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lunes, 1 de septiembre de 2014

El Principio



Con un sentimiento de profundo dolor, Esperanza aguardaba el autobús, mientras su cuerpo estaba en la parada, su mente viajaba años atrás. El recuerdo, de una vida llena de iniquidades.

En su “casa”, nadie veía por ella, todo era trabajo, quehaceres y limitaciones, estaba para ayudar a su madre y atender a sus hermanos, que como varones de la casa, tenían un lugar preferente.

¿Qué no todos somos iguales? Se preguntaba siempre. Pero, que podía esperar, su madre era una “buena” mujer, siempre llorando y sufriendo por sus retoños, soportando todo tipo de maltratos de su “esposo”, aceptando “su cruz”, por otra parte que iban a decir la gente.


Su padre, era todo un tirano prepotente y abusivo, que podía hacer y deshacer, sin más limitación que la que marcaran sus deseos, para eso, los que mantenía. Las viejas, están para servir y aguantar, para eso son viejas, ¡Qué no! -las palabras preferidas de su padre- le resonaban en su cabeza, como truenos.

En este acogedor y bien estructurado hogar, ella era una parte importante, era objeto del desahogo de las frustraciones de su madre, que en ella veía, el recuerdo de su maldición ¡ser mujer!

Si bien, Esperanza era retraída y callada, había algo en su espíritu, que no agradaba a sus progenitores, era una rebelde silenciosa, que a pesar de las medidas correctivas de sus padres, no lograban doblegarla. Su padre la veía como una “mala hija”, pues cuando la emprendía contra su mujer, ella lo enfrentaba, no obstante las golpizas, que se ganaba al cubrir con su cuerpo, los golpes que le correspondían a su madre, ¡esa chamaca, no entendía!  

Su padre, le decía furibundo, ¡recuerda que hay un Dios, él te castigara, una hija, jamás enfrenta al padre, al que le debes la vida! En cuanto, a su Santa madre, según se decían, tenía muy fuerte el carácter, pero era incapaz de defenderse y menos defender a su hija, al contrario, se escudaba en ella.

No obstante, todo esto, Esperanza era una excelente alumna, apreciada por los maestros. Era una chica, curiosa, que aprendió muchas cosas que sus maestros le enseñaron, además de las lecciones normales. Igualmente, era buena deportista, En ella había una dualidad, en el trato cotidiano era callada y retraída, pero en la cancha de juego y el gimnasio, era muy agresiva, necia y aferrada, pero además lo disfrutaba.

Las clases de música, que en realidad era historia del arte, le permitían conocer y disfrutar las construcciones, los diseños y la música de diferentes épocas, distinguir los instrumentos, para ella era todo un placer. 

Pero, cuando fue elegida para el coro de la escuela, fue todo un acontecimiento, entusiasmada hasta la médula, asistía a todos los ensayos, a las clases de vocalización, cuando la eligieron de voz principal estaba en otro mundo.  Así, transcurrió su estancia en el colegio, se graduó, siendo una de las mejores alumnas de la escuela.

No sabía como decirles a sus padres que quería seguir estudiando. Primero, se lo dijo a su madre, quien con cara de “ni modo” le comento que no podía apoyarla, pues tenía a otros dos hijos más que se pusiera a trabajar para que se preparara y no terminar como ella, con esas palabras y con el pavor de parecerse a su madre, fue a hablar con su padre, quien la escucho y escandalizado, le dijo “para que quieres estudiar, eres vieja, vas a terminar en la cocina, como todas, mejor deja el lugar a otros que lo van aprovechar, además eres bien mensa”.

Con ese apoyo, Esperanza, estaba triste, pero no se iba a dar por vencida tan fácilmente, fue a ver a una tía, una “mala mujer”, “la vergüenza de la familia” pero la que vivía mejor y lo más importante, vivía la vida, le comento su situación, ella le informo que en donde trabajaba parecía que estaban contratando personal.

Decidida, hablo con su padre, para informarle que iba a trabajar para seguir estudiando, su padre reacciono, como si Esperanza lo pretendiera exhibir, le grito ¡no! Qué te falta, ¡dime! ¡Que van a decir que te puse a trabajar para que me mantengas! 

Lo sarcástico del caso, es que su padre no le daba nada, era su madre la que trabajaba para mantener a sus hijos, además eso, de que ¡no faltaba nada!, ella se vestía de ropa usada o de la ropa que si madre les confeccionaba.

Esa fue la primera vez, que discutió con su padre por algo referente a ella, su padre le dio una golpiza, cuyos morenotes le duraron quince días, pero no iba a permitir que no la dejaran estudiar, fue con su tía y le pidió la dirección y las referencias para llegar.

