo llegando incluso a tener una pequeña fricción.

Por una temporada Felipe siguió asistiendo a la escuela y en las tardes ayudaba en lo que podía a su padrino en el taller mecánico hasta que llegó el momento en que ya no fue a la escuela, se puso a trabajar en forma con su padrino.

Del poco salario que percibía, una parte era para la madrina, su madre y lo que sobraba para él. Su madre lo iba a ver a escondidas de Anselmo, le contaba lo que pasaba en la casa, todo estaba igual de mal que cuando él vivía ahí.

Unos meses después de su llegada a la casa de sus padrinos, se celebró el cumpleaños de Aurora con una comida, a la cual fue invitada la familia de Felipe.

Cuando llegaron, Felipe estaba nervioso y asustado, Anselmo ni siquiera volteo a verlo y no dejo que María y sus otros hijos lo saludaran, fue un momento incómodo para todos, menos para Anselmo, él empezó con la celebración.

A la vuelta de unas cuantas horas ya estaba ebrio y fanfarroneando, entrada la madrugada María le pidió que se fueran a la casa, los pequeños tenían sueño, Anselmo estaba muy feliz y le dijo a su mujer que se fueran que iba a seguir festejando a la comadre.

María dio las gracias y salió rumbo a su casa, no sin antes pedirles a sus compadres que cuidara a su hijo.

En la casa de Antonio y Aurora, sólo quedaba Anselmo, el cual no tenía intenciones de irse, Aurora al ver el fandango, dio las buenas noches retirándose a dormir, Felipe ya estaba dormido.

Después de un buen rato, Anselmo se acordó de Felipe, acto seguido empezó a lloriquear a su compadre, como era posible que su propio hijo se hubiera atrevido a faltarle el respeto, él, que se preocupaba de la familia.

-       “Que hecho, compadre para mereces esto”.

Antonio, conociendo lo explosivo que era su compadre sólo se limitaba diciendo “No sé compadre, ya sabe cómo son los jóvenes de hoy”  durante un buen rato Anselmo se lamentaba de su desgracia.

Súbitamente, Anselmo cambio de tema y empieza a decirle a su compadre.

-       Compadre, ese Felipe ya es un hombrecito”


-                    A lo cual le responde Antonio- “Si compare ya está creciendo”

Anselmo le dice a Antonio.

-                    Ya va siendo hora que se estrene “con una vieja”.

-                    Hay compadre todavía es un chamaco- respondió Antonio.

-                    Nada de eso compadre, yo a su edad ya sabía que onda con las viejas…dónde está Felipe, compadre háblele que nos vamos de putas con el chamaco.

Antonio incapaz de contradecir a su compadre, se dirige al cuarto donde duerme al chico, va pensando que no es mala idea, quien mejor que sea su padre quien lo acompañe y no otros chamacos tontos.

Entra al cuarto, le toca en el hombre al muchacho, éste se despierta sobresaltado, Antonio le dice.

-                    No te asustes ahijado, te habla tu papá.

 Felipe parece que vio un fantasma, se puso pálido y en el estómago sintió como si le hubiera dado vueltas. Al verlo así Antonio, lo tranquilizo.

-                    No te asustes Felipe todo está bien, anda levántate. 

El chamaco se levantó y se vistió con la ropa que había dejado en el respaldo de una silla, siguió a su padrino hasta donde estaba Anselmo, el chamaco al verlo no pudo evitar empezar a temblar y no dio un paso más.

Ahí estaba Anselmo empinando un vaso en su boca, el chico no se movía fue el compadre Antonio que dijo.

-                    Compadre aquí está el chamaco.

Anselmo dejo el vaso, voltio en dirección a donde estaba parado Felipe, el niño tenía un semblante de pavor.

Anselmo le dijo

-                    ¡Venga pa’ca!

Felipe con paso tambaleante se acercó a su progenitor,  parándose frente a él con la mirada fija en el piso.

Anselmo empezó reprochando su comportamiento, en ningún momento reconoció el abuso que ejercía en la familia, todo apuntaba a que el sólo tuvo que corregir pues María su madre, no se cansaba de hacerlo enojar parecía que lo hiciera adrede. 

