Un frío inclemente envolvía la sala de espera, caras preocupadas aguardando respuestas, otros inundados por la tristeza y las lágrimas. Ahí estaba él, con el corazón encogido y un nudo en el estómago, tratando de infundir confianza a su prole y a los demás parientes y amigos.
Su compañera de vida, su amiga incondicional, se jugaba entre la vida y la muerte. Se sentía desvalido, impotente ante esa tremenda realidad, en qué momento la vida dio ese giro nefasto; ella con tanta fortaleza demostrada en más de una ocasión.
Las horas pasaban sin saber nada, de repente suena el teléfono móvil. Él toma la llamada, era ella, su corazón se detuvo, mientras trataba de aclarar su voz e infundirle confianza, entre bromas y risas, sus ojos eran un río de sufrimiento. Cuanto amaba a esa mujer, por años habían crecido juntos, con esfuerzos y privaciones habían creado, sostenido y logrado una familia y ahora, todo dependía de los médicos.
La plática solo duro unos cuantos minutos, él trataba de mantener la entereza, cuando me acerque trato de disculpase “me gano la emoción” dijo. Se levantó y salió del lugar.
La vida me permitió reafirmar mi confianza en el amor, pues hasta en esos momentos tan terribles. El amor, no es cuestión de bienes materiales o belleza física, el amor verdadero es compromiso, entrega incondicional y una lucha constante contra las adversidades.
Lunaoscura