Con un sentimiento de profundo dolor, Esperanza
aguardaba el autobús, mientras su cuerpo estaba en la parada, su mente viajaba
años atrás. El recuerdo, de una vida llena de iniquidades.
En su “casa”, nadie veía por ella, todo
era trabajo, quehaceres y limitaciones, estaba para ayudar a su madre y atender
a sus hermanos, que como varones de la casa, tenían un lugar preferente.
¿Qué no todos somos iguales? Se
preguntaba siempre. Pero, que podía esperar, su madre era una “buena” mujer,
siempre llorando y sufriendo por sus retoños, soportando todo tipo de maltratos
de su “esposo”, aceptando “su cruz”, por otra parte que iban a decir la gente.
Su padre, era todo un tirano prepotente y
abusivo, que podía hacer y deshacer, sin más limitación que la que marcaran sus
deseos, para eso, los que mantenía. Las viejas, están para servir y aguantar,
para eso son viejas, ¡Qué no! -las palabras preferidas de su padre- le
resonaban en su cabeza, como truenos.
En este acogedor y bien estructurado
hogar, ella era una parte importante, era objeto del desahogo de las
frustraciones de su madre, que en ella veía, el recuerdo de su maldición ¡ser
mujer!
Si bien, Esperanza era retraída y
callada, había algo en su espíritu, que no agradaba a sus progenitores, era una
rebelde silenciosa, que a pesar de las medidas correctivas de sus padres, no
lograban doblegarla. Su padre la veía como una “mala hija”, pues cuando la
emprendía contra su mujer, ella lo enfrentaba, no obstante las golpizas, que se
ganaba al cubrir con su cuerpo, los golpes que le correspondían a su madre, ¡esa
chamaca, no entendía!
Su padre, le decía
furibundo, ¡recuerda que hay un Dios, él te castigara, una hija, jamás enfrenta
al padre, al que le debes la vida! En cuanto, a su Santa madre, según se decían,
tenía muy fuerte el carácter, pero era incapaz de defenderse y menos defender a
su hija, al contrario, se escudaba en ella.
No obstante, todo esto, Esperanza era una
excelente alumna, apreciada por los maestros. Era una chica, curiosa, que
aprendió muchas cosas que sus maestros le enseñaron, además de las lecciones
normales. Igualmente, era buena deportista, En ella había una dualidad, en el
trato cotidiano era callada y retraída, pero en la cancha de juego y el
gimnasio, era muy agresiva, necia y aferrada, pero además lo disfrutaba.
Las clases de música, que en realidad era
historia del arte, le permitían conocer y disfrutar las construcciones, los
diseños y la música de diferentes épocas, distinguir los instrumentos, para
ella era todo un placer.
Pero, cuando fue elegida para el coro de la escuela,
fue todo un acontecimiento, entusiasmada hasta la médula, asistía a todos los
ensayos, a las clases de vocalización, cuando la eligieron de voz
principal estaba en otro mundo. Así, transcurrió su estancia en el colegio, se graduó, siendo una de las
mejores alumnas de la escuela.
No sabía como decirles a sus padres que
quería seguir estudiando. Primero, se lo dijo a su madre, quien con cara de “ni
modo” le comento que no podía apoyarla, pues tenía a otros dos hijos más que se
pusiera a trabajar para que se preparara y no terminar como ella, con esas
palabras y con el pavor de parecerse a su madre, fue a hablar con su padre,
quien la escucho y escandalizado, le dijo “para que quieres estudiar, eres
vieja, vas a terminar en la cocina, como todas, mejor deja el lugar a otros que
lo van aprovechar, además eres bien mensa”.
Con ese apoyo, Esperanza, estaba triste,
pero no se iba a dar por vencida tan fácilmente, fue a ver a una tía, una “mala
mujer”, “la vergüenza de la familia” pero la que vivía mejor y lo más
importante, vivía la vida, le comento su situación, ella le informo que en
donde trabajaba parecía que estaban contratando personal.
Decidida, hablo con su padre, para
informarle que iba a trabajar para seguir estudiando, su padre reacciono, como
si Esperanza lo pretendiera exhibir, le grito ¡no! Qué te falta, ¡dime! ¡Que
van a decir que te puse a trabajar para que me mantengas!
Lo sarcástico del
caso, es que su padre no le daba nada, era su madre la que trabajaba para mantener
a sus hijos, además eso, de que ¡no faltaba nada!, ella se vestía de ropa usada
o de la ropa que si madre les confeccionaba.
Esa fue la primera vez, que discutió con
su padre por algo referente a ella, su padre le dio una golpiza, cuyos
morenotes le duraron quince días, pero no iba a permitir que no la dejaran
estudiar, fue con su tía y le pidió la dirección y las referencias para llegar.