Felipe no decía nada, mantenía la cabeza gacha. Anselmo acerco al chico, poniéndole las manos sobre los hombros, diciéndole.

-                    Ay chamaco ya te estás convirtiendo en un hombrecito. Ya es tiempo que conozcas las cosas de la vida y quien mejor que tu padre pa’enseñarte”,

Diciendo esto, Anselmo se levanta de su asiento, el compadre Antonio observa la escena sin decir nada.

Anselmo le ordena a Felipe que vaya por su chamarra que se van los tres de parranda.

El niño levanta la mirada con una expresión de confusión, se queda parado, Anselmo le da un empujón, éste se echa a correr rumbo a su cuarto.

Ya de regreso, ve a los dos hombres de pie junto a la puerta, listos para salir, el chico se les une, su padre le echa el brazo sobre sus hombros, Felipe ésta desconcertado, jamás su padre lo había abrazado, siente alegría y desconcierto.

Los tres se dirigen hacia el carro de Anselmo, Felipe va en la parte de atrás y Antonio  al lado de  Anselmo.

Por un rato deambulan por las calles solitarias, llegando a un tugurio de mala muerte llamado “El paraíso”.

Anselmo se estaciona, salen del vehículo encaminándose al cabaret.  En la entrada, un sujeto alto y corpulento les niega el paso.

Anselmo, recrimina ¿por qué? El sujeto se limita a señalar a Felipe.

Anselmo le dice.

-             “Mi amigo, éste, es mi’jo ya sabe que llegan a una edad que tienen que aprender a ser hombres, pus pa’eso lo traigo aquí, mejor que su padre que otro “cabrón”

El tipo sólo lo escucha, Anselmo se le acerca y le da unos billetes, él fulano se ríe y responde.

-                    ¡Si verdad que mejor que sea su papá!

Se hace un lado para dejar pasar a los hombres. Felipe se queda parado en la entrada del lugar, es un sitio con mesas y una pista de baile al centro, donde unas parejas bailan al sonido de la música tropical que toca un grupo al fondo.

El lugar huele a cigarro, alcohol y otros olores, el ambiente es denso, su padre se adelanta, él y su padrino siguen a Anselmo, que al parecer es asiduo cliente del lugar, es saludado tanto por las “chicas” como por parroquianos y meseros. 

Un mesero se acerca y los conduce a una mesa algo apartada del barullo, ahí se sientan, el mesero pregunta que desean tomar Anselmo pide una botella de ron, el mesero se aleja con la orden.

Anselmo le pregunta a Felipe.

-                    ¿Qué le parece, chamaco el lugar?

Felipe no acaba de reaccionar sus ojos se mueven de un lugar para otro, en algunas mesas ve sujetos perdidos de borrachos durmiendo la mona, en otras hombres acompañados de mujeres, tomando y riendo.

Otras mesas están ocupadas sólo por mujeres que se levantan para dirigirse a la mesa que el mesero le indica o cuando algún cliente se acerca y le dice algo al oído.

A Felipe se le salen los ojos por lo que ve ahí.

Anselmo me dice algo al mesero, éste hace una señal de afirmación con la cabeza.

Antonio por su parte, está felizmente tomando su cuba, quien sabe sí está consciente de lo que a su alrededor sucede.

Anselmo toca en el hombro a Felipe, al instante éste le dice

-                    “Si papá”- mirando a su padre.

-                    Anselmo le dice- “tomate una cuba con ti viejo padre”

El chico no sabe si decirle “Si”  o decirle que nunca ha tomado alcohol. Anselmo no espero, le sirvió una cuba y se la ofreció. El chico la tomo y viendo a su padre beber, él se empino el vaso, casi estuvo a punto a ahogarse, su padre soltó una carcajada al ver a su hijo.

Antonio al oír a su compadre reír como que volvió por unos instantes a la realidad, levantando el vaso brindo por su compadre y su hijo, de un sólo trago termino el contenido, poniendo el vaso en la mesa para que fuera nuevamente llenado.

Así las cosas, después de unas cuantas “cubas” Felipe estaba borracho y los otros dos más, en eso se acerca el mesero, detrás de él unas mujeres.