El lunes siguiente, muy “arreglada” con un vestido color rosa, como tres tallas más grande, sus  zapatillas de quince años y una bolsa de mano, prestada, le pidió a su madre dinero para los pasajes, sin problemas llego al sitio, registró su entrada,  fue a ver a su tía que al ver tanto “glamur”, la saco de su oficina, la encaminó a la escalera, con el pedimento que no dijera que era su sobrina.

Esperanza, subió al primer piso, el área de recursos humanos, se presentó ante la secretaría pidiendo hablar con el Licenciado, la chica la miró, le pregunto para qué asunto, Esperanza, se aventó toda la historia, excepto que era sobrina de la Jefa del Archivo.

La mujer, más por pena que otra cosa, entro a hablar con su Jefe, quien después de oír la historia, levanto la vista para ver a una niña de dieciséis años, le dijo a su secretaría que esperara, así paso todo el día y la tarde, casi a la hora de la salida, el Licenciado vio a Esperanza, ahí sentadita, le dijo a su secretaría que la hiciera pasar. Ella entro, saludando muy correctamente, “el glamur” ya no, se notaba, su rostro reflejaba hambre, aburrimiento y ansiedad.

El Licenciado le dijo que tomara asiento, ella lo hizo, él le pregunto:

-¿Qué quiere?

Ella, ansiosa, nuevamente contó su historia.

El Licenciado diligentemente escuchaba, una vez que ella término, dijo.

- Está bien jovencita. ¿Qué sabe hacer?

Esperanza con el mayor desparpajo respondió

- ¡Nada!

El rostro del Licenciado, dibujo una sonrisa y le dijo.

- ¡Está contratada!

Así, empezó a trabajar, claro que le tardaron en pagar siete meses, pero su madre, su tía y el Licenciado, le prestaban para los pasajes hasta en tanto cobrara.

En el ínter, salió la convocatoria para la preparatoria, su tía la llevo hacer los trámites, con la desaprobación de su padre, el día del examen de selección su madre la acompañó, mientras se daban los resultados, trabajaba de las ocho de la mañana a las seis de la tarde, era multifunciones, repartía correspondencia, hacia los mandados a las secretaría, ayudaba en el área financiera, en el archivo y oficialía de partes.

Una tarde de regreso del trabajo, al dar vuelta a la esquina de su casa, vio que a su vecina, el cartero le daba un sobre grande y amarillo con el escudo de la Universidad, según le informo un amiguito de ella, la habían rechazado y le devolvían sus papeles, además le dijo que en su casa también habían dejado algo.

Esperanza, se puso como loca y empezó a llorar, a ella también de seguro la había rechazado, tenía razón su padre, era una “mensa”, además le había quitado la oportunidad a otro, se sentó en la acera, hecha un mar de lágrimas, su amigo fue en busca de su madre.

Ella, salió y vio a su hija llorando en plena calle, se le acerco y le pregunto ¿por qué lloraba?, Esperanza, entre sollozos, dijo que la habían rechazado, su madre le informó que la había aceptado y que tenía que hacer no sé que cosas, Esperanza como resorte se levanto y corrió a su casa, sobre la mesa del comedor estaba un sobre pequeño de color blanco con un sello azul de la Universidad ¡abierto por cierto!

Tenía que presentarse, ese mismo día, al plantel a hacer si inscripción presentando esa carta, sin más, ella salió corriendo para la escuela, como llego, ni idea, pero llego, realizo el trámite, le dieron su horario y tira de materias, unos días más empezaban sus clases en el turno vespertino, es decir de cinco de la tarde a las diez de la noche.

De regreso en su casa, cuando entro estaba su padre con unos “cuates” tomando, estaban festejando que ella había sido aceptada, los amigos de su padre ¡lo felicitaban a él! Además, le decían a ella que ¡le diera las gracias, a su padre por apoyarla!

Al día siguiente, le informo al Licenciado de su ingreso a la Preparatoria, a él le dio mucho gusto, autorizándole a salir a las cuatro de la tarde para que llegara a la escuela.

Así las cosas, llegó el momento en que le pagaron, pago todas sus deudas y todavía le sobro, se llevó el siguiente fin de semana a su madre al supermercado a comprar la despensa que hacía falta en su casa, era la primera vez que hacían “super”. En la tarde invito a comer a su madre y sus hermanos.

Cada quincena daba gasto y compraba algún mueble que hacía falta en casa, su padre cada quincena peleaba con ella que se empecinaba en exhibirlo. Además, no le daba su dinero como lo hacían las “buenas hijas de su compadre”. Esperanza, le compraba ropa, misma que nunca usaba, hasta que no le dio nada y saco a su madre de trabajar.