El lunes siguiente, muy “arreglada” con
un vestido color rosa, como tres tallas más grande, sus zapatillas de quince años y una bolsa de
mano, prestada, le pidió a su madre dinero para los pasajes, sin problemas
llego al sitio, registró su entrada, fue
a ver a su tía que al ver tanto “glamur”, la saco de su oficina, la encaminó a
la escalera, con el pedimento que no dijera que era su sobrina.
Esperanza, subió al primer piso, el área de
recursos humanos, se presentó ante la secretaría pidiendo hablar con el
Licenciado, la chica la miró, le pregunto para qué asunto, Esperanza, se aventó
toda la historia, excepto que era sobrina de la Jefa del Archivo.
La mujer, más por pena que otra cosa,
entro a hablar con su Jefe, quien después de oír la historia, levanto la vista
para ver a una niña de dieciséis años, le dijo a su secretaría que esperara, así
paso todo el día y la tarde, casi a la hora de la salida, el Licenciado vio a
Esperanza, ahí sentadita, le dijo a su secretaría que la hiciera pasar. Ella
entro, saludando muy correctamente, “el glamur” ya no, se notaba, su rostro
reflejaba hambre, aburrimiento y ansiedad.
El Licenciado le dijo que tomara asiento,
ella lo hizo, él le pregunto:
-¿Qué quiere?
Ella, ansiosa, nuevamente contó su
historia.
El Licenciado diligentemente escuchaba,
una vez que ella término, dijo.
- Está bien jovencita. ¿Qué sabe hacer?
Esperanza con el mayor desparpajo
respondió
- ¡Nada!
El rostro del Licenciado, dibujo una
sonrisa y le dijo.
- ¡Está contratada!
Así, empezó a trabajar, claro que le
tardaron en pagar siete meses, pero su madre, su tía y el Licenciado, le
prestaban para los pasajes hasta en tanto cobrara.
En el ínter, salió la convocatoria para
la preparatoria, su tía la llevo hacer los trámites, con la desaprobación de su
padre, el día del examen de selección su madre la acompañó, mientras se daban
los resultados, trabajaba de las ocho de la mañana a las seis de la tarde, era multifunciones,
repartía correspondencia, hacia los mandados a las secretaría, ayudaba en el
área financiera, en el archivo y oficialía de partes.
Una tarde de regreso del trabajo, al dar
vuelta a la esquina de su casa, vio que a su vecina, el cartero le daba un
sobre grande y amarillo con el escudo de la Universidad , según le
informo un amiguito de ella, la habían rechazado y le devolvían sus papeles,
además le dijo que en su casa también habían dejado algo.
Esperanza, se puso como loca y empezó a
llorar, a ella también de seguro la había rechazado, tenía razón su padre, era
una “mensa”, además le había quitado la oportunidad a otro, se sentó en la acera,
hecha un mar de lágrimas, su amigo fue en busca de su madre.
Ella, salió y vio a su hija llorando en
plena calle, se le acerco y le pregunto ¿por qué lloraba?, Esperanza, entre
sollozos, dijo que la habían rechazado, su madre le informó que la había
aceptado y que tenía que hacer no sé que cosas, Esperanza como resorte se
levanto y corrió a su casa, sobre la mesa del comedor estaba un sobre pequeño
de color blanco con un sello azul de la Universidad ¡abierto por cierto!
Tenía que presentarse, ese mismo día, al
plantel a hacer si inscripción presentando esa carta, sin más, ella salió
corriendo para la escuela, como llego, ni idea, pero llego, realizo el trámite,
le dieron su horario y tira de materias, unos días más empezaban sus clases en
el turno vespertino, es decir de cinco de la tarde a las diez de la noche.
De regreso en su casa, cuando entro
estaba su padre con unos “cuates” tomando, estaban festejando que ella había
sido aceptada, los amigos de su padre ¡lo felicitaban a él! Además, le decían a
ella que ¡le diera las gracias, a su padre por apoyarla!
Al día siguiente, le informo al
Licenciado de su ingreso a la
Preparatoria , a él le dio mucho gusto, autorizándole a salir
a las cuatro de la tarde para que llegara a la escuela.
Así las cosas, llegó el momento en que le
pagaron, pago todas sus deudas y todavía le sobro, se llevó el siguiente fin de
semana a su madre al supermercado a comprar la despensa que hacía falta en su
casa, era la primera vez que hacían “super”. En la tarde invito a comer a su
madre y sus hermanos.
Cada quincena daba gasto y compraba algún
mueble que hacía falta en casa, su padre cada quincena peleaba con ella que se
empecinaba en exhibirlo. Además, no le daba su dinero como lo hacían las
“buenas hijas de su compadre”. Esperanza, le compraba ropa, misma que nunca
usaba, hasta que no le dio nada y saco a su madre de trabajar.
Así llego el tercer año de bachillerato,
año de lección de carrera, otra bronca, ella quería estudiar medicina, pero esa
carrera no le permitiría trabajar y opto por estudiar Derecho.
Cuando su padre se entero, nuevamente le
dijo que “esa carrera era para gente inteligente y además para hombres, que no
entendía su necedad de estudiar, si seguro se casaba con todo y título
terminaría en la cocina”.
Con todos esos buenos deseos, entro a la Facultad , en el trabajo
la apoyaron transfiriéndola al área legal, con la suerte, que la jefa del área,
era madre y tenía un hijo de la misma edad de Esperanza, eso le valió para ser
prácticamente adoptada por los abogados, todo parecía ir mejorando.
Pero una noche, recibió una llamada, era
uno de sus hermanos, le pedía urgentemente ir a casa, al oír lo dicho,
Esperanza se puso blanca como la hoja de su cuaderno, sin más se levantó de su
asiento y salió del salón de clases.
El corazón le latían tan aprisa que
sintió que se salía del pecho, como pudo llegó a la avenida detuvo un taxi,
indicándole al chófer su destino, ella iba en shock, las ideas más terribles se
le veían a la cabeza.
Tenía la impresión, desde hacia tiempo que
podía pasar una desgracia.
Llegó a su casa, el cho fer se estaciono
frente de la puerta de entrada, Esperanza, le dijo que no se fuera.
Ella no tenía llaves de su casa, por lo
que empezó a tocar la puerta, nadie abría, se asomo por una de las ventanas y
alcanzo a ver a su padre que estaba vociferando y manoteando ¡lo clásico!
Que triste, pero eso la tranquilizó, era
lo siempre, regreso al taxi pago y retorno a la puerta, siguió tocando hasta
que se abrió la puerta, en el lumbral, estaba su hermano mediano con la cara
desencajada y todo el cuerpo lleno de sangre, Esperanza, pensó lo peor y se
quedo como clavada al piso, su hermano le dijo “corre ve por una patrulla”.
Ella sin más hecho a correr, alcanzando
al taxi, este se detuvo al verla, ella subió, sólo alcanzaba a decir que la
llevara a la delegación, habían matado a su familia, el chófer se fue lo más
rápido que pudo.
En un momento, llegaron a la estación de
policía, le pidió al chófer que se detuviera, se bajo y le dio al chófer un
billete, hecho a correr, en esos momentos, iba llegando una patrulla, se les
acerco diciendo que habían matado a su familiar.
Los policías le indicaron que se subiera,
ya en la patrulla, les contó de su padre y como había visto a su hermano.
Llegaron a la casa, los policías
empezaron a tocar, por un rato no les abrían, de momento nuevamente su hermano
estaba en el marco de la puerta, los policías lo hicieron a un lado,
introduciéndose a la vivienda, después de un rato salieron con un machete y con
su padre esposado.
Esperanza, preguntaba por su madre y
hermano pequeño, los policías le dijeron que no había nadie, ella se volteo
hacia su hermano, el pobre, no hablaba, lo tomo del brazo preguntándole ¿dónde
esta mamá y mi hermano? Su hermano, sólo dijo ¡huyeron¡
A su padre, lo habían subido a la
patrulla en la parte trasera, a ella y a su hermano los metieron adelante.
Su padre sólo decía que era un “mal entendido”
que “si ellos, jamás habías reprendido a su familia”, los policías, le decía ¡ah!,
tú los reprendes con machete, haber si con el juez, haces lo mismo!
Esperanza, en ese momento deseaba tener
una pistola y terminar de una vez con su padre, con los años había llegado a la
conclusión que había personas que lo único bueno que pueden hacer es estar
muertas.
Cuando llegaron a la estación su padre
fue conducido a los separos, en el traslado se encontraron de frente Esperanza
y su padre, este último, le dijo en voz entrecortada, ¡sí era su voluntad que terminara
en la cárcel que así fuera!
Esperanza, sólo con un odio arraigado por
años vio como se lo llevaron.
El juez la llamo, dijo que sólo podía
detenerlo por unas cuantas horas con base al peritaje que se hiciera de las
lesiones de su hermano, lo tocante a los demás integrantes, no había elementos
para consignar por no haberlos encontrado en el domicilio.
Esperanza y su hermano fueron al
hospital, después de unas horas, estaban de regreso en la entrada se
encontraron con su madre y su hermanito estaban golpeados sin suéter y sin
zapatos.
Los llevo con el juez para que tomara fe
de su condición, lo cual hizo el secretario de acuerdo pero la posición del
juez fue la misma ¡arresto administrativo!
Con impotencia empezó a idear que hacer,
púes cuando saliera su padre, sino los había matado, ahora si los mataba, dejó
a su hermano para hacer presión, con los otros se dirijo a su casa, tenían que
irse de allí, en el trayecto buscaba una mudanza, en una calle estaba una, le pido al chófer que entrara a la calle,
ella bajo y hablo con el señor de la
mudanza convenciéndolo.
Ella se subió en el camión y el taxi los
seguía, así llegaron como a las seis de la mañana su casa, entre su madre,
hermanos y el chófer de la mudanza subieron todas su cosas.
En esos momentos, se aproximaron a su
madre los “compadres” de su padre, diciéndole que no lo hiciera que había hecho
muy mal al haber encerrado a su esposo que él era un buen hombre pero lo habían
hecho enojar, su madre tenía cara de confusión, al verla Esperanza le dijo que
siguiera metiendo las cosas, lo que hizo como autómata.
Mientras ella se enfrentaba a los
señores, estos le dijeron “lo que hiciste a tu padre lo vas a pagar, porque,
fuiste tu quien lo hizo, tu madre es una buena mujer pero tú siempre has estado
loca y eres una mala agradecida”
Esperanza, los mando, al infierno,
indignados y escandalizados se alejaron.
Ya con todas las cosas en el camión se
subieron con el chófer y emprendieron el camino, pasaron por su hermano a la estación
de policía, sin rumbo cruzaron la cuidad, hasta que el chófer le pregunto para
dónde iban.
Esperanza se dio cuenta que no tenían a
donde ir, ni contaban con nadie, le pidió al chófer que se estacionara, ella se
bajo, tenía que pensar, con toda la pena del mundo le marco a su novio, en
escuetas palabras le contó lo que había pasado, él otro, no sabía que decir,
después de un largo silenció, le dijo que se fueran para su casa, él hablaría
con su padre.
Así, llegaron a la casa de su novio, ella
entro primero, no conocía al padre de su novio, después de la presentación,
salieron al patio, el suegro, dijo que podían poner las cosas en la parte
trasera de la casa, así empezaron a bajar las cosas, una vez terminada la
mudanza se presento ante su suegro con su familia.
El Señor sólo los veía, era una escena
lastimera, desvelados, demacrados y llenos de sangre seca, Esperanza, se sintió
con la obligación de dar una explicación, pero el Señor, le dijo “no me digas
nada, pueden estar el tiempo que necesiten”
De los ojos de Esperanza salieron las lágrimas
de agradecimiento y vergüenza.
Una vez que se bañaron y se cambiaron,
salieron inmediatamente a la calle a buscar donde vivir, después de un buen
desayuno y de haber revisado los periódicos, en un par de horas ya tenía a
donde llevar a su familia.
Por un tiempo, estuvieron tranquilos
hasta que una noche, Esperanza llegó de trabajar, su madre estaba más que
enojada, sin más le empezó a reclamar que “había destruido su familia” estaba
desconcertada, ya bastante, se sentía presionada en el trabajo, con los
requerimientos de su madre y hermanos, la renta y los demás gastos, para que
ahora, le salieran, con ¡eso!
Trato de dejarlo pasar, pero cada vez la
cosas estaban más difíciles, por esos tiempos, un amigo de ella, le comento de
una oportunidad para adquirir una vivienda propia, le pareció que era una buena
solución, ya tendría su madre su espacio propio, acepto la negociación, después
de unos meses, ya tenían casa.
Cuando Esperanza, llevo a su familia a
conocer la casa, su madre, se puso verdaderamente impertinente, diciendo que
estaba fuera de la ciudad, además nuevamente le reclamo el haber destruido a su
familia.
Adicionalmente, uno de sus hermanos, le
reprocho haberle “quitado a su padre”, el único que no dijo nada, fue el menor.
Trato de hacerles entender que esa eran sus
posibilidades, no tenía más que en cuanto a la “desintegración de su familia”
nunca había habido una familia, sino una bola de cobardes que por necesidad se
aguantaban todo, su madre y hermano contraatacaron diciéndole una serie de
cosas muy dolorosas.
Unos meses después, se llevó a cabo la
mudanza, ya instalados con toda su incomodidad y protestas, Esperanza les
informo que se iba que quería empezar su vida en los términos y condiciones que
ella escogiera y no los que le eligieron su familia.
Su madre, se puso como leona herida,
quiso pegarle, ella le tomo la mano diciéndole.
- ¡Ya no, madre, éste fue último maltrato
que te tolero, sino quieres que me olvide quien eres, déjame ir en paz!
Su madre, le respondió.
-Si sales de esta casa, olvídate que
algún día tuviste familia.
Esperanza, tomo su maletas, abrió la
puerta, salió con la decisión de no volver más.
En ese momento, regreso a la realidad,
noto que su cara estaba mojada por el llanto y vio su
reloj, tenía unas horas esperando el camión, cuando levanto la vista, este se
aproximaba, era tiempo de un nuevo principio.
Lunaoscura
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