Anselmo sin más jala del brazo a una de ellas, la observa y la hace a un lado, se acercan dos más, como jurado de certamen de belleza, les pide a dos de ellas que se queden y las otras se retiran.

Felipe veía sin entender nada, Antonio, ya estaba más dormido que nada, Anselmo le dice a su hijo.

-                    Haber m’ijo cual le gusta.

Felipe no dice nada.

Anselmo es quien elige la compañía de su hijo, empuja a la mujer para que se siente a su lado y la otra se sienta al lado de Anselmo.

Siguen tomando las dos parejas, Antonio ya no despierta. Después de un largo rato entre risas de las mujeres y Anselmo, deciden salir del lugar.

Entre él y su acompañante se llevan a Antonio y la otra mujer se hace cargo de Felipe.

Así se enfilan rumbo a un motel que sugieren las mujeres, llegan al lugar y entran los cuatro a un cuarto, Antonio lo dejan el carro.

Anselmo le dice a su hijo, ahora si te vas a volver un hombre, en tanto las mujeres se despojan de sus ropas.

Felipe se asusta al ver a su padre con las mujeres en la cama, él sólo estaba de espectador, una vez que su padre “le enseño”, le dice a su hijo que le toca.

El chico está nervioso y asustado, se niega, su padre se pone como loco y les dice a las mujeres que se encarguen de él.

Obvio que con los gritos de su padre, la burla de las mujeres y el alcohol que ingirió Felipe no pudo hacer nada, sólo llorar.

Su padre le dijo de todo, el niño sólo quería irse. Anselmo le pago a las mujeres se vistió y le ordeno a Felipe hacer lo mismo.

El niño, no decía nada sólo sentía vergüenza. Se subieron al carro, llegaron a la casa de Anselmo, despertó a Antonio para que se bajara, toco la puerta tan fuerte que algunas luces vecinas se prendieron, la puerta se abrió  en el marco con un chal encima estaba María, quien se hizo a un lado para que pasaran.

Dentro de la casa, a Antonio lo sentaron en un viejo sillón quedándose nuevamente dormido, en tanto Anselmo no para de decir estupideces. Felipe, ya ni borracho estaba, sólo mantenía la cabeza baja.

María no comprendía a que venían tantos insultos a su hijo, hasta que Anselmo le grito.

-                    “Por tu culpa, es tu culpa”

Ella se limito a preguntar

-                    ¿De qué hablas?

-                    Como de que hablo, tu hijo es un maricón. Ni para eso sirve pero eso si se atreve a enfrentarme, hombre debería ser, hasta las viejas se rieron de él.

Siguió y siguió ofendiendo a Felipe y a su Madre, sin conseguir desahogar su ira, arremetió a golpes contra los dos y nuevamente corrió a Felipe.

Felipe despertó a su padrino y salió de la vivienda.

María lloraba toda lastimada en un rincón, en el otro cuarto se oía el llanto de los niños.

Como pudo Felipe llevo a su padrino a su casa, recogió lo poco que tenía, se dirigió al cuarto de sus padrinos.

Una voz le dijo adelante, era Aurora, al ver al chico en el estado que se encontraba, le dijo.

-                    Ay mi’jo y ahora ¿qué pasó?

-                    Felipe le respondió -“nada madrina, nada”

Acercándose le expendio las manos y la madrina respondió, tomándoselas.

-                    ¿Qué pasa Felipe, dime?

-                    ¡Ay madrina me voy!

-                    ¿A dónde? ¡como crees, eres un niño!

-                    Me tengo que ir,  madrina, ya le avisaré donde estoy, le encargo a mi mamá y mis hermanos. Dígale a mi mamá que volveré que no se preocupe.

Fueron épocas muy difíciles para Felipe sin un hogar, sin trabajo, deambulo por las calles buscando chambitas que hacer, hasta que llego a un albergue para niños de la calle, ahí conoció a su mentor, un hombre mayor que ayudaba a los chicos que igual que ellos no tenía a nadie.

Rápidamente se hicieron amigos, Felipe era un chico inteligente y trabajador. Así las cosas Felipe término viviendo con Don  Hugo, éste inscribió nuevamente en la escuela, iba en las mañanas y después ayudaba a Don Hugo en su tiendita y lo acompañaba al albergue donde lo conoció.

Pasaron los años, Felipe estaba por entrar a la universidad cuando recibió una llamada de su madrina Aurora, nunca se desentendió de su familia y su madrina, le informaba que su padre había golpeado tan salvajemente a María, que había ido a parar a la Cruz Roja que fuera a verla.

Felipe, quería volar para ver a su madre y saber que había pasado con sus hermanitos, Don Hugo, sólo lo observaba, por el semblante de Felpe, sé dio cuenta que algo andaba mal.

Apenas hubo colgado el auricular, Felipe daba vueltas, muy nervioso, Don  Hugo le pregunto, ¿qué había pasado? El chico más o menos le contó.

Le informo que iría a ver a su madre al hospital y después a la casa de su padre para saber que pasaba con sus hermanos.

Don Hugo decidió acompañarlo. Llegaron al hospital, en la entrada estaba Aurora, se veía que había llorado, cuando Felipe se percató de su semblante, sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría en la espalda, le temblaron las piernas, se apoyó en Don Hugo para no caer, pensando lo peor, saludo a su madrina, a ella se le rodaron lágrimas.

Felipe le pregunto.

-                    ¿Qué paso?

Aurora, trago saliva y jalo aire.

-                    Hijo tu mamá acaba de morir. Lo siento, llegó muy mal.

Felipe sintió que el mundo lo aplastaba, rompió en llanto, un llanto de rabia, de impotencia, de dolor.

Don Hugo sólo atino poner su mano sobre el hombro, Aurora abrazo al chico, sin poder decir palabra.

Después de un rato, Felipe pregunto por Anselmo, Aurora le informo que estaba en su casa.

-                    ¿Cómo que está en su casa? ¿Por qué?

Él es el responsable de la muerte de mi madre, él, la mato.

Aurora le informo que se le había reportado como un accidente, en tanto se investigara su padre estaría libre, pues la misma María había dicho que se había caído de la azotea.

Felipe le pidió a madrina que viera que se tenía que hacer para que entregaran el cuerpo de su mamá.

-                    ¡Si hijo! ¿Qué vas hacer?

-                    Nada madrina. Algo que desde hace muchos años debí de hacer.

Su mirada había perdido algo, los músculos de su cara estaban tensos, algo pensaba, Don Hugo y Aurora se dieron cuenta.

-                    Aurora le pregunto ¿qué estás pensando Felipe?

El chico no respondió. Don Hugo le dijo, Felipe yo te acompaño, a donde vamos.

-       Felipe respondió-        No Don, es algo que tengo que hacer sólo- diciendo esto dio vuelta para alejarse.

Aurora y Don Hugo se quedaron parados viendo alejarse a Felipe, los dos sabían que Felipe iba hacer algo y no era bueno.

Don Hugo le pidió la dirección de Anselmo, Aurora se la dio.

Le dijo que viera lo que se requería, él iba a buscar a Felipe antes de que hiciera una tontería.

Los dos se separaron, una, entro al hospital y el otro buscaba un taxi.

Cuando Don Hugo llego a la vivienda de Anselmo, Felipe estaba en el marco de la puerta, sosteniendo una pistola. Apuntaba directo a su padre.

El viejo lo veía con ojos desorbitados con voz entrecortada le decía a su hijo

-                    ¡Qué haces, soy tu padre, mira vamos a platicar estas muy ofuscado!

 Felipe no articulaba palabra alguna, sólo estaba decidido a terminar con esa situación.

Don Hugo estaba de tras de él, le dijo Felipe no lo hagas tú eres mejor que él, quien vera a tus hermanos, se fue acercando lentamente a Felipe y le quito el arma.

Felipe estaba en shock, sus hermanos salieron del cuarto y lo abrazaron, Felipe al sentir las manitas de sus hermanos y oír su voz que le decían su nombre reacciono, tomo a sus hermanos y se alejó sin voltear a ver a Anselmo.


Lunaoscura

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