Así llego el tercer año de bachillerato, año de lección de carrera, otra bronca, ella quería estudiar medicina, pero esa carrera no le permitiría trabajar y opto por estudiar Derecho.

Cuando su padre se entero, nuevamente le dijo que “esa carrera era para gente inteligente y además para hombres, que no entendía su necedad de estudiar, si seguro se casaba con todo y título terminaría en la cocina”.

Con todos esos buenos deseos, entro a la Facultad, en el trabajo la apoyaron transfiriéndola al área legal, con la suerte, que la jefa del área, era madre y tenía un hijo de la misma edad de Esperanza, eso le valió para ser prácticamente adoptada por los abogados, todo parecía ir mejorando.

Pero una noche, recibió una llamada, era uno de sus hermanos, le pedía urgentemente ir a casa, al oír lo dicho, Esperanza se puso blanca como la hoja de su cuaderno, sin más se levantó de su asiento y salió del salón de clases.
El corazón le latían tan aprisa que sintió que se salía del pecho, como pudo llegó a la avenida detuvo un taxi, indicándole al chófer su destino, ella iba en shock, las ideas más terribles se le veían a la cabeza.

Tenía la impresión, desde hacia tiempo que podía pasar una desgracia.

Llegó a su casa, el cho fer se estaciono frente de la puerta de entrada, Esperanza, le dijo que no se fuera.

Ella no tenía llaves de su casa, por lo que empezó a tocar la puerta, nadie abría, se asomo por una de las ventanas y alcanzo a ver a su padre que estaba vociferando y manoteando ¡lo clásico!

Que triste, pero eso la tranquilizó, era lo siempre, regreso al taxi pago y retorno a la puerta, siguió tocando hasta que se abrió la puerta, en el lumbral, estaba su hermano mediano con la cara desencajada y todo el cuerpo lleno de sangre, Esperanza, pensó lo peor y se quedo como clavada al piso, su hermano le dijo “corre ve por una patrulla”.

Ella sin más hecho a correr, alcanzando al taxi, este se detuvo al verla, ella subió, sólo alcanzaba a decir que la llevara a la delegación, habían matado a su familia, el chófer se fue lo más rápido que pudo.

En un momento, llegaron a la estación de policía, le pidió al chófer que se detuviera, se bajo y le dio al chófer un billete, hecho a correr, en esos momentos, iba llegando una patrulla, se les acerco diciendo que habían matado a su familiar.

Los policías le indicaron que se subiera, ya en la patrulla, les contó de su padre y como había visto a su hermano.

Llegaron a la casa, los policías empezaron a tocar, por un rato no les abrían, de momento nuevamente su hermano estaba en el marco de la puerta, los policías lo hicieron a un lado, introduciéndose a la vivienda, después de un rato salieron con un machete y con su padre esposado.

Esperanza, preguntaba por su madre y hermano pequeño, los policías le dijeron que no había nadie, ella se volteo hacia su hermano, el pobre, no hablaba, lo tomo del brazo preguntándole ¿dónde esta mamá y mi hermano? Su hermano, sólo dijo ¡huyeron¡

A su padre, lo habían subido a la patrulla en la parte trasera, a ella y a su hermano los metieron adelante.

Su padre sólo decía que era un “mal entendido” que “si ellos, jamás habías reprendido a su familia”, los policías, le decía ¡ah!, tú los reprendes con machete, haber si con el juez, haces lo mismo!

Esperanza, en ese momento deseaba tener una pistola y terminar de una vez con su padre, con los años había llegado a la conclusión que había personas que lo único bueno que pueden hacer es estar muertas.

Cuando llegaron a la estación su padre fue conducido a los separos, en el traslado se encontraron de frente Esperanza y su padre, este último, le dijo en voz entrecortada, ¡sí era su voluntad que terminara en la cárcel que así fuera!

Esperanza, sólo con un odio arraigado por años vio como se lo llevaron.

El juez la llamo, dijo que sólo podía detenerlo por unas cuantas horas con base al peritaje que se hiciera de las lesiones de su hermano, lo tocante a los demás integrantes, no había elementos para consignar por no haberlos encontrado en el domicilio.

Esperanza y su hermano fueron al hospital, después de unas horas, estaban de regreso en la entrada se encontraron con su madre y su hermanito estaban golpeados sin suéter y sin zapatos.

Los llevo con el juez para que tomara fe de su condición, lo cual hizo el secretario de acuerdo pero la posición del juez fue la misma ¡arresto administrativo!

Con impotencia empezó a idear que hacer, púes cuando saliera su padre, sino los había matado, ahora si los mataba, dejó a su hermano para hacer presión, con los otros se dirijo a su casa, tenían que irse de allí, en el trayecto buscaba una mudanza, en una calle estaba una,  le pido al chófer que entrara a la calle, ella bajo y hablo con el señor de la  mudanza convenciéndolo.

Ella se subió en el camión y el taxi los seguía, así llegaron como a las seis de la mañana su casa, entre su madre, hermanos y el chófer de la mudanza subieron todas su cosas.

En esos momentos, se aproximaron a su madre los “compadres” de su padre, diciéndole que no lo hiciera que había hecho muy mal al haber encerrado a su esposo que él era un buen hombre pero lo habían hecho enojar, su madre tenía cara de confusión, al verla Esperanza le dijo que siguiera metiendo las cosas, lo que hizo como autómata.

Mientras ella se enfrentaba a los señores, estos le dijeron “lo que hiciste a tu padre lo vas a pagar, porque, fuiste tu quien lo hizo, tu madre es una buena mujer pero tú siempre has estado loca y eres una mala agradecida”

Esperanza, los mando, al infierno, indignados y escandalizados se alejaron.

Ya con todas las cosas en el camión se subieron con el chófer y emprendieron el camino, pasaron por su hermano a la estación de policía, sin rumbo cruzaron la cuidad, hasta que el chófer le pregunto para dónde iban.

Esperanza se dio cuenta que no tenían a donde ir, ni contaban con nadie, le pidió al chófer que se estacionara, ella se bajo, tenía que pensar, con toda la pena del mundo le marco a su novio, en escuetas palabras le contó lo que había pasado, él otro, no sabía que decir, después de un largo silenció, le dijo que se fueran para su casa, él hablaría con su padre.

Así, llegaron a la casa de su novio, ella entro primero, no conocía al padre de su novio, después de la presentación, salieron al patio, el suegro, dijo que podían poner las cosas en la parte trasera de la casa, así empezaron a bajar las cosas, una vez terminada la mudanza se presento ante su suegro con su familia.

El Señor sólo los veía, era una escena lastimera, desvelados, demacrados y llenos de sangre seca, Esperanza, se sintió con la obligación de dar una explicación, pero el Señor, le dijo “no me digas nada, pueden estar el tiempo que necesiten”

De los ojos de Esperanza salieron las lágrimas de agradecimiento y vergüenza.

Una vez que se bañaron y se cambiaron, salieron inmediatamente a la calle a buscar donde vivir, después de un buen desayuno y de haber revisado los periódicos, en un par de horas ya tenía a donde llevar a su familia.

Por un tiempo, estuvieron tranquilos hasta que una noche, Esperanza llegó de trabajar, su madre estaba más que enojada, sin más le empezó a reclamar que “había destruido su familia” estaba desconcertada, ya bastante, se sentía presionada en el trabajo, con los requerimientos de su madre y hermanos, la renta y los demás gastos, para que ahora, le salieran, con ¡eso!

Trato de dejarlo pasar, pero cada vez la cosas estaban más difíciles, por esos tiempos, un amigo de ella, le comento de una oportunidad para adquirir una vivienda propia, le pareció que era una buena solución, ya tendría su madre su espacio propio, acepto la negociación, después de unos meses, ya tenían casa.

Cuando Esperanza, llevo a su familia a conocer la casa, su madre, se puso verdaderamente impertinente, diciendo que estaba fuera de la ciudad, además nuevamente le reclamo el haber destruido a su familia.

Adicionalmente, uno de sus hermanos, le reprocho haberle “quitado a su padre”, el único que no dijo nada, fue el menor.

Trato de hacerles entender que esa eran sus posibilidades, no tenía más que en cuanto a la “desintegración de su familia” nunca había habido una familia, sino una bola de cobardes que por necesidad se aguantaban todo, su madre y hermano contraatacaron diciéndole una serie de cosas muy dolorosas.

Unos meses después, se llevó a cabo la mudanza, ya instalados con toda su incomodidad y protestas, Esperanza les informo que se iba que quería empezar su vida en los términos y condiciones que ella escogiera y no los que le eligieron su familia.

Su madre, se puso como leona herida, quiso pegarle, ella le tomo la mano diciéndole.

- ¡Ya no, madre, éste fue último maltrato que te tolero, sino quieres que me olvide quien eres, déjame ir en paz!

Su madre, le respondió.

-Si sales de esta casa, olvídate que algún día tuviste familia.

Esperanza, tomo su maletas, abrió la puerta, salió con la decisión de no volver más.

En ese momento, regreso a la realidad, noto que su cara estaba mojada por el llanto y vio su reloj, tenía unas horas esperando el camión, cuando levanto la vista, este se aproximaba, era tiempo de un nuevo principio.


Lunaoscura